Milei, en el corazón del trumpismo: espías, gobernadores y operadores clave en la gala de Mar-a-Lago

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MIAMI.— Tras su intervención en el America Business Forum, Javier Milei voló el jueves por la tarde hacia el norte de Florida. El sol descendía sobre el Atlántico cuando el presidente argentino irrumpió en Mar-a-Lago, el resort de muros salmón y palmeras geométricas donde Donald Trump alterna política y golf. El mandatario norteamericano no estaba allí, pero el gesto del viaje fue elocuente: Milei cerraba su paso por su nuevo viaje por los Estados Unidos, el 14 desde que es presidente, en el epicentro simbólico donde se moldean estrategias, lealtades y futuros potenciales del trumpismo.

El traslado fue casi inmediato desde la cancha de los Miami Heat en el centro de la ciudad. Pocos minutos de vuelo lo depositaron en Palm Beach acompañado por el mismo núcleo reducido de colaboradores: Luis Caputo, ministro de Economía; Pablo Quirno, canciller; y su hermana, Karina Milei, secretaria general de la Presidencia. No había margen para el recorrido terrestre. Milei dejó atrás el traje oscuro y la corbata azul, y adoptó el smoking negro con pajarita de etiqueta. Karina mutó su sastrería en blanco y negro por blazer y remera rojos. Caputo y Quirno mantuvieron el rigor ceremonial, moño mediante.

Alec Oxenford, Karina Milei, Toto Caputo y Pablo Quirno, en la cena de la Cpac

La cena de gala de la CPAC —la cumbre conservadora por antonomasia en Estados Unidos— fue territorio de absoluta familiaridad para Milei. Saludó, posó para fotos, recibió felicitaciones y volvió a desplegar su alegato antisocialista. Los cubiertos pueden costar 2.500 dólares, aunque muchos ingresan por invitación. Sobre el escenario, entre aplausos, incluso ensayó unos segundos del inevitable “Y.M.C.A.”, ícono lúdico y totémico del universo trumpista.

“Hello everybody, I’m the lion”, empezó diciendo Milei en inglés en un discurso que duró dieciocho minutos y que se centró en la libertad humana y el poder de la competencia, los mercados libres y de darle a la gente la oportunidad de prosperar gracias a su propio esfuerzo y trabajo. También habló sobre la importancia de la relación entre la Argentina y Estados Unidos.

Al igual que hizo durante su discurso en el American Business Forum, Milei volvió a destacar el reciente triunfo electoral. “En el momento más difícil, cuando todos creían que nuestro Gobierno estaba terminado y los comunistas se relamían pensando en volver peores, el 41% de los argentinos eligió ratificar la confianza en nuestro rumbo de la libertad”, celebró Milei ante un auditorio repleto.

“Esto es fundamental, porque llegamos al poder con ideas, que hace tan solo cinco años eran consideradas marginales y radicales, en el debate político de nuestro país”, expresó. Así, aseguró que la nueva conformación en el Congreso le permitirá avanzar con reformas que permitan recibir “con los brazos abiertos a quien quiera invertir” en el país.

En los pasillos, la conversación dominante no giró en torno a Milei sino a las derrotas republicanas en Virginia y Nueva Jersey, y especialmente a lo ocurrido en Nueva York: el ascenso del demócrata Zohran Mamdani, primer musulmán que gobernará la ciudad financiera más poderosa del mundo y objeto de un encono explícito del propio Trump. “La deriva extremista de los demócratas hará que Miami sea refugio de quienes huyan del comunismo de Nueva York”, lanzó el presidente horas antes.

Invitados en la cumbre conservadora

Matt Schlapp, presidente de la American Conservative Union y arquitecto de la internacionalización de la CPAC —hoy con sedes y capítulos en América Latina y Europa— recibió a Milei junto a Mercedes Schlapp, exdirectora de comunicaciones estratégicas de Trump. Bajo la órbita de Schlapp, la CPAC se convirtió en vector global del libre mercado, el nacionalismo económico y los “valores tradicionales” del conservadurismo norteamericano.

