Una mujer de 61 años ha fallecido por un golpe de calor en Cádiz mientras trabajaba en la vía pública y un hecho similar le ha costado la vida a un joven de 22 años en Jaén. Ambos presentaban antecedentes médicos contemplados dentro de los grupos de alto riesgo recogidos en el Protocolo Andaluz de Coordinación frente a los Efectos de las Temperaturas Excesivas sobre la Salud 2025. Aunque la Consejería de Salud no ha detallado la fecha exacta de los fallecimientos, situó los casos dentro del periodo supervisado por el servicio de Vigilancia de Salud, entre el 13 de julio y el 11 de agosto.
El último informe de la Consejería andaluza de Salud cifra en 1.783 las muertes registradas en España este verano que pueden atribuirse a los efectos de las altas temperaturas, un impacto que en Andalucía representa 141 fallecimientos desde el inicio de la temporada. Estos datos reflejan un aumento de 31 muertes respecto al mismo periodo del año pasado, lo que subraya la gravedad de las olas de calor en la región y la necesidad de reforzar las medidas de prevención dirigidas a los colectivos más vulnerables.
Durante este verano, los servicios sanitarios de Andalucía han atendido 897 urgencias relacionadas con patologías derivadas del calor; 598 casos ingresaron por atención primaria y 299 requirieron atención hospitalaria. Entre ellos, se confirmaron 18 golpes de calor, todos precisaron hospitalización y, de estos, siete personas han fallecido.
Un plan para proteger a los colectivos vulnerables
La monitorización diaria de la mortalidad, herramienta coordinada por el Ministerio de Sanidad dentro del Plan de Acciones Preventivas contra los Efectos de las Temperaturas Excesivas, permite estimar con precisión el impacto real del calor sobre la salud pública. El objetivo del protocolo regional se orienta a “reducir el impacto sobre la salud asociado al incremento de la temperatura estival y a posibles olas de calor, con especial atención a los colectivos más vulnerables”.
La estrategia del plan se apoya en la predicción de olas de calor suministrada por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y en la implementación de diferentes niveles de alerta, ajustados al grado de riesgo por exceso de temperatura. Además, el protocolo promueve la coordinación entre administraciones y organizaciones públicas y privadas con competencias en salud, para “identificar, seguir y atender a los grupos de riesgo, y para implementar medidas preventivas correspondientes en cada sector”.
Poblaciones de riesgo
Dentro de las poblaciones diana de especial riesgo figuran personas mayores de 65 años, enfermos crónicos, pacientes bajo tratamientos como diuréticos, hipotensores, antidepresivos, neurolépticos, anticolinérgicos y tranquilizantes, menores de 4 años, lactantes y personas con trastornos de la memoria o problemas de adaptación al calor, así como quienes consumen alcohol y drogas. El protocolo también advierte sobre el peligro para quienes viven solas, sin hogar, presentan dificultades económicas, están expuestas al calor en su trabajo —especialmente labores manuales al aire libre— o por la práctica de deportes de alta intensidad en las horas de mayor insolación, en especial entre las 14:00 y las 19:00 horas.
Las autoridades sanitarias insisten en que “la identificación de los grupos de población más vulnerables a los efectos del calor” resulta clave para mejorar la prevención y reducir los riesgos en futuras emergencias provocadas por temperaturas extremas.