La vida entera de Miley Cyrus ha estado marcada por la fama. Nació en el apogeo de la popularidad de su padre, Billy Ray Cyrus, y pasó su infancia asistiendo a sus conciertos de música country, en los que las entradas se agotaban. A los 13 años, se convirtió ella misma en una estrella —y en una parte importante de la maquinaria Disney— como la protagonista de Hannah Montana, interpretando a una chica común de día y a una estrella del pop de noche y convirtiéndose en un referente cultural para los niños milénials.
Cuando Cyrus dejó la serie, ya tenía decenas de éxitos en la lista de Billboard Hot 100, pero el respeto de la industria y de los creadores de tendencias era más difícil de conseguir. Al igual que muchas mujeres que habían sido estrellas infantiles, su transición a la edad adulta estuvo marcada por la polémica(cuando bailó twerking con Robin Thicke en los Video Music Awards de 2013) y los juicios (el Parents Television Council condenó la presentación), que hoy recuerda con cierta amargura por el trato que recibió.
Ahora, a sus 33 años, Cyrus es una de las reinas actuales del pop, un estatus cimentado gracias a su primer premio Grammy por su megaéxito de 2023 “Flowers”. Acaba de publicar su noveno álbum de estudio, Something Beautiful, y dice que es su intento de reimaginar lo que “hermoso”,beautiful en inglés, significa: la muerte de su querida abuela, por ejemplo, o la rabia, que dijo que es hermosa porque “te hace saber que estás vivo”. También hablamos largo y tendido sobre su estrecha relación con su madre, Tish Cyrus-Purcell, su relación reparada con su padre y cómo ha aprendido a protegerse en un mundo que sigue fascinado por todo lo que hace.
–Te entrevisté antes y recuerdo que dijiste: “Pregúntame cualquier cosa. Cualquier cosa”. Y yo no tenía ni idea de qué hacer con eso. Me quedé helada y pensé: “No sé qué preguntarle a Miley Cyrus si está diciendo: ‘Pregúntame cualquier cosa’”. ¿Dirías algo así ahora?
–Creo que ahora diría algo así, pero quizá prestando un poco más de atención. Pero sí, puedes preguntarme cualquier cosa. He aprendido que tengo el control. Lo peor que pasa es que me voy de la habitación, digo: “Ahora vuelvo”, y luego no vuelvo.
–Me encantaría que me explicaras qué significa ahora eso para ti: tener el control.
–Es animalesco. Es como si todo fuese a cambiar en el momento en que cualquier persona o animal se sintiera inseguro. Todos tenemos nuestros diferentes indicios. El mío está completamente en la garganta, lo cual tiene mucho sentido. Es donde siento todo. Puedo sentir una opresión o la respiración entrecortada cuando siento que no estoy completamente a salvo. Y me he dado un mantra: no huyas. No quiero abandonar situaciones que me hacen sentir incómoda, porque eso es la vida. Tenemos que sentirnos cómodos estando incómodos. Pero también soy madre de mí misma. Me materno.
–Nunca he oído esa frase…
–Mi madre ya no viaja conmigo, porque tengo 33 años, y se estaba volviendo ridículo. Nunca quiero separarme de mi madre, porque somos muy unidas. Se me llenan los ojos de lágrimas incluso hablando de ella. Pero si la naturaleza sigue su curso de la forma en que lo hace, en algún momento seré un individuo sin mi madre, y eso solía paralizarme por completo. Así que supongo que la razón por la que dije “me materno” es porque ya no tengo a mi madre conmigo como antes. Y ahora pienso: “¿Qué tenía ella que hacía que todo fuera mejor?”. Era la seguridad, porque sabía que en cualquier situación en la que no me sintiera segura, mi madre me sacaría de ella o la mejoraría. Así que ahora simplemente imagino qué me tranquilizaba de ella, y luego lo hago por mí misma.
