Milagros Amud, finalista de La Voz: “Dijeron que con el tango no llegaría a nada”

admin

“Desde muy chica escuché tango por mis bisabuelos”, cuenta Milagros Amud. A sus 19 años, esta joven cantante —que además estudia fonoaudiología y locución— sorprende en el escenario de La Voz Argentina. No solo por su talento y presencia, sino también por una elección poco común: apostar su carrera al tango, un género que muchos asocian con generaciones mayores.

La finalista creció en la casa de sus bisabuelos. Una infancia marcada por discos antiguos, mates y charlas familiares. Un hogar atravesado por la nostalgia y el compás del bandoneón. “Desde los cinco años ya sabía jugar al truco y pasaba los días en esa casa con la radio siempre encendida. Mi mamá trabajaba mucho, así que me crié con mis bisabuelos: escuchando música, conversando, cantando”, recuerda.

Esa herencia afectiva y musical es la que hoy la impulsa a mantener viva una tradición, llevándola al escenario con una frescura que conmueve tanto a los más grandes como a los jóvenes que descubren el tango a través de su voz.

Para la joven figura de La Voz,

—¿Hay algún momento particular que recuerdes de la unión del tango con tu niñez?

— Recuerdo la radio de mi bisabuelo, levantarme temprano, tomar mate o la leche y siempre la música de fondo. Aunque él después no pudo bailar por temas de salud, la música nunca faltaba. Mi bisabuela también, siempre apoyándome cuando quería cantar. A los siete, por ejemplo, ya estaba animándome a hacerlo, soñando con ser una súper estrella.

— ¿Y hay algún tango o artista que te haga pensar especialmente en esos tiempos?

—“Leguisamo solo”, ese tango le gustaba mucho a mi bisabuelo. Son canciones que me transportan a esos días en familia.

—¿Te encontraste con resistencias al elegir el tango siendo tan joven?

—Sí, me lo han dicho siempre. Con 13 años me decían: “Vos dedicate a otra cosa, porque con el tango no vas a llegar a nada”. Para mí era romperme, era una ilusión, un sueño grande y escuchar eso dolía. Incluso decían que el tango es solo para grandes, para viejos, y que está muerto. Me han llegado a decir que es un nicho muy muerto. Yo no creo que el tango sea un nicho muerto. Si todavía hay gente a la que le gusta y que se siente reflejada, no puede estar muerto. De ahí empecé también a estudiarlo más, a estudiar las letras y las épocas. Me interesa conocer y mostrar que hay mucho todavía para decir.

—¿Qué te provoca que muchas veces los jóvenes no conecten con el tango?

—Me crucé con gente joven que no sabía quién era Gardel, por ejemplo. Eso me llamaba mucho la atención, porque yo lo escuchaba desde siempre y para mí era algo familiar. Con el tiempo me fui cruzando con chicos que les gusta lo mismo que a mí, pero al principio costaba mucho.

—¿Sentís que hay una renovación en el ambiente?

—Después de la pandemia, me sorprendió ver la cantidad de jóvenes en el tango. Aunque todavía le falta, hay un pequeño resurgimiento. Lo celebro porque dejarlo de lado no es bueno, ni para el tango, ni para nosotros, ni para las nuevas generaciones que vienen. Conocer las letras, la historia, lo que dicen los tangos es muy importante.

—¿Por qué crees que el folklore tiene más presencia entre los jóvenes?

—Quizás porque el folklore se brindó a cosas nuevas: danzas estilizadas, nuevos compositores, mucho movimiento en los ballets y el baile. El tango, en cambio, no sé… Hay algo que todavía falta, como una pieza que no termina de encajar para que resurja completamente.

—¿Tenés algún objeto o recuerdo físico que haya cobrado importancia especial en tu carrera?

—Sí, tengo el anillo de mi bisabuela. Lo llevo siempre conmigo, es como un talismán. Es una manera de verla, de recordarla. Quizá con él es más fácil volver a esos momentos, es como si ella estuviera al lado.

—¿Qué lugar ocupa la presencia de tu bisabuela en tu vida artística?

—Ella siempre me apoyó mucho en todo lo que hice, sobre todo en la música. Me decía: “Quiero seguir viviendo hasta verte triunfar”. Todo lo que hago, aunque lo hago por mí, también lo hago en recuerdo de ella. Cuando falleció, seguí cantando por un pedido suyo. Aunque fue complicado, continué como una forma de mejorar el recuerdo.

—¿Las canciones te ayudaron a atravesar la ausencia?

