Next to normal immersive. Autores: Brian Yorkey y Tom Kitt. Idea y concepto: Pablo del Campo. Intérpretes: Alice Ripley, J. Robert Spencer, Ema Giménez Zapiola, Valentín Zaninelli, Axel Munton. Participación especial: Adam Pascal. Vestuario: La Polilla. Iluminación: Ariel Ponce. Sonido: Alejandro Zambrano, Gastón Briski. Visuales: Deslince. Dirección musical: Tomas Mayer Wolff. Dirección general: Simon Pittman. Dirección asociada: Mela Lenoir. Sala: Centro Audiovisual Inmersivo (CAI), Jorge Newbery 3039. Funciones: viernes y sábados a las 20 y 22; domingos a las 18 y 20. Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: muy buena
Casi normales es uno de los musicales más exitosos que se ha presentado en Buenos Aires en las últimas décadas. Su primera representación se realizó en 2012 en el teatro Liceo, con dirección de Luis Romero y, en 2021, tuvo una segunda versión, dirigida esta vez por Julio Panno, en la sala Metropolitan.
Durante alrededor de once temporadas la obra, escrita por Brian Yorkey y Tom Kitt, logró no solo conquistar a los espectadores porteños sino que hasta generó profundos admiradores que asistieron al espectáculo en numerosas oportunidades.
El argentino Pablo del Campo, quien fue productor y traductor de la versión original, decidió realizar una adaptación del texto. Lo redujo a 60 minutos e imaginó presentarlo en un espacio no convencional al que califica de “inmersivo”. Su estreno se concretó en Barcelona, en el marco del Festival Grec en 2022.
En esta actualización del material, los espectadores deberán sentarse en pequeños puffs diseminados en estratégicos lugares del CAI. Y si bien la acción de la obra se desarrolla siempre en el centro del espacio, los actores deambulan libremente entre el público, sin interactuar con él. También existe la posibilidad de tomar una ubicación en una grada, aunque esto impide ser participe directo del efecto que busca generar el proyecto.
Así la historia de la familia Goodman se presenta ante la mirada del espectador de una manera muy íntima, lo que provoca no solo estar muy cerca de los intérpretes sino, además, seguir la trama estando envuelto por una serie de imágenes que se proyectarán en las paredes y en el piso del espacio que no intentan más que reproducir la conflictiva mente del personaje de Diana, la protagonista (cuyo cuerpo se ve alterado por continuos medicamentos que no hacen más que alejarla de la realidad). De esta forma la emoción de quien observa va progresivamente creciendo, tal como les sucede a los intérpretes del espectáculo.
Protagonizada por los actores y cantantes que estrenaron la propuesta en el off Broadway en 2008 y al año siguiente en Broadway, Alice Ripley (ganadora en su momento del premio Tony) y J. Robert Spencer el elenco se completa con los jóvenes argentinos Ema Giménez Zapiola, Valentín Zaninelli y Axel Munton. El actor norteamericano Adam Pascal (ex protagonista de otro reconocido musical, Rent) tiene unas pequeñas participaciones a través de una pantalla, asumiendo el rol del psiquiatra de Diana. Si bien resulta muy conmovedor ver a aquellos primeros protagonistas de esta comedia musical, debemos reconocer que sus cualidades artísticas se mantienen intactas y resulta verdaderamente placentero verlos en acción poniéndose, nuevamente, en la piel de estos seres tan desolados.
Algo similar sucede con los tres actores locales que, cada uno a su turno, va aportando a la vida de sus personajes una riqueza sumamente atractiva y consiguen, junto a los experimentados protagonistas, dar forma a una propuesta muy consolidada. Se genera entre ellos una relación muy fuerte, como si en verdad hace tiempo que conviven en escena.
Para quienes no conocen el material original no resulta demasiado significativo que se hayan reducido situaciones y eliminado algunas canciones. La historia original continúa teniendo la contundencia que merece. El universo de esa familia devastada por la muerte de un hijo, cuya madre no logra sobreponerse al dolor que eso le ha causado, haciendo que su entorno no pueda alcanzar “la normalidad necesaria” para asemejarse a una familia feliz, sigue convirtiéndose en un discurso muy potente, aunque aquí los efectos tecnológicos lo distancien un poco.