Nicolás Otamendi, una de las razones por la que los jugadores de Auckland City le pedirían al presidente que eche al DT

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Todo es fiesta en Nueva Zelanda. Sí, aunque ya hayan transcurrido más de 48 horas desde la igualdad (1-1) que Boca no pudo romper en la última jornada del grupo ante Auckland City, el único representante en el Mundial de Clubes del país oceánico y del propio continente, con una condición de “amateur” como ha sabido reconocer su entrenador Paul Posa. Hasta aquí parecía tan sólo una historia de héroes totales desde la visión neozelandesa y no dejará de serlo, aunque sí tendría un capítulo final insólito: los futbolistas se habrían unido en exigirle al presidente la expulsión del propio DT.

La drástica decisión habría surgido hace una semana atrás, previo al duelo frente a Benfica, correspondiente a la fecha 2 del grupo, en la que los portugueses se terminaron imponiendo por un 6-0 lógico. Antes de sentarse en la conferencia de prensa que FIFA obliga a realizar un día antes del encuentro, Posa habría preguntado en la intimidad de su plantel quién era el capitán de “Las Águilas”, por si alguna pregunta acerca de su figura surgía entre la prensa, algo que finalmente no sucedió.

Los jugadores de Auckland City, una vez arribados a Nueva Zelanda, pedirían la destitución de Paul Posa, en principio, por desconocimientos básicos.

Claro, se trataba nada menos que de Nicolás Otamendi. Al técnico, de 63 años, que también obra en su día a día como dentista (al igual que sus jugadores semiprofesionales, que tienen una profesión a la par), le había quedado fija la imagen de un aguerrido central con la capitanía en el brazo izquierdo y el número ‘30′ en la espalda que, en el debut ante el “Xeneize”, había conseguido el penal que le ocasionó Carlos Palacios para que su equipo descontara y, a falta de siete minutos para el final, había saltado sin marca y con absoluta convicción para marcar el empate.

Evidentemente, tenía presente su influencia y ascendencia en el conjunto rojiblanco, pero no el nombre. Si bien en esas primeras horas pasó disimuladamente por alto, la situación quedó en la memoria de los futbolistas de Auckland. Y hasta se pudo potenciar por la última consulta que recibió en aquella atención a los periodistas: su opinión sobre Bruno Lage, el director técnico del equipo que terminó clasificado en la primera posición.

Nicolás Otamendi fue trascendental para que Benfica rescatara un punto significante ante Boca, pero Paul Posa parecía no conocerlo más allá de esas acciones del debut.

“No sé qué decir. Sé que es reciente, creo que tomó las riendas de su equipo hace poco. ¿Es verdad?“, comenzó su intento de respuesta totalmente incorrecta: Lage está a cargo de los portugueses desde septiembre de 2024. Al no recibir respuestas, afirmativas o negativas, decidió generalizar y así dar por terminada su participación en la previa. ”Mira, sólo puedo decir que Benfica es un rey europeo. Y si él es el entrenador de ese equipo, debe ser muy bueno. Vimos el partido con Boca y tuvieron un gran carácter. Así que algo está haciendo bien. Eso es todo lo que puedo decir».

El plantel de Auckland aún no ha llegado a su tierra, pero al hacerlo todo indica que actuarían como trascendió en las últimas horas: encararían al presidente del club, Ivan Vuksich, para pedirle que eche a Posa con el argumento de que, evidentemente, no está a la altura de todo lo que necesita un equipo semejante, que partió desde lo más bajo hacia un torneo internacional demasiado prestigioso.

Con el agravante, según ellos, de no conocer a un jugador que hace dos años y medio salió campeón del mundo con la selección argentina. “Se va él o nos vamos todos nosotros”, sería la frase (tradicional ante un conflicto) que también utilizarían estos jugadores que, de todas maneras, no paran de sonreír por lo que lograron ante el conjunto de Miguel Ángel Russo.

Christian Gray, el zaguero y maestro de escuelas que puso el cabezazo del empate ante Boca que le aportó un millón de dólares adicional al club: los premios lo quiere la liga neozelandesa.

Aunque a medias: también ya están al tanto de un problema mucho más amplio que incluye directamente a la Federación Neozelandeza de Fútbol. Resulta que la entidad le reclama a los clubes miembros los ingresos referidos a premios logrados en competiciones que se realizan por fuera de su fútbol nacional. En el plantel completo empieza a haber cierta furia al saber que la entidad quiere quedarse con gran parte de los aproximados US$ 3.500.000 que se aseguraron con la presencia en Estados Unidos y el millón de la moneda norteamericana extra, obtenidos por la igualdad ante Boca.

Así las cosas, serán horas de negociaciones para Auckland City tras la sorpresa grata que se regalaron y le aportaron al fútbol de su continente. Por un lado, con los mandamases del fútbol neozelandés para cobrar un dineral que creen lógicamente merecerse y, por otro, con su propio presidente para lograr lo que estarían pensando hace días: que Paul Posa deje de ser el hombre que los dirija.

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