¿Necesitamos crear ricos o riqueza? El interrogante planteado tiene fundamentos. No es lo mismo una cosa a la otra. Es más, podríamos exponer que ambas palabras pueden representar cosas antagónicas. Sin distinción en todos los países del mundo esta afirmación puede percibirse fácilmente.
La pregunta que nos hacemos en el título también nos invita a reflexionar acerca del modelo de capitalismo al que deberíamos adherir o cultivar para romper con el círculo vicioso de la decadencia. Una elección inteligente y racional alejada de sesgos determinados por las ideologías extremas que se retroalimentan. El fanatismo anula la razón. Los dogmas son un freno de mano sobre el método científico. En síntesis, salir de la trampa de los dos populismos que nos dominan: de izquierda y de ultraderecha. Uno que sostiene un modelo de distribución sin inversión y producción con claro sesgo anti empresa; y otro que solo apuesta a grandes capitales para la explotación de recursos naturales y con una indisimulada antipatía por el sector industrial.
En los países más pobres, antes y ahora, encontraremos ricos, sean gobernantes o empresarios. En la Argentina, en las provincias más pobres hay ricos, entre gobernantes y empresarios. Peor aún, en algunas de ellas se trata de las mismas personas que reúnen ambas condiciones. Como país, podemos contar con un buen número de ricos, pese a que por años no creamos riqueza y convivimos con la pobreza extrema.
“Team Ricos”, el equipo de ricos sin riqueza: el capitalismo tiene un lado oscuro que debemos resistir; el de los cultores del dinero acumulado en base a la destrucción de riqueza y prácticas corruptas: Jordan Belfort, Bernard Madoff y Michael Milken son ejemplos y la evidencia empírica que expone un modelo donde se crean ricos y no riqueza.
Entre nosotros, como país subdesarrollado con miras a serlo cada vez más, los ricos se liberan de impuestos, al tiempo que para reducir el déficit fiscal se ajusta el gasto sobre prestaciones a discapacitados, jubilaciones, universidades, y mucho más. También es cierto que existe un debate muy legítimo en este tema a escala global, impulsado por los que piden -y aquí lograron- esa eliminación, sosteniendo que esos recursos extraídos a los ricos por un impuesto a la riqueza implican a futuro menos fondos en ahorro para financiar la inversión.
La teoría siempre es maravillosa. Pero en nuestro país, mucho más que en los países desarrollados, esos recursos disponibles para los ricos que no pagan más impuestos se van en muchos casos al exterior o se convierten en un yate más grande, en un nuevo avión privado, en más y mayores mansiones de veraneo en el exterior, o sumar un Porche o Ferrari más a la colección. No van a inversión y creación de empleo sino a satisfacer el ego y una frívola autosatisfacción mediante el consumo. O, más grave, a financiar políticos que sepan que hacer por ellos al llegar a un lugar de poder.
En contrapeso digamos que tampoco contribuirían a crear riqueza los fondos de un impuesto si un gobierno (nacional o provincial) los gasta para financiar la construcción de hegemonía política. Los impuestos deben asegurar bienes públicos -educación, salud, seguridad- e incentivar la innovación, emprendimientos y pymes al igual que toda actividad que se constituya en fuente de riqueza y empleo de un modo sostenible (económica, social y ambiental).
El ”team ricos” aquí referido es el que carece de empatía por su entorno y por la dramática crisis social que se agrava fuera de sus burbujas. Es el que mantiene excedentes guardados en sobres para emergencias, los que ahora se ahorran con la eliminación de impuestos a su patrimonio. Son los actores de un capitalismo creador de ricos y no de riqueza. En nuestro país muchos son noticia reciente en los diarios. En escala mayúscula pueden verlos en un galardonado documental estadounidense llamado Inside Job, sobre la crisis financiera del 2008 en los EE.UU.
Ricos filantrópicos
Dejamos afuera a los ricos -solo respecto a estas críticas- que desde fines del siglo XIX mantienen una cultura inspirada en la filantropía fijada como una incipiente idea de lo que significa la responsabilidad social. El precursor de esta afiliación empresaria fue Andrew Carnegie, uno de los primeros multimillonarios surgidos con la Segunda Revolución Industrial a partir de la industria del acero, a fines del siglo XIX. Carnegie escribió El Evangelio de los Ricos, que es una fuerte defensa del capitalismo ortodoxo de entonces donde se naturalizaba la diferencia entre ricos y pobres, sosteniendo que era buena e intrínseca al funcionamiento del sistema. Sin embargo, planteaba el deber moral de practicar la filantropía como forma de buscar equilibrio social: “La gente adinerada debe llevar un estilo de vida modesto y proyectar una imagen pública positiva”; “Quienes tienen medios económicos están obligados a ayudar al prójimo”; “Los ricos tienen en su poder, durante su vida, la posibilidad de ocuparse de organizar beneficencias de las cuales las masas de sus conciudadanos obtendrán ventajas duraderas”. Consistente con su visión terminó donando en el final de su vida la casi totalidad de su fortuna.
Muchos multimillonarios siguieron las enseñanzas de Carnegie. El 8 de mayo de este año Bill Gates anunció públicamente que la Fundación Gates dejaría de existir en 2045, ya que planifica donar en los 20 años restantes el 99 % de su fortuna, calculada en U$S 113 mil millones. Al anunciarlo declaró: “Hay demasiados problemas urgentes que resolver como para que pueda retener recursos que podrían usarse para ayudar a la gente. La gente dirá muchas cosas sobre mí cuando muera, pero estoy decidido a que ‘murió rico’ no sea una de ellas”.
Creadores de riqueza que inspiran:
Existieron y existen líderes con propósito y no avaricia. Son los creadores de riqueza que nunca pensaron en ser ni parecer ricos. Kris y Doug Tomkins formaron un matrimonio muy especial (Doug falleció en 2015). Millonarios estadounidenses fundadores de tres empresas de escala internacional, The North Face, Esprit y Patagonia Inc., adoptaron una filosofía para aplicar en sus vidas: la preservación y reproducción de la naturaleza. Lo hicieron en sus empresas aplicando sistemas de producción sostenibles y difundiendo estas ideas a sus clientes. Fueron empresarios muy exitosos hasta que cambiaron de actividad. Vendieron sus empresas y pasaron a ser millonarios en naturaleza.
En 1993 se radicaron en la Patagonia en el sur de Chile y desde entonces se han convertido por medio de la organización Tomkins Conservation, en los conservacionistas más productivos del planeta. Adquirieron tierras para crear reservas naturales. Así, sumaron en unos 30 años cientos de miles de hectáreas para la preservación y estímulo de cultivos bajo prácticas ecologistas. En Chile crearon el Parque Pumalín en la Región de Los Lagos con una extensión de 287 mil hectáreas. En la Argentina desde 1997 extendieron sus actividades adquiriendo estancias y más de 141 mil hectáreas para la protección de la biodiversidad en el Iberá, provincia de Corrientes. En el año 2000 Conservación Patagónica -creada por Kris Tomkins- financió la compra de 66 mil ha en la Patagonia argentina para luego donarla a la Administración de Parques Nacionales para transformar el lugar en el Parque Nacional Monte León, que es el primero ubicado sobre la costa del país. Ampliando el trabajo en el Iberá, los Tomkins adquirieron 108 mil ha de plantaciones y campos ganaderos bordeando los Humedales de esa región donde se comienza un programa de restauración ecológica para ser convertidos luego en modelos de producción sustentable y orgánica (estancias Aña Cua y El Tránsito).
Desde 2007 los Tomkins adquirieron en Entre Ríos tres estancias, Laguna Blanca, Alto Feliciano, y Malambo, todas destinadas a la producción orgánica. La obra de los Tomkins es más amplia que lo que aquí sintetizamos, invirtiendo en la difusión de la sostenibilidad; libros, investigaciones, fondos de inversión, fundaciones; todas iniciativas a las que volcaron su dinero y el 100 % de sus vidas durante las últimas décadas.
Yvon Chouinard, creó en su juventud una empresa junto a unos amigos (entre ellos los Tomkins): Patagonia. Este es el modelo de la empresa exitosa en el mundo basada en la sostenibilidad y el triple impacto (económico, social, ambiental). Creó riqueza -producción y trabajo- por décadas, pero nunca le importó convertirse en rico. El 14 de septiembre de 2022 publicó una carta titulada “La Tierra es ahora nuestro único accionista”. Una misiva pública donde brevemente recorre su vida como emprendedor “… Comencé como artesano, haciendo equipo de escalada para mis amigos y para mí, luego me metí en la ropa. A medida que comenzamos a presenciar el alcance del calentamiento global y la destrucción ecológica, y nuestra propia contribución a ello, Patagonia se comprometió a utilizar nuestra empresa para cambiar la forma en que se hacían los negocios…” para finalizar anunciando un cambio disruptivo para la empresa que implica una renuncia expresa a ser rico: “…En lugar de extraer valor de la naturaleza y transformarlo en riqueza para los inversores, utilizaremos la riqueza que crea la Patagonia para proteger la fuente de toda riqueza. Así es como funciona: el 100% de las acciones con derecho a voto de la empresa se transfieren al Patagonia Purpose Trust, creado para proteger los valores de la empresa; y el 100% de las acciones sin derecho a voto se habían entregado a Holdfast Collective, una organización sin fines de lucro dedicada a combatir la crisis ambiental y defender la naturaleza. El financiamiento provendrá de Patagonia: Cada año, el dinero que ganemos después de reinvertir en el negocio se distribuirá como dividendo para ayudar a combatir la crisis…”.
Pymes y emprendedores: riqueza sin ricos
Una cultura de los negocios que no se guía por la avaricia es la que reina en el ecosistema pymes y emprendedores. Son los actores centrales en una economía impulsada por la iniciativa e innovación aquí y en los países exitosos.
Una familia, un grupo de amigos, se constituyen como la fuente de creación de emprendimientos que en muchos casos logran generar escala de sus negocios, llegando incluso a convertirse en empresas “unicornio”.
Las pymes y emprendedores son los actores económicos que producen en base al empleo y por eso constituyen una pata fundamental de la mesa para que esta no se caiga y la sociedad se rompa aún más. Es la actividad empresarial que distribuye ingresos y genera equidad y por ello son un contenedor social en toda crisis. El dinero que pagan en negativos impuestos a la producción (IB) son tal vez un empleo y salario menos o una máquina que no renuevan; no un auto lujoso menos.
Como ecosistema productivo la Argentina se integra en un 98 % con pymes y pequeños emprendimientos, generando el 70 % del empleo registrado. Es desde aquí que se construye el “capitalismo emprendedor” mientras el “capitalismo oligárquico” acumula Porsches y yates amparados por contratos estatales; para seguir las clasificaciones que Baumol, Litan y Schramm hacen de los modelos de capitalismo.
La riqueza debe financiar más creadores de riqueza y no estimular el consumo obsceno o la especulación: trabajadores y empresarios del campo, de la industria, de la economía del conocimiento hoy comparten estrategias y logran generar sinergias que permiten acelerar la innovación y así aumentar la competitividad de cada sector. Muchas tecnologías como drones en el campo, programas de IA para la gestión de trazabilidad y calidad de la producción son fases de la nueva transición hacia una economía más dinámica e integrada. Estas innovaciones que son parte de la IV Revolución Industrial y las estrategias de sostenibilidad son la oportunidad para potenciar ese 98 % de empresas privadas dentro de nuestra economía. Las pymes y el emprendedurismo resuelven problemas económicos creando valor al tiempo que son un catalizador para las familias y la sociedad por medio del trabajo. Los ejemplos a seguir no son los ricos que son “ni”: ni innovación ni creación de empleo.
Los ingresos públicos originados en un impuesto a la riqueza que no debió derogarse, aunque si redefinirse, sumado a la legislación económica, deberían dirigirse a este ecosistema y no a crear -únicamente- regímenes especiales privilegiando a los sectores extractivos que en ningún país del mundo han sido determinantes para generar desarrollo. Chile es un país minero y sin embargo es subdesarrollado y con mucha inequidad. Venezuela es petrolero con la mayor reserva de crudo del planeta y se arrastra en la pobreza. Alemania y Japón no tienen recursos naturales que explotar, pero si un entramado de pymes y emprendimientos que son fuente de creación de riqueza, muy lejos del frenesí del “Team Ricos”.
Abogado, Mg. en Economía Circular, Universidad de Burgos; profesor de Economía Política, F. de Ciencias Jurídicas y Sociales, UNLP