Su influencia dentro del ecosistema republicano es transversal: a través de su consultora Cove Strategies se relaciona con petroleras, tecnológicas y grupos financieros que buscan incidir en la agenda regulatoria de Washington, y ha tejido vínculos con think tanks libertarios que hoy observan a Milei como caso testigo del experimento antiestatista llevado hasta sus consecuencias más radicales.

El presidente Javier Milei en la cena de la Cpac

Mercedes Schlapp, estratega de comunicación de origen cubanoamericano, funciona como bisagra entre el movimiento conservador blanco tradicional y el voto latino de Florida, un segmento que Trump considera crucial para 2026. Exanalista de medios y figura constante en las cadenas de nicho, Mercedes fue en la Casa Blanca una de las voces que modeló el relato de disciplina, excepcionalismo estadounidense y amenaza externa —la triada conceptual con la que el trumpismo ordena su estética del antagonismo político.

En la sala también estuvo Declan Ganley, empresario y activista irlandés, fundador del euroescéptico Libertas y presidente de Rivada Networks. Celebró la presencia de Milei con un elogio directo: “Qué bueno ver al presidente Milei recién llegado de su fenomenal y merecida victoria en las elecciones de medio término. Javier Milei realmente ‘hace lo que predica’ y está haciendo las tareas duras para finalmente liberar el enorme potencial de la Argentina”.

También estuvo presente Tulsi Gabbard, actual directora nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, una de las funcionarias más influyentes de la estructura de seguridad de Washington. Excongresista demócrata por Hawai y exaspirante presidencial, Gabbard —hoy reconvertida en figura puente entre el patriotismo conservador y el antiestatismo populista— encarna uno de los movimientos más inusuales del clima político norteamericano reciente: pasar de ser outsider demócrata a custodiar el aparato de inteligencia más poderoso del planeta.

Su cargo la coloca al frente de la coordinación de 18 agencias, incluida la CIA, la NSA y la inteligencia militar del Pentágono, y tiene rango de gabinete. Desde febrero de 2025, cuando asumió al frente de la DNI, es una de las voces con mayor acceso directo al brief técnico que define amenazas, prioridades y asignación de recursos estratégicos de Estados Unidos.

Además de Ganley y Gabbard, por Mar-a-Lago circularon dirigentes con peso real en la infraestructura del trumpismo. Estuvo Richard Grenell, exdirector interino de Inteligencia Nacional durante la administración Trump y figura que mantiene interlocución directa con think tanks, fondos y grupos mediáticos del ecosistema MAGA. Grenell, uno de los principales “enlazadores” entre la militancia conservadora y la política exterior republicana, hoy tiene acceso privilegiado a los debates sobre contención china y rearme industrial.

También apareció Mike Benz, referente de organizaciones anticensura y voz influyente dentro del debate que ordena el Partido Republicano desde 2022: Big Tech, algoritmo y discrecionalidad de las plataformas. Benz es el perfil técnico más solicitado en audiencias legislativas cuando se discuten límites a moderación de contenidos digitales, y se volvió una referencia para los republicanos que buscan ordenar un marco federal sobre libertad de expresión y redes sociales.

Se lo vio además a Jeff Landry, gobernador de Luisiana, uno de los nombres que la dirigencia republicana frecuentemente ubica entre los eventuales presidenciables o posibles “núcleos duros” de una futura administración trumpista. Su presencia opera como termómetro: si Landry está, los grandes donantes republicanos interpretan que el encuentro es de primera liga interna.

También estuvo Michael Whatley, copresidente del Comité Nacional Republicano (RNC), el organismo que maneja presupuesto, territorialidad y arquitectura electoral del partido. Su presencia es clave porque el RNC define prioridades de gasto, asignación de recursos y acompañamiento de campañas en distritos específicos. Para Milei, que busca construir densidad en Washington, figurar en la agenda donde aparece Whatley implica entrar en el radar del pipeline institucional formal del Partido Republicano.

La escena final dejó una impresión inequívoca: Milei, en su hábitat natural

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