Mora Godoy: el dolor por la muerte de su padre, su regreso a los escenarios y su batalla legal contra Mariana Brey

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Embajadora del tango en el mundo, la bailarina, coreógrafa y empresaria Mora Godoy volvió a subirse a un escenario después de mucho tiempo en el que estuvo dedicada a cuidar a su papá, fallecido en diciembre pasado. En una charla íntima con LA NACION, durante un breve descanso del ensayo en un teatro de la provincia de Mendoza, Godoy habló de la gira nacional e internacional de La máquina tanguera y contó cómo sigue el juicio que le inició a Mariana Brey hace cinco años.

La bailarina está sensible y se desarma cuando habla de Eulogio Godoy. Mientras intenta sin suerte no derramar lágrimas y recompone su voz, da detalles de cómo fueron estos últimos cuatro años y medio acompañando a su padre.

Mora Godoy está lista para volver al ruedo:

-Es tu gran regreso…

-Nunca paramos con los shows privados ni con la academia en Recoleta, que abrimos hace un año. Pero sí, ahora retomamos con los shows y los tours. Paré durante un largo tiempo porque después de la pandemia me dediqué a cuidar a mi papá hasta que murió. Y lo llevé a vivir conmigo. Falleció el 15 de diciembre del año pasado. Me cuesta hablar todavía… [llora]. Tengo miles de recuerdos porque más allá de que vivió los últimos cuatro años y medio conmigo, siempre fuimos muy compañeros. Es rara la comparación, pero cuando escucho que dicen que se murió “el marido de tantos años”, pienso en que mi papá me acompañó durante más de cincuenta años porque desde que nací estuvo a mi lado. Me acompañó en mi carrera, me enseñó a no tenerle miedo a nada, a salir adelante cuando el ambiente fue muy hostil, él siempre me apuntalaba.

-¿Qué te enseñó?

-Tantas cosas. También fue mi papá quien hizo que yo fuera empresaria. Él era economista, contador, y fue quien me enseñó muchísimo de negocios. Nosotros construimos esta marca. Por eso digo que era mucho más que un padre, un compañero de vida. A la noche nos preguntábamos dónde íbamos a comer, o quién se encargaba de la comida o qué hacíamos. También con mi hija Bianca, que ya tiene 18 años y estudia en la facultad. Charlábamos mucho de política; él militó muchos años y era muy político. Y durante los últimos años fue taxista además, y presidía una mutual de radiotaxis.

-¿Cómo era él?

-Era muy activo, muy deportista, y sobre todo era una mente brillante, muy culto. Era muy completo. Entonces se hace difícil [se le quiebra la voz]… Soy una persona fuerte y eso todos lo saben, pero por primera vez muestro un costado de mucha sensibilidad, más allá de la que pongo en el arte. Un poco me siento sin red porque era una persona que me cuidaba en muchos aspectos, también de los ataques… porque hay mucho machismo en este país.

-¿Y qué te ayuda a seguir adelante?

-Hoy estoy abocada ciento por ciento a mi hija y a mi trabajo, a esta gran vuelta que no es solamente profesional, sino un gran regreso después de haber vivido cosas muy fuertes. Mi papá me dejó una impronta luchadora y de vivir todo con mucha pasión. Era un transgresor y yo soy muy transgresora y toda mi carrera fue así.

-En La máquina tanguera hay un homenaje a tu papá…

-Sí, en una partecita del show, hay un homenaje a mi papá con Adiós Noninno, de Piazzolla. Él era un apasionado del tango y mi principal admirador, a pesar de que me criticaba mucho cuando no le gustaba algo porque no era una persona complaciente.

-¿Y qué te decía si no le gustaba algo?

-Si no le gustaba, me decía: “Este cuadro es una mierda, esto sacalo, esto cambialo, esto está bien”. Era sumamente exigente y esa exigencia es la que tengo yo, junto con una gran responsabilidad frente al público.

-¿Qué más tiene el espectáculo?

-Le pusimos La máquina tanguera porque yo me siento una máquina y con los chicos somos una máquina tanguera porque vivimos ensayando, haciendo coreografías nuevas. El show va desde lo más tradicional del tango como D’Arienzo, Pugliese, Troilo hasta el tango moderno y electrónico. Además, hacemos un concurso que le encanta a la gente porque interactuamos con el público que sube al escenario. Se divierten mucho y bailan con nosotros. Y hasta hacemos un tema de Ysy_a, con quien me presenté en el Movistar Arena hace dos semanas porque nos invitó a bailar en su show; no sabíamos si nos iban a tirar con tomates o les iba a gustar [risas]. Les encantó y tuvo una repercusión increíble.

-¿Cómo llegaste a ser su invitada?

-Fue mi hija la que me dijo que le escribiera por redes. Pensé: “¡qué locura, cómo le voy a escribir! ¿Me conocerá?”. Y me respondió enseguida y él y el manager tuvieron una generosidad inmensa. Entonces es una nueva Mora esta, otra versión de la Mora tanguera.

