CHISINAU, Moldavia – En los días finales antes de unas elecciones parlamentarias de alto riesgo, Moldavia se encuentra atrapada en una guerra de palabras. Mientras drones y misiles caen sobre la vecina Ucrania, aquí Rusia libra una batalla diferente con la Unión Europea sobre si el futuro del país estará ligado a Bruselas o Moscú.
Los esfuerzos de Rusia por atraer de nuevo a Moldavia, un antiguo estado soviético de apenas 2,5 millones de habitantes encajado entre Ucrania y Rumanía, a su órbita forman parte de una campaña más amplia para reafirmar su influencia en Europa del Este y evitar que sus vecinos se alineen formalmente con Occidente, una ambición que logró en gran medida en Georgia. El Kremlin también ha enfrentado acusaciones de interferir en las elecciones rumanas, un estado miembro de la OTAN.
Flanqueada por tres banderas moldavas y los círculos de estrellas doradas de la Unión Europea, la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, lanzó una sombría advertencia el 22 de septiembre sobre los esfuerzos de Rusia para interferir en las elecciones.
“El Kremlin está vertiendo cientos de millones de euros para comprar cientos de miles de votos en ambas orillas del río Nistru y en el extranjero”, dijo. “La gente es intoxicada a diario con mentiras. Cientos de individuos son pagados para provocar desorden, violencia y difundir miedo”.
Si Rusia llegara a obtener el control político de Moldavia, afirmó, “las consecuencias serán inmediatas y peligrosas para nuestro país y para toda la región”.
El presidente ucraniano Volodimir Zelensky también mencionó la urgencia de las elecciones durante su discurso en las Naciones Unidas el miércoles. “Europa no puede permitirse perder Moldavia”, dijo, y añadió que apoyar la estabilidad del país “no es costoso, pero no hacerlo tendría un precio mucho más alto”.
El discurso de Sandu llega mientras su Partido de la Solidaridad y Acción (PAS), de orientación proeuropea, enfrenta una dura batalla para mantener su mayoría frente a una coalición prorrusa, el Bloque Electoral Patriótico. El resultado de la votación del domingo podría ser decisivo para las aspiraciones de Moldavia de unirse a la unión, un objetivo que durante mucho tiempo pareció lejano pero que cobró impulso en Bruselas tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia.
Algunos expertos temen que, si el PAS pierde la mayoría en el parlamento, Moldavia podría seguir el destino de Georgia, otra exrepública soviética que regresó a la órbita de Moscú después de que un partido vinculado a un poderoso oligarca local dirigiera a los ciudadanos mensajes constantes sobre los peligros de alinearse con Occidente.
Rusia ya tiene tropas estacionadas en Transnistria, una región separatista de Moldavia, y contar con un poder afín a Rusia en Chisináu podría dar a Moscú otra vía de acceso a Ucrania, ya que su puerto clave de Odesa está a solo unas decenas de kilómetros (unas pocas docenas de millas) de la frontera moldava.
Tener un aliado en Moldavia también podría ayudar a Moscú a expandir sus operaciones de inteligencia en Europa, ya que muchos moldavos tienen ciudadanía rumana, lo que les da acceso libre para trabajar y vivir en la unión.
En 2024, una mayoría muy ajustada –50,46% contra 49,54%– votó a favor de unirse a la Unión Europea durante un referéndum, un mandato mucho más débil de lo esperado por el gobierno de Sandu. Elegida con una plataforma firmemente proeuropea y anticorrupción, Sandu ahora enfrenta la ardua tarea de acercar Moldavia a Bruselas en un clima político que, según ella, está saturado de desinformación rusa.
Impulsada por la guerra de Rusia en Ucrania, la Unión Europea ha tratado la candidatura de Moldavia con nueva urgencia e intensificado su ofensiva de seducción para contrarrestar la influencia de Moscú. Pero sigue siendo una incógnita si los esfuerzos de Bruselas serán suficientes para frustrar el creciente control de Rusia sobre el país.
El proceso de adhesión a la Unión Europea es largo y burocrático, en algunos casos lleva más de una década. Otros países candidatos se han impacientado con el proceso y algunos críticos advierten que Bruselas podría perder la oportunidad de ganarse a los moldavos si no acelera la adhesión.
El papel de Rusia
La política moldava –y especialmente sus elecciones recientes– ha estado marcada durante mucho tiempo por una dinámica de tira y afloja con Rusia. Pero desde la invasión a gran escala de Ucrania, el volumen y la intensidad de la desinformación han crecido de manera dramática.
