París, 27 may (EFE).- Qué mejor receta para encender la noche de París que programar a un parisiense. Gael Monfils encadenó su cuarto partido en la sesión golfa de Roland Garros y apoyado en esa magia remontó dos sets al boliviano Hugo Dellien 4-6, 3-6, 6-1, 7-6(4) y 6-1 en 3 horas y 36 minutos.
A sus 38 años, 21 después de su victoria en júniors, el galo se apuntó su triunfo número 40 en la tierra batida de su ciudad, empatando con Yannick Noah en la clasificación de las victorias francesas en su Grand Slam desde 1925, a una de Christian Boussus que las logró a principios del siglo pasado.
Y con su duodécimo triunfo a cinco sets en Roland Garros superó al serbio Novak Djokovic y al suizo Stan Wawrinka como gran especialista en duelos aguerridos.
Monfils se desenvuelve bien en el jolgorio y en la noche lo encuentra más fácilmente, jaleado por su público. Que se lo pregunten al argentino Sebastián Baez, que ya probó esa medicina en 2023.
El ambiente fue comiéndose a Dellien, que había encontrado una buena línea de juego en los dos primeros sets, sobreponiéndose a los intentos de Monfils de romper el ritmo y colocándose al borde de su tercer triunfo en Roland Garros, lo que le hubiera convertido en el boliviano en el jugador de su país con más victorias, una más que Mario Martínez.
Lo rozó la ‘Pantera’ de Trinidad, que se antepuso al guión del francés durante dos sets, pero acabó sumergido por la algarabía.
Confiando en el primer tramo, al boliviano afincado en Buenos Aires le fue pesando el partido, el ambiente, el bullicio, y sus golpes fueron perdiendo intensidad a medida que se agrandaba el galo.
El 90 del mundo comenzó concentrado, sin dejarse avasallar por el escenario ni por la gestualidad perpetua del veterano francés, que amagaba con la retirada y mermaba el ritmo del partido. Dellien mantuvo su trayectoria, convertido en un muro para los golpes del galo, número 42 del ránking, incapaz de superar al boliviano.
Dellien bajó el pistón en el tercero y eso dio oxígeno al francés. El público quería más juerga y la ‘Pantera’ no sabía como parar el festín. Pasaban dos horas y el francés lograba forzar un cuarto set.
La corriente cambió de dirección. Ahora era el boliviano quien sufría y Monfils el que acariciaba la remontada. Otra más en su hoja de servicios.
Ya no era cuestión de tenis, era de personalidad. A remolque todo el cuarto set, Dellien logró reaccionar en el último momento para forzar el juego de desempate, la escapatoria para la ratonera que le habían montado.
Pero el ambiente era ya irrespirable para el boliviano, una catarata de gritos en su contra.
Ni Monfils, ni el público, que entonaba La Marsellesa sin ningún rubor, iban a dejar escapar la voltereta al boliviano que sufrió en silencio, sin ningún gesto de desaprobación al ambiente hostil que le montaron.
Al boliviano le iba cambiando el gesto, poniéndosele cara de presa desvalida mientras el francés apretaba las fauces camino de la segunda ronda por décimo sexta vez en su ciudad. Solo dos veces ha caído en su debut en Roland Garros.
La cuesta se pone pendiente ahora para el galo, que ve como en su horizonte emerge la figura del británico Jack Draper, quinto favorito, uno de los tenistas de moda, finalista en el Masters 1.000 de Madrid, que consiguió su primera victoria en la tierra batida de París contra el italiano Mattia Bellucci, 3-6, 6-1, 6-4 y 6-2. Una tarea difícil que, quizá, cuente con la complicidad de la noche. EFE