El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, la Galería de las Colecciones Reales y el Museo Nacional del Prado no se han mostrado preocupados ante la posibilidad de que los visitantes dañen las obras mientras tratan de hacer fotografías, como ha ocurrido en la Galería Uffizi de Florencia, donde un turista rompió la obra ‘Retrato de Fernando de Médici, Gran Príncipe de Toscana’, del siglo XVII, al intentar adoptar una posición similar a la del protagonista de la obra.
«El riesgo cero nunca se puede conseguir, pero las medidas de seguridad en este museo son más que suficientes. Primero porque hay presencia de guardas, de vigilantes, en cada sala, que no es una cosa frecuente en los museos», ha valorado el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana, en una entrevista con Europa Press.
También se ha expresado en estos términos el director de la pinacoteca de Patrimonio Nacional, Víctor Cageao, quien ha rechazado la idea de prohibir los ‘selfies’ y ha defendido una seguridad que no sea «agresiva».
«La seguridad en los museos tiene que ser una seguridad eficiente, pero no agresiva. Si te presentas de una manera muy agresiva, para la visión de las piezas es desagradable. En la Galería hay vigilancia humana y hay medidas de seguridad, como hay en cualquier otro museo. Los recorridos, movimientos y desplazamientos del público están estudiados en este sentido», ha apuntado.
Otros museos españoles, como el Prado, optan por evitar que los visitantes puedan tomar ningún tipo de fotografía. «En el Prado no se toman fotografías a ninguna de las obras que están expuestas, así que este peligro no lo tenemos», ha asegurado el director adjunto de Conservación e Investigación del museo, Alfonso Palacio.
CRISTAL PARA PROTEGER LAS OBRAS HASTA DE UN «SIMPLE ESTORNUDO»
Aunque no todas las pinacotecas son partidarias de esta medida de seguridad, Solana ha recordado que en el Thyssen todas las pinturas cuentan con un cristal en la parte delantera que las protege de incidentes, desde un «bolígrafo mal dirigido hasta un simple estornudo».
Precisamente, la Galería Uffizi de Florencia no había preservado de esta manera la obra dañada. «Puede perjudicar en alguna medida la percepción de la pintura, puede ser una dificultad para disfrutar de la pintura, pero se gana considerablemente en seguridad», ha añadido Solana.
Así, ha alertado de que muchas veces determinados dispositivos que supuestamente deben proteger a las obras –como una base, un pedestal o una catenaria– provocan el efecto contrario, favoreciendo que los visitantes tropiecen.
«Las fotografías no tienen, en principio, ninguna relación con la seguridad. La gente toma fotografías y normalmente las toma a cierta distancia de la obra. No, cuando la gente tropieza suele ser por distracción, por inadvertencia, porque van sonámbulos o porque a veces la masificación es excesiva», ha zanjado.