“En el lado de la desinformación, las actividades se han multiplicado por diez”, dijo Watchdog, un grupo de expertos moldavo que monitorea campañas electorales, comparando esta campaña con las de los últimos dos años.
En videos de TikTok, discursos de la oposición y sermones dominicales en la iglesia, los moldavos son bombardeados con advertencias sobre los supuestos peligros de unirse a la Unión Europea, que van desde lo absurdamente trivial hasta lo sumamente incendiario.
Algunos afirman que la adhesión a la Unión Europea obligaría a los agricultores a remodelar sus gallineros para cumplir con estrictas normas europeas. Otros son mucho más siniestros, como el falso rumor de que Sandu había declarado una emergencia militar y prohibido a los hombres de 25 a 50 años salir del país en preparación para una guerra con Rusia.
Sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa Moldava, alineada con el Patriarcado de Moscú que bendijo la guerra de Rusia en Ucrania, son acusados por Chisináu de usar sus púlpitos para difundir la narrativa de que unirse a la Unión Europea socavaría los valores familiares tradicionales, después de que medios locales informaran que varios cientos de sacerdotes viajaron a Rusia en “peregrinaciones”.
“Occidente en declive, LGBT y guerra”, dijo el periodista y bloguero moldavo Dumitru Garcaliuc sobre las narrativas de propaganda que más calan entre los moldavos. “La guerra es el cuento de miedo más efectivo, ya que constantemente escuchamos que habrá guerra [si nos unimos a la Unión Europea]”.
Según NewsGuard, que rastrea la difusión de noticias falsas en línea, Moldavia ha sido blanco de más de 40 narrativas falsas, muchas de las cuales acusan a Sandu de corrupción y actividades ilegales, desde el anuncio de las elecciones parlamentarias en la primavera.
En el centro del esfuerzo ruso, según funcionarios de Chisináu, está Ilan Shor, un oligarca fugitivo que adoptó la ciudadanía rusa y presuntamente organizó una extensa operación de compra de votos reportada por primera vez durante las elecciones de 2023-2024. A los votantes se les ofrecía dinero a cambio de sus papeletas, con pagos procesados a través de un banco ruso y su propia criptomoneda.
Moscú ha negado durante mucho tiempo estar involucrado en las elecciones moldavas y, a su vez, ha acusado a Europa de “prepararse para ocupar” el país y llenarlo de soldados de la OTAN.
Historia de divisiones
Muchos factores en Moldavia juegan a favor de Rusia.
Durante siglos, esta franja de tierra estuvo en los márgenes de imperios que competían por el acceso al mar Negro y la influencia sobre el sureste de Europa. Fue absorbida por los imperios otomano y ruso, luego pasó a formar parte del Reino de Rumanía, y más tarde se integró en la Unión Soviética, hasta que declaró su soberanía en 1991.
Esta historia estratificada dejó a Moldavia fragmentada lingüística, cultural y políticamente. Ahora, se encuentra dividida en bastiones de lealtades opuestas: la capital y gran parte del centro de Moldavia tienden a votar a favor de la Unión Europea, mientras que regiones del norte y sur como Transnistria y Gagauzia se inclinan hacia Rusia.
“Tenemos un dicho en Moldavia: Chisináu se unirá a la Unión Europea antes que el resto del país”, dijo Anna, originaria de Gagauzia, subrayando la brecha entre el gobierno central y las zonas predominantemente rurales donde el partido de Sandu lucha por ganar terreno. Anna pidió que se omitiera su apellido para hablar libremente sobre la experiencia de su familia en Gagauzia.
Hoy, Gagauzia sigue siendo un enclave profundamente prorruso: en el referéndum de la Unión Europea de 2024, casi el 95% de los votantes se opusieron a la adhesión.
Mientras que Chisináu ha adoptado en gran medida el rumano –el idioma oficial utilizado en el gobierno y las instituciones públicas–, el ruso sigue siendo el idioma dominante en Gagauzia, lo que profundiza la sensación de aislamiento político y cultural de la región respecto a la capital.
Las relaciones empeoraron entre la capital y esta región cuando las autoridades centrales impugnaron la elección de la gobernadora prorrusa Evgenia Gutsul en 2023.
Tras su elección, Gutsul fue juzgada y sentenciada a siete años de prisión este agosto por cargos de canalizar fondos rusos no declarados al partido Shor. Días después de su arresto, escribió una carta al presidente estadounidense Donald Trump.
“Usted es el líder de una gran nación y yo soy la jefa de una pequeña región autónoma. Sin embargo, tenemos algo en común: ambos fuimos elegidos por el pueblo, a pesar de los esfuerzos de propaganda y la presión de las élites globalistas corruptas”, decía la carta escrita desde una prisión de Chisináu. “Le hago un llamado como defensor de los valores democráticos”.
Aunque no hay informes de una respuesta, la administración estadounidense previamente ha mostrado interés en casos similares. El vicepresidente JD Vance criticó duramente a las autoridades rumanas por anular elecciones ganadas por candidatos prorrusos tras denuncias de injerencia rusa.
En Gagauzia, el arresto de Gutsul consolidó la desconfianza profundamente arraigada hacia Chisináu y alimentó una narrativa frecuentemente escuchada en la televisión rusa de que el gobierno de Sandu se está convirtiendo en una “dictadura”.
“El PAS nunca fue muy popular entre los gagauzos y la gente prorrusa, pero esto ha exacerbado ese sentimiento”, dijo Anna, quien es votante del PAS pero cree que el enfoque del partido para tratar con un enclave prorruso resultó contraproducente. “No ven a Gutsul como una criminal que formaba parte de un esquema de Shor, sino como una víctima de persecución política”.
Describió cómo el resto de su familia depende de información transmitida de boca en boca por parientes en Rusia, y ve las redadas en busca del dinero de Shor como evidencia de las tendencias autoritarias del gobierno.
En septiembre, la policía informó que había recopilado informes de corrupción preelectoral contra 30.000 sospechosos, pero suspendió la imposición de multas con la esperanza de alentar a la gente a cooperar con los investigadores.
“El PAS está fallando en explicar a la gente por qué se están realizando estas investigaciones policiales, no de una manera que solo la élite de Chisináu entienda, sino que también la gente de los pueblos pueda comprender”, añadió Anna.
Garcaliuc, el periodista, dijo que el país está profundamente fragmentado. “El problema de Moldavia es que tiene varias Gagauzias”, que, según él, las autoridades no abordaron hasta hace muy poco. “Recién ahora se apresuraron a poner esfuerzo en las regiones”.
“Un lado ve maldad y falta de adecuación en Rusia. El otro lado ve que Europa tiene montones de sus propios problemas, y también Estados Unidos”, añadió.
La Unión Europea intensifica su acción
Moldavia es también un caso de estudio de cómo el cambio de política exterior de la administración Trump y el recorte de la ayuda exterior dejaron al país más vulnerable a las campañas de influencia del Kremlin.
La salida de USAID tuvo un efecto inmediato en la incipiente democracia moldava. El canal de YouTube de Garcaliuc, llamado “El País Pequeño”, que produce contenido en ruso para llegar a audiencias que no consumen medios moldavos, perdió gran parte de su financiación casi de la noche a la mañana. Lo mismo ocurrió con otros sitios web de investigación y grupos prodemocracia.
USAID también había financiado muchos proyectos agrícolas y de infraestructura, incluidas carreteras y escuelas.
La Unión Europea se movió para llenar el vacío dejado por la retirada de Estados Unidos, otorgando subvenciones a medios de comunicación en Moldavia y ayudando a rastrear y combatir la desinformación. Envió delegaciones, incluso a zonas prorrusas, para contrarrestar los rumores de que obligaría a los moldavos a cambiar su cultura a cambio de la adhesión.
“Están implementando reformas muy bien en este momento, pero si esta velocidad disminuye, también significará perder ciertos resultados”, dijo Marta Kos, responsable del programa de ampliación. Instó a los moldavos a no dar la espalda a los años de progreso ya logrados hacia la adhesión durante una visita en septiembre. “Completar las negociaciones para 2028 es posible si así lo desean”.
A diferencia de Georgia, donde el nuevo gobierno prorruso ha detenido su adhesión a la Unión Europea, el objetivo ha sido consagrado en la constitución moldava.
Pero para el gobierno de Sandu, luchar contra el Kremlin plantea dilemas. Los opositores prorrusos de Sandu llevaron los resultados del referéndum de la Unión Europea a los tribunales con la esperanza de anularlo y usaron la decisión de prohibir los canales de televisión rusos y el arresto de Gutsul para acusarla de violar la libertad de expresión.
Apuntar a individuos involucrados en sobornos masivos o a figuras religiosas sospechosas de trabajar a favor de Rusia corre el riesgo de alienar a segmentos de la población que ya desconfían del gobierno central.
“Estamos observando los límites del margen de maniobra de las autoridades porque, aunque la gente no esté de acuerdo con los sacerdotes, aún los respeta y no reaccionará bien si esposan a un sacerdote”, dijo Watchdog.
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