-¿Van a estar en Buenos Aires?

-Arrancamos con la gira nacional y el año que viene vamos a ir por el mundo; de hecho, en estos días viajo a España porque nos reunimos personalmente en Madrid. También estamos viendo en qué teatro vamos a presentarnos en Buenos Aires. Es muy movilizante este regreso para mí. La última vez que me subí a un escenario fue en el Teatro Coliseo con Mora Godoy 20 años, en 2021 y producida por Ariel Diwan, con un show impresionante que recorría toda mi carrera. Recién se estaban reabriendo los teatros. Después entré en el cuidado intensivo y dedicación a mi papá.

Godoy vs. Brey

Mora Godoy y su cruzada legal contra Mariana Brey

-Hace unos años le iniciaste un juicio por daños y perjuicios a Mariana Brey, ¿qué fue lo que pasó?

-Es un juicio que inicié en 2020 a ella y a dos bailarines que ella sentó en el programa y a la productora Mandarina, que quedó fuera del juicio hace poco, por común acuerdo y después de una charla. Lo inicié por el dolor inmenso que nos causó a mi papá, a mi mamá, a mi hija y a mí ver cómo ella formaba parte de la complicidad de una gran mentira, sabiendo perfectamente que yo nada tenía que ver, porque no fui empleadora de Tango porteño que es de Teatro Metro Sociedad Anónima cuyos dueños son Víctor Blanco y Diego Mazer desde hace más de veinte años y que ahora tienen otro show, porque nosotros estuvimos ahí con nuestro espectáculo durante dos años.

-Te acusa de no pagarle a los bailarines…

-Estoy muy lejos de ser la empleadora porque eran mis obras y yo bailaba. Entonces no tengo nada que ver con lo que se me acusa. Los dueños de Tango Porteño me pidieron por favor que esta pareja de bailarines que estaba con ellos bailando desde hacía 15 años formara parte del elenco. Todos fueron contratados por Teatro Metro y las facturas también consecutivas eran a nombre de esa empresa. Era muy fácil saber que yo nada tenía que ver. Ella dice que vio las pruebas y es mentira porque las pruebas que presentamos con mis abogados son las verdaderas, los contratos y las facturas de esta gente. Fue adrede, de un daño inconmensurable, inimaginable, de un dolor extremo que perjudicó muchísimo mi carrera en ese momento. Por suerte, después que inicié el juicio y presenté todo, las cosas cambiaron, pero hubo mucha maldad.

-¿Hablaste con ella?

-Debería haberme pedido perdón porque le mandamos una carta documento para que se retracte y pida disculpas, y ella redobló la apuesta. El juicio lleva cinco años y la única razón por la que todavía no está resuelto es porque ella no presentó ni una prueba ni testigos, y Teatro Metro no muestra ni presenta las facturas de los bailarines; ya tiene multas millonarias porque además esto está asentado en AFIP y no es algo que se pueda ocultar.

-¿Cómo estás vos?

-Yo estoy tranquila porque no soy ni fui empleadora, porque esto salió a la luz y es sanador; estoy segura de que mi papá me lo mandó de arriba. Ella ya perdió, más allá del juicio por el desprestigio que tiene. Cuando un periodista investiga, informa, y cuando un periodista miente, es cómplice. Obviamente, ella no da la cara ni le contesta a nadie, y solo una vez mandó un mensaje violento descalificándome. Yo no voy a contestar, fui a la justicia y la causa está en el Juzgado Civil número 19. Son cuatro hombres los que manejan Tango Porteño, los dos dueños y los dos gerentes, y la violencia y el abuso de poder y de autoridad que viví ahí adentro fue tremendo.

-¿Qué viviste?

-Esos dos años bastaron para que me destruyan anímicamente. Y a los cuatro meses mi papá se enfermó e hizo una metástasis absurda en los pulmones que ni los médicos entendían por qué. Tenía un peso perfecto, una dieta sana, no fumaba ni tomaba alcohol [llora]. Por eso, este volver y el abrazo del público es sanador.

-¿Y ahora?

-Más allá de que espero el fallo, siento que ya tuve justicia porque todos me acompañan y me abrazan. Nunca antes nadie me había visto llorar y ahora lloro en todos lados. El último año y medio estuve con medicación psiquiátrica porque fue muy duro; ya no tomo nada desde hace unos meses porque prefiero llorar. Y así como lloro, tengo una felicidad inmensa por la cantidad de oportunidades que realmente me merezco, porque trabajé toda la vida y el único error que pude haber cometido, y no fue un error, fue ayudar al laburante, visibilizar lo que estaba pasando ahí adentro porque tengo conciencia social. Y ahora subirme al escenario, brindarme y el cariño del público es lo mejor que me puede pasar.

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