–El año pasado ganaste tu primer Grammy por tu canción “Flowers”, y destilaste tanta alegría en ese momento. ¿Por qué ganar significó tanto?
–Creo que nunca me había admitido a mí misma cuánto me dolía no ser reconocida por mi trabajo. Me he escondido detrás del “no importaba”, así que cuando por fin me reconocieron, fue una capa más de esa venda que cubría algo que ni siquiera sabía que me dolía de verdad.
–¿Por qué crees que tardó tanto?
–Creo que hay un par de cosas. Empezando por estar en Disney, ya tienes algo que tienes que superar. Nunca he entendido la necesidad de superar Disney o el hecho de ser Hannah Montana porque Hannah Montana era cantante. Nunca me nominaron como mejor artista revelación, con lo cual estuve bien, pero en un momento dado creo que fui la mejor artista revelación, y si no la mejor, fui tan impactante para una generación determinada que debería haber algún tipo de reconocimiento por ello. Así que creo que con los Grammy, fue superar a Disney, superar al personaje. Y luego, cuando dejé atrás el personaje, como muy atrás, avancé muchos pasos realmente rápido, y no creo que todo el mundo pudiera seguirme el ritmo.
–Me interesa mucho la idea de tener que superar tus días de Hannah Montana para ser considerada una artista de verdad.
–Hubo otros artistas de Disney que fueron nominados en esa categoría. Los Jonas Brothers, pero no tenían un personaje del que desprenderse. Recuerdo que se me rompió el corazón porque les pidieron a los Jonas Brothers que actuaran con Stevie Wonder, y yo nunca tuve una oportunidad así de joven, cuando mi programa llevaba años al aire y había tenido a todo el mundo en él: Dolly Parton, Vicki Lawrence, quien me enseñó tantas cosas increíbles. Sin embargo, en realidad fue una gran bendición que esos premios nunca llegaran, porque yo era reconocida todo el tiempo por millones de personas que realmente estaban formando sus identidades gracias a mí. Hay una parte de ellos que es una pequeña parte de mí. Así que mi recompensa es que la gente me quería, y eso me hacía sentir bien. Pero cada año, nunca decían mi nombre, y estaba trabajando muy duro. No digo que me lo deban o que me lo merezca, pero me sentía como: “¿Qué es lo que no estoy haciendo?”.
–Quiero hablar del nuevo álbum, Something Beautiful. El tema principal se llama “End of the World”, y has hablado de que es una canción que escribiste para tu mamá en un momento difícil. ¿Cómo surgió?
–Fue completamente ridículo. Se fue de vacaciones a Italia sin mí durante una semana, y a los dos nos pareció el fin del mundo.
–¿De eso trata la canción?
–De eso trata. Mi madre nunca antes había salido del país sin mí. Soy demasiado mayor para sentirme así, pero así es como me sentía. Mi madre me llamó y me dijo: “No sé por qué, pero hoy quiero llorar. Estoy mirando por la ventana y no hay nada ahí fuera para mí, porque tú estás en casa”. La primera letra es: “Hoy despertaste y me dijiste que querías llorar”, y esa era mi mamá.
–Cantaste la canción en el Chateau Marmont y te pusiste muy sentimental. ¿Qué ocurrió allí?
–Mi mamá estaba justo en primera fila, y hay una parte que dice: “Has estado pensando en el futuro como si ya fuera tuyo”. Para mí era una letra no solo sobre la mortalidad, sino sobre el hecho de que no todos los días están prometidos, por lo que preocuparse por un futuro que quizá nunca llegue no tiene sentido, pero entonces pensar en un futuro sin ella me rompe el corazón. Esa letra siempre me pone sentimental.
–Siento curiosidad por la pequeña Miley. ¿Cuándo te diste cuenta de que podías cantar de verdad?
–Incluso más que eso, la gente solía prestarme atención de formas extrañas que yo notaba. No miraban ni trataban a todo el mundo como a mí. Mi madre era una auténtica adicta a las compras cuando yo era niña. Me llevaba al centro comercial, que es el peor lugar para un niño con poca capacidad de atención, y lo que más me gustaba hacer era ir delante de las tiendas y fingir que era un maniquí. Aguantaba mucho tiempo. No me movía. Y me rodeaba una multitud de gente que me miraba fijamente porque le intentaba sacar todo el provecho posible. Y creo que pensaban: “¿Cuánto tiempo va a aguantar el acto esta niñita?”. Y yo simplemente lo hacía. Así que me di cuenta de que había algo magnético entre los demás y yo, y no digo que ellos estuvieran magnetizados hacia mí. Estábamos magnetizados el uno hacia el otro. Pero luego, con el canto, cantaba en el escenario, y no sabía si la gente me aplaudía porque era pequeña y era bonito que saliera y cantara canciones de Elvis. Nunca pensé realmente: “Oh, puedo cantar de verdad”. Solo sabía que la gente reaccionaba, y en eso me basaba. Veía a la gente iluminarse y decía: “Eso es lo que quiero. Quiero que reaccionen ante mí”.
–Te oí mencionar brevemente en una entrevista reciente con David Letterman que sufriste acoso en la escuela secundaria, antes de irte a Hollywood y a Hannah Montana…
–Mucho de lo que me pasó en la secundaria fue la atención que recibía gracias a mi padre y a que la gente creía que yo sentía que era especial. No creo que lo que les doliera fuese que yo fuera especial, sino que les hiciera sentir que ellos no lo eran. Además, a pesar de lo extrovertida que era, la escuela secundaria fue una época tímida para mí. Me encerré en esa época porque el acoso te quita mucho. No quieres llamar la atención. Quería pasar desapercibida. No era la chica más popular del colegio.
–Es interesante que hayamos estado hablando de superar Disney, porque otra antigua estrella de Disney que ahora es actriz, Jenna Ortega, me dijo que siempre puede distinguir en una habitación quién es el niño actor. Que se nota cierta precocidad, que la gente te trata como si fueras un adulto y que eso te deforma. ¿Te suena?
–Todavía estaba literalmente pensando en la escuela secundaria. Realmente espero que en los comentarios de esta entrevista alguien diga: “¡Miley miente! Era muy popular en la escuela”. Y yo diré: “Dios mío, yo era popular”. ¿Quizá lo era? [risas]. Siento que no lo era. Pero sobre la actuación infantil, no sé cómo se siente Jenna Ortega al respecto. Nunca he podido hablar con ella. Me encantaría. Creo que la gente que creció en la misma posición… sería realmente increíble hacer una mesa redonda.
–Deberían estar todos en un chat grupal…
–Totalmente. Ariana (Grande) dice que debería haber terapia para los niños actores, y estoy totalmente de acuerdo. Debería haber una sesión semanal. Llevo yendo a terapia de forma muy constante desde que tenía 17 o 18 años, así que creo que he aclarado muchos de los sentimientos que tenía sobre ser una estrella infantil, y ahora no lo noto tanto porque no lo noto en mí. Supongo que lo único que noto es cuando la gente se esfuerza demasiado. Me encontré con Sabrina Carpenter un par de veces, y cada vez que la veo tengo el impulso de preguntarle si está bien. Veo que está actuando en Irlanda, y al día siguiente tiene un concierto en Kansas. Y pienso: “No sé cómo eso puede ser aceptable físicamente”, porque yo estuve en esa situación. Sé lo que se siente cuando estás frita, y no quiero que nadie más lo esté. Pero me gustan todas las chicas nuevas. Creo que todas son únicas y muy encontradas. Eso es lo que me gusta ver. Me gusta la gente que se ha encontrado a sí misma, porque creo que yo aún no me he entendido del todo.
–Muchas jóvenes estrellas han tenido que encontrarse a sí mismas en el foco de atención, y a vos te pasó algo similar. Había mucho escrutinio. Cuando recordás ese período de 2013, cuando estuviste en el escenario con Robin Thicke y recibiste muchas críticas por hacer twerking en los VMA…
–Solo tenés que decir “2013” y ya sé adónde vamos.
–Sí. Te estabas despojando de tu personaje Disney y te estabas convirtiendo en una adulta de cara al público. Cuando mirás hacia atrás a ese período, ¿qué ves?
–Veo adultos que no actúan como tales. Nunca miraría a alguien de 18, 19, 20, 21 años y lo juzgaría como adulto, porque aún no lo es. En un momento dado hubo incluso una petición. Era algo así como “Millones de madres contra Miley” o algo así.
–En la misma línea, dijiste que nunca podrás olvidar la imagen de ti balanceándote desnuda sobre una bola de demolición, como hiciste en el video musical de la canción.
–No necesito superar la vergüenza.
–Sinead O’Connor te escribió una carta abierta tras la publicación del video. Escribió: “Al negocio de la música le importas un [improperio] tú, o cualquiera de nosotros. Te prostituirán por todo lo que vales, y astutamente te harán creer que es lo que querías”.
–Eso me parece su experiencia reflejada, pero no es mi experiencia. Mi experiencia no fue que la industria musical no se preocupara por mí.
–Mirando atrás, ¿esas palabras suenan ahora diferentes?
–No, sigo sin sentirlo así. Pero también vengo de una educación muy diferente, en la que he conocido la fama desde el momento en que nací, así que estaba muy bien preparada. Es difícil entrenarse para saber qué esperar, todo lo que puede traer la fama, pero yo ya tenía el manual, porque le hicieron lo mismo a mi padre, y a Dolly, a todos los que me rodeaban. ¿Sabes qué creo que es? Entiendo el negocio en el que estoy. Estoy en el negocio discográfico. Cuando firmo un contrato, están comprando discos que desean vender, así que entiendo que me estoy disponiendo para convertirme en mercancía. Me he comprometido con ellos a que no solo quiero tener éxito para mí, sino también para ellos. Así que entiendo la industria musical. En algún momento de mi vida, espero ser simplemente una artista, sin compromisos, sin ataduras. En algún momento podré hacerlo.
–Hablaste de lo unida que sos con tu madre. Tu abuela era la jefa de tu club de fans. Sin embargo, no conozco la historia de cómo Dolly Parton se convirtió en tu madrina.
–En realidad fue gracias a Hannah Montana. Interpretaba a mi tía en la serie, pero la conozco desde que era pequeña porque mi padre hacía música con ella cuando yo era solo una bebé. No la había visto desde que era muy pequeña, y nos hicimos muy amigas durante la época de Hannah Montana. Creo que miró a una niña con una peluca rubia y dijo: “Te veo”. Fue divino y fue el destino. No somos de sangre, pero somos familia, de verdad. Nos elegimos la una a la otra. Entró, llevaba una bata rosa y olía a talco de bebé, el pelo, la peluca, todo, y todo el mundo estaba asombrado con ella, y recuerdo que pensé que yo no sentía eso. Porque cuando la ves al principio, es tan increíble que te quedás un poco desconcertada por el poder que tiene. Pero en lugar de verme retraída ante ese asombro, me sentí avanzando y sintiéndome realmente segura. Y también sentí: “Puedo hacer esto el resto de mi vida y ser feliz, porque ella es tan feliz y tiene tanta alegría”.
–No todos los famosos son tan alegres…
–Exacto. Ella es alguien que obviamente tuvo una relación y una vida superprivadas, y eso es algo que siempre he admirado. Más que su aspecto o su forma de actuar, admiraba que se mantuviera fiel a sí misma y que estuviera en casa con su marido, Carl, a quien acaba de perder, y que tuviera una vida real y mucho amor en ella.
–A esta altura, ¿cómo es para vos formar parte de esta familia famosa? En los últimos años, tu madre se volvió a casar, y eso ha causado algunas desavenencias. Tu padre tiene una nueva relación con Elizabeth Hurley. Y todo esto se comenta sin parar en los medios de comunicación, en las redes sociales. Debe de ser complicado.
–Lo que me gusta de la nueva forma en que funciona el mundo es que todo es tan rápido. En los 90, cuando ocurría algo en un tabloide, ocurría durante un año. Ahora simplemente desaparece. Algo puede parecer realmente importante durante un par de horas, pero luego hay un meme que se hace viral, alguien se escabulle en Walmart y eso se convierte en lo siguiente. Cualquier cosa que ocurra en público puede ser vergonzosa para la persona que la experimenta, pero no tanto para mí. Intento ser más compasiva con mis padres, porque odio que pasen por eso. Y sobre todo odio que mis hermanos pasen por eso, porque ellos no eligieron ese tipo de foco sobre sí mismos. Pero en mi caso, me he acostumbrado tanto a ello que pienso: “Si este es el síntoma —que a veces nos enfrentamos a estas opiniones públicas vergonzosas o difíciles—, entonces es algo que estoy dispuesta a aceptar para tener la vida que tenemos”.
¿Seguís distanciada de tu padre?
–No. Creo que el momento lo es todo. A medida que fui creciendo, respeto a mis padres como personas y no como padres, porque mi madre en verdad ha amado a mi padre durante toda su vida, y creo que estar casada con alguien de la industria musical y no formar parte de ella es obviamente muy duro. Así que creo que asumí parte del dolor de mi madre como propio, porque a ella le dolió más que a mí como adulta, y por eso me adueñé de gran parte de su dolor. Pero ahora que mi madre está tan enamorada de mi padrastro, a quien adoro por completo, y ahora que veo que mi padre también ha encontrado la felicidad, puedo amarlos a ambos como individuos y no como una pareja de padres. Estoy siendo adulta al respecto. Al principio es difícil, porque el niño pequeño que hay en ti reacciona antes de que el adulto que hay en ti pueda decir: “Sí, ese es tu padre, pero es solo otra persona que merece estar en su dicha y ser feliz”. Mi niña interior se ha puesto al día.
–Hablaste un poco de terapia y de hacer desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares [EMDR, por su sigla en inglés], que yo también hice.
–Me encanta. Me ha salvado la vida.
¿Qué hizo por vos? Porque se trata de un tipo de terapia muy específica que realmente tiene que ver con el trauma…
–La etiqueta de mi té dice: “Tomate un momento solo para vos”, así que tengo que responder a esta pregunta, pero es para mí. Lo primero que ocurrió fue que me guiaron para que me sentara en un tren. ¿Lo hiciste así, mirando cómo pasaba el tren frente a vos? Es muy raro, porque es como ver una película en tu mente, pero es diferente a soñar. Estás más dentro de ti misma, pero aún en otro lugar de conciencia que es difícil de describir a menos que hayas estado en ese estado hipnótico. Me veo sentada en el tren, y me dijeron: “Simplemente observa tu vida como si fuera una película. Mirala pasar a través de las ventanillas”. Y veo todas esas épocas, fotogramas de esos momentos como una película, y me dicen: “¿Cuál es la sensación de ansiedad que te surge cuando das un concierto?”. Y yo nunca había pensado en eso, pero en mi lugar hipnótico, dije: “Es solo que quiero tanto que me quieran”. Y el terapeuta me dijo: “¿Cuándo fue la primera vez que te sentiste así?”. Entonces, de repente, el tren dejó de avanzar y empezó a retroceder, y me vi a mí misma. Suena mucho a una alucinación, pero esto es médico. Esto es real.
–Es real. Yo lo he hecho…
–Es real. Me vi en el vientre de mi abuela biológica, porque mi madre era adoptada, y oí a los padres biológicos de mi madre hablar de darla en adopción. Me sentí dentro de su vientre como mi madre, oyéndolos hablar de darla en adopción, y mi madre pensando: solo quiero que me quieran. Quiero tanto que me amen. Y entonces él me dice: “¿Cuándo fue la siguiente vez que te sentiste así?”. Más adelante, veo a mi madre siendo entregada a mi abuela, quien la adoptó, quien lo es todo para mí. Loretta. Esa es mi Mammie. Así que se la entregan… y luego, sin más, me veo a mí misma siendo entregada a mi abuela también cuando era un bebé. Mi madre tuvo un embarazo muy intenso y peligroso conmigo, así que en realidad no me entregaron a mi madre. Me entregaron a mi abuela. Así que me vi siendo entregada a la misma mujer a la que habían entregado a mi madre, y sentí enseguida nuestra unión. Y me dijo: “Sigue”.
–¿Y qué pasó?
–Me encontré en la cima de una montaña, en un lugar en el que había experimentado muchos traumas, en la nieve, en Montana. Fue un momento realmente intenso de estar rodeada de naturaleza. Realmente te pone en tu sitio. Y me vi allí como una niña pequeña con un abrigo que me encantaba, un pequeño abrigo rojo con una boina roja, y vi aparecer de repente a todas esas personas que me habían dado tanta paz y amor. Mi perro, que murió hace unos años; mi abuela, mi madre (puf, me va a hacer llorar), mi novio que tengo ahora, y todos me tomaron de las manos y empezamos a tocar Ring Around the Rosie, y salí de allí y nunca he vuelto a sentir miedo escénico.
–Vaya…
–Hice más sesiones, porque había mucho más debajo de eso. Pero creo que lo que tenía —el “quiero tanto que me quieran”— no era mío, era de mi madre. Me dolía que ella lo llevara, así que yo lo he llevado por ella. A veces lo hago. Es algo en lo que estoy trabajando.
–Me hace preguntarme si alguna vez sentiste lo mismo por tu padre, porque antes has hablado de su dura infancia, de su propia educación, de sus propias luchas.
–Desde luego. Siento mucha comprensión por él. Creció en una pobreza extrema, no siempre tenía baños interiores. Cuando conoció a mi madre, apenas había ido al dentista. Nada de citas con el médico. Se crio en un pueblo superpequeño de Kentucky. Yo pasé parte de mi vida en Nashville, pero la mayor parte fue en Los Ángeles, en un barrio seguro, y no puedo comparar nuestras infancias de ninguna forma. Así que definitivamente tengo un lugar muy compasivo en mi corazón por la crianza de mi padre que no puedo entender del todo.
þTrabajaste tanto con tu padre y luego lo superaste en éxito. ¿Alguna vez pensaste que él se sentía competitivo o eclipsado por ello?
–Eso ha añadido un nivel de complejidad en mi familia, sin duda. Creo que a cualquiera que tenga un sueño le resultaría difícil ver cómo otra persona logra el suyo de una forma que imaginaste para vos.
–¿Tener hijos es algo que te interesa?
–No es algo en lo que esté enfocada. A pesar de ser una persona tan obstinada y segura de sí misma, es un elemento de mi vida al que nunca he estado superapegada a una respuesta de sí o no. Estaba hablando con mi padrastro y me dijo: “¿Por qué sos la única famosa sin una línea de maquillaje?”. Y yo le dije: “Porque no me apasiona”. “Esa es la respuesta correcta”, e dijo. Siento lo mismo por la maternidad. Nunca ha sido algo que me haya apasionado demasiado. Es mucha responsabilidad y devoción y energía, y si no te apasiona, no sé cómo podés pasar noches en vela y 18 años con lo que tuvo que lidiar mi madre. Y cuando digo 18 años, quiero decir 33, porque todavía soy una bebé. Así que nunca he sentido esa pasión. Ese fervor lo es todo para mí.