—Algunas canciones me hacían recordar mucho, pero también fue tanto el sentimiento que me llevó a componer. No encontraba una canción que me alivie, así que de ahí salió escribir la mía propia. Después seguí escribiendo, fue como un quiebre en mi vida.

—¿Creés en las señales?

—Sí, creo. Por ejemplo, el anillo se me salió en un momento en el que tenía que tomar una decisión y para mí fue una señal. No había forma de que se saliera, pero pasó justo cuando tenía que decidir algo importante, así que lo tomé así. Desde ahí todo se fue encadenando para bien. Me gustaría creer que mi bisabuela me sigue acompañando y que algunas decisiones las tomo gracias a ella. No sé si es así, pero yo prefiero verlo de ese modo.

— ¿Qué fue lo que te impulsó a anotarte en La Voz Argentina, después de haber participado en otros concursos?

— Siempre seguía el programa, miraba videos, pero no podía anotarme porque no tenía la edad todavía. Recién este año me animé a hacer el casting y tuve la suerte de entrar. Fue algo que esperé mucho tiempo. Fue un proceso largo. Hacer el casting ya fue un logro para mí, y entrar al programa fue una mezcla de nervios y mucha alegría. Es muy distinto pasar de verlo por la tele a estar ahí adentro.

— ¿Qué sentiste cuando te diste cuenta de que ibas a estar en el equipo de La Sole?

— Me puse recontenta. Elegí a la Sole porque la considero una referente de la música nacional, por todo lo que hizo desde muy joven, defendiendo siempre el folclore y la música argentina. Para mí es una grosa en lo que hace y me inspira mucho. El tango es parte de mi historia y mi familia, pero sé que mucha gente lo asocia a generaciones más grandes. Por eso, estar en La Voz y mostrar que una joven puede apostar al tango es todo un desafío. Pero también es algo que me hace sentir orgullosa.

—¿Qué aprendiste a nivel personal y artístico al participar en un reality con tanta visibilidad?

—Aprendí que todo el mundo tiene su historia y que hay que animarse a mostrarse tal cual uno es. Yo defiendo el tango porque es lo que me tocó el alma, pero también me abro a otros géneros para aprender y compartir otras miradas.

—¿Te inspira ver que hoy hay jóvenes que se acercan al tango o buscan innovar en otros estilos?

—Sí, me sorprendió mucho después de la pandemia la cantidad de jóvenes en el tango. Hay como un pequeño resurgimiento. Me llama la atención ver fusiones como la de Milo J y folklore; eso me parece superinteresante y creativo para traer la música a nuevas generaciones.

—¿Cómo te imaginás en los próximos años, tanto personal como profesionalmente?

—Primero me veo todavía estudiando, aprendiendo, como todos. Pero sí, me gustaría hacer algo con la música. Tengo ese sueño de traer nuestra música nacional de una manera diferente, quizá trayéndola de nuevo.

—¿Sentís que tu aporte puede renovar la relación de los jóvenes con el tango?

—Ojalá. Lo que más me gustaría es compartir el tango desde el lugar que lo entiendo y trasladarlo a otra gente, a otras miradas, para que más personas se sumen y lo disfruten.

—¿Te animás a escribir tus propias canciones de tango?

—Todavía no me animé a mostrar mucho, pero sí, estoy escribiendo. Me gusta la idea de difundir temas nuevos de tango que guarden la esencia, pero también tengan algo nuevo. Es como una curiosidad rara: mantener la esencia pero traer lo nuevo.

—¿Sentís que le debés al tango una especie de “retribución” por todo lo que te dio a nivel personal?

—Sí, puede ser. Es como una retribución por tanta alegría y tantos recuerdos que me trajo el tango, tanta familia que me dio. Me nace devolverle lo que me dio a mí. Si puedo aportar aunque sea un poco para que el tango crezca entre los jóvenes, me hace muy feliz. Ojalá pueda ser parte de eso.

Fotos: Gastón Taylor

Deja un comentario

Next Post

De San Juan a Los Ángeles. Es actor, brilló junto a una estrella de Hollywood y su nombre suena cada vez más fuerte

Martín Rodríguez Aguirre (47) vive uno de los momentos más luminosos de su carrera. El actor sanjuanino que conquistó al público internacional con su papel de Jorge “Rivi” Ayala, un sicario misterioso y seductor en Griselda junto a Sofía Vergara, y que volvió a brillar en la producción nacional En […]
De San Juan a Los Ángeles. Es actor, brilló junto a una estrella de Hollywood y su nombre suena cada vez más fuerte

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!