Ningún miembro de la familia Guinness trabaja actualmente en la empresa porque la cervecería ya no les pertenece. Aunque el apellido todavía es sinónimo de la famosa cerveza irlandesa, la compañía fue vendida hace décadas y ahora forma parte del conglomerado multinacional Diageo, que también posee marcas como Johnnie Walker y Smirnoff.
La decisión de desvincularse del negocio no fue necesariamente por conflictos internos, sino por el curso de los negocios familiares que, con el tiempo, pasaron a manos de corporaciones más grandes. A pesar de esto, algunos descendientes de la familia Guinness son figuras públicas en otros ámbitos, como el arte, la moda o la filantropía, pero no tienen participación ni influencia en la gestión de la marca.
No obstante, algunos miembros de la familia aún poseen acciones en Diageo y mantienen propiedades como la finca Elveden en Suffolk, pero ya no tienen influencia directa sobre sus operaciones comerciales.
La cervecería Guinness fue fundada en 1759 por Arthur Guinness, quien firmó un contrato de arrendamiento por 9000 años para establecer su fábrica en St. James’s Gate, Dublín. A lo largo de los siglos, la familia Guinness convirtió ese emprendimiento en un imperio cervecero global, con figuras como Sir Benjamin Guinness y Edward Guinness que expandieron el negocio y adquirieron títulos nobiliarios como el de Conde de Iveagh.
Sin embargo, en 1986, la empresa se fusionó con Grand Metropolitan, lo que dio origen a Diageo, un conglomerado multinacional que hoy es dueño de marcas como Guinness, Johnnie Walker y Baileys. Esta fusión redujo significativamente la participación de la familia en la compañía que, con el tiempo, dejaron de formar parte del consejo directivo y de la gestión operativa del negocio.
Este alejamiento también explica por qué la familia no estuvo involucrada en la producción de La Casa Guinness, que dramatiza los conflictos familiares del siglo XIX tras la muerte de Sir Benjamin Guinness. La serie se inspira en hechos reales, pero la familia actual no participa ni en la narrativa ni en la gestión de la marca.
Se trata de una producción original de Netflix, creada por Steven Knight, el reconocido guionista detrás de Peaky Blinders. La historia cuenta con dirección de Tom Shankland y Mounia Akl, y está protagonizada por un elenco destacado que incluye a Anthony Boyle, Louis Partridge, Emily Fairn y Fionn O’Shea, entre otros. La primera temporada está compuesta por ocho episodios, que ya están disponibles en la plataforma.
La historia se sitúa en Dublín, Irlanda, en el año 1868, justo después de la muerte de Sir Benjamin Guinness, el patriarca de la familia y responsable de convertir la cervecería Guinness en un imperio global. Su fallecimiento desata una feroz lucha por el poder entre sus cuatro hijos: Arthur, Edward, Anne y Ben, quienes deben asumir el control del negocio familiar mientras enfrentan secretos oscuros, traiciones internas, tensiones religiosas y conflictos sociales.
Con una estética cuidada y una gran narrativa, la serie combina drama histórico con intriga familiar, en un estilo que recuerda a Succession, pero ambientado en la Irlanda victoriana. Además de explorar el legado de una de las marcas más icónicas del mundo, también aborda las divisiones entre la élite protestante y la mayoría católica empobrecida del país, en un contexto de transformación social y económica.