Nile Rodgers: el particular pedido de Bowie, su colaboración con Bizarrap y los “conciertos” de Chic

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En la noche del 31 de diciembre de 1977, Nile Rodgers y su amigo y compañero de banda Bernard Edwards hacían fila para entrar a una fiesta de Año Nuevo organizada por su amiga Grace Jones en la histórica disco neoyorquina Studio 54. Pero un fallo de logística arruinó el plan: sus nombres no estaban en la lista y lo único que recibieron a cambio fue un portazo en la cara y un “Fuck off!” (“Váyanse a la mierda”) por parte del seguridad del lugar. Rodgers y su socio se fueron caminando repitiendo esa frase como un mantra, un chiste compartido entre dos camaradas, y de repente una experiencia negativa se revirtió cuando la dupla la reformuló a un formato ATP y fonéticamente similar (“Freak out”, o “enloquezcan”) y la convirtió en el latiguillo de “Le Freak”, el single con el que Chic, la banda que ambos compartían, incendió las pistas en pleno furor de la música disco.

 Lejos de ser un caso aislado, el éxito de “Le Freak” fue tan solo una muestra del poderío de Chic, un combo que creó varios de los hits que fueron bandera del género que marcaba el ritmo de la Gran Manzana a mediados de los 70. Sin repetir y sin soplar, “Dance, Dance, Dance (Yowsah, Yowsah, Yowsah)”, “Good Times”; “Everybody Dance” y “I Want Your Love” sentaron las bases de un estilo que de a poco todos quisieron adoptar: desde Michael Jackson a ABBA, pasando por los Bee Gees y Electric Light Orchestra, todos parecían tomar nota del manual de estilo de Chic, caracterizado por la derecha endiablada de Rodgers, capaz de rasguear su guitarra a una velocidad casi percusiva.

De a poco, Rodgers comenzó a escalar cada vez más alto en la gran montaña del pop y las grandes figuras comenzaron a disputarse su talento como compositor y productor. Estuvo sentado detrás del timón en la creación de discos clásicos de David Bowie (Let’s Dance), Madonna (Like a Virgin), Duran Duran (Notorious), Mick Jagger (She’s the Boss) y The B-52’s (Cosmic Thing y Good Stuff), además de ser autor (e intérprete) de hits de INXS, Kylie Minogue, Coldplay, Grace Jones, Christina Aguilera, Lady Gaga, Beyoncé, Coldplay y Daft Punk, por mencionar solo algunos nombres. Y, como se verá más abajo, acaba de sumar una colaboración más que equivale a bordar una cuarta estrella sobre el escudo de la camiseta de la selección argentina.

 Muchas de esas facetas son las que Rodgers presentará en vivo el próximo martes 20 de mayo en el Movistar Arena acompañado de la versión actual de Chic, con un show en el que conviven los grandes éxitos de la banda que lo tuvo como capitán, junto con los que firmó, grabó y/o produjo para terceros, en una noche que podría transcurrir hasta más allá de lo impensado en términos de tiempo. “Cada tanto nos extendemos y terminamos haciendo un show de dos horas y media, casi tres. Imaginate tocar por tanto tiempo y que cada canción que estás tocando todos la conocen, solo no saben que vos las hiciste”, le dice a LA NACION entre risas desde un camarín en Los Ángeles, tan solo minutos antes de subirse a un escenario, su hábitat natural desde hace más de cinco décadas.

Con Chic no solo repasa los clásicos de la banda sino también las canciones que compuso para artistas como Madonna y Carly Simon

–En la lista de temas de tus shows conviven todos hits de Chic con los temas que compusiste o produjiste junto a Madonna, David Bowie, Daft Punk y Diana Ross, un viaje que engloba a la historia del pop moderno. ¿Cómo te sentís cuando ves todo ese recorrido en un mismo recital?

–Es fantástico, porque puedo ver la historia de mi vida en la música. Para mí, en mi corazón no hay nada más emocionante ni valioso que ver la reacción del público; se trata de las canciones y el sentimiento. No dicen: “Ah, un tipo solía cantar eso pero ahora lo están haciendo mujeres”, o: “Esa es de Madonna, pero esa no es su voz”; aprecian el hecho de que sea mi canción. Siempre intento explicarle a la gente: si fueras a ver una orquesta tocar la Sinfonía Nro. 7 de Beethoven, el contenido sería el mismo, lo que cambia es que hay distintas personas interpretándola a través de los siglos. Lo que importa es la interpretación de la orquesta y su director; el concepto básico de la música es el mismo. De eso se trata Chic, por eso hacemos todo en vivo. No usamos pistas de apoyo secretas o clicks de ningún tipo, lo que es muy interesante, porque el 95% de los artistas, incluidos los más grandes del mundo, lo hacen. Creo que lo hacen porque creen que los fans necesitan tener la música perfecta y que todo tiene que salir exacto, con escenografías y cosas así. Y sí, si hacés un show como ese, tiene que estar todo perfecto. Pero nosotros no hacemos un show, hacemos un concierto.

 –¡Pero suena perfecto!

–(Hace un ademán con modestia) Suena bien, pero no puede ser perfecto. Lo cambio todo el tiempo, no toco “Le Freak” igual dos veces seguidas aunque sea la misma canción. Por eso decía antes de la orquesta sinfónica. La obra es la misma, pero está abierta a su interpretación, especialmente cuando tenés músicos que saben cómo improvisar y tocar sus partes y alejarse de eso por un rato, como los músicos de jazz. De hecho casi todos mis músicos provienen del jazz y aprendieron cómo tocar pop.

Nile Rodgers

–Con cinco décadas de carrera a cuestas, ¿cómo ves al pop actual?

–Fantástico, me estoy divirtiendo muchísimo. Amo la música, tengo muchos discos que están por salir. Hice un par de discos de K-Pop a los que les fue muy bien, trabajé con Steve Aoki y estuvo increíble. A mí me encanta la música, no me importa si es electrónica, hip hop, jazz, disco o lo que sea. Justo ayer estuve trabajando con Biza [Bizarrap], y fue la primera vez que hacíamos algo juntos. Fue increíble, y eso que yo estaba muy cansado porque había estado toda la noche trabajando. No dormí, fui al estudio y le conté que estaba muy contento de trabajar con él porque en breve voy a estar en Argentina. Empezamos a tocar y fue buenísimo desde el primer momento. A pesar de que yo estaba cansado, me hizo sentir como nuevo, totalmente descansado, vigorizado y lleno de energía.

 –¡¿Trabajaste con Bizarrap?! ¿Cómo se dio eso?

–Simplemente nos llamamos por teléfono y arreglamos (se ríe). Hablamos porque queríamos hacer algo juntos, y fue gracioso porque él tuvo que viajar a Nueva York desde donde estaba, y yo tenía que hacerlo desde Los Ángeles, así que solo teníamos un par de horas para trabajar. Yo tenía que volver a casa porque empezaba de nuevo la gira, así que tenía que hacer mis valijas y salir a la ruta. Pero en esas horas en las que coincidimos hicimos un montón de música. Fue increíble porque pudimos encarar distintos estilos. Empezamos a jugar y él me pedía: “a ver, tocá algo tipo bossa nova” y yo intentaba meter unos acordes sobre sus beats; fue muy divertido.

–Más allá de los estilos, hay algo muy personal tuyo que es tu manera de tocar, con tu mano derecha marcando el ritmo de manera acelerada. ¿Cómo salió eso?

–Es algo heredado de la vieja escuela del R&B, los guitarristas de James Brown tocaban así y fue parte del funk primigenio. Tocar así fue muy importante porque no teníamos máquinas que mantuvieran el tempo en semicorcheas, lo único que podía usar era mi mano. Si escuchás el tema de Chic “I Want Your Love” es un gran ejemplo de eso, es un ritmo que nunca para, suena como un telégrafo (imita el rasgueo con la boca). Me encanta tocar así porque es algo a lo que trato de no ir en un primer lugar, pero cuando estoy tocando con otra persona y le doy diferentes ideas de cómo hacer la canción, casi inevitablemente terminamos volviendo a eso porque aman ese sonido que mantiene el ritmo. Es algo muy natural para mí hacer eso, ni siquiera le digo a un artista: “che, ¿por qué no hacemos como ese disco de Michael Jackson?”. Lo hago a mi manera y tomo ideas que sé que a todos nos gustan pero trato de reinterpretarlas. Así es la música. En el mundo de hoy, los artistas toman el disco directamente y lo reproducen para samplearlo o para hacer una interpolación, que es básicamente lo mismo. Yo prefiero tomar la idea y decir “dejame ver si puedo reinterpretarla y sacarle algo nuevo”.

–Tanto en Chic como en tus colaboraciones, tu obra suena atemporal. ¿Existe una receta o una fórmula que las canciones perduren en el tiempo?

–No, simplemente intento hacer lo que mi corazón y mi espíritu dicen que tengo que hacer ese día. Cuando hicimos Let’s Dance, David Bowie me dijo que quería hacer, como le decimos en Estados Unidos, un “evergreen record”, algo que fuera como saliera esa misma mañana, sin que importara nada más. Me mostró una foto de Little Richard, donde aparecía vestido con un traje rojo al lado de un Cadillac del mismo color y con el pelo también teñido de rojo, todo era monocromático. Era una imagen que parecía del futuro, pero podías darte cuenta de qué época era por el modelo del auto. Y las palabras exactas de David fueron: “Nile, cariño, quiero que mi disco suene a como se ve esto”, y entendí a qué se refería. No quería algo que sonara viejo (canta “Maybellene”, imitando la voz de de Chuck Berry), quería algo que fuera como esa imagen. Y esa foto podía ser del año 2805, o de 1983, cuando hicimos el disco. Se sentía como algo atemporal, y cuando me lo dijo, inmediatamente empecé a incorporar ese concepto en mi caja de herramientas del aprendizaje. Lo mismo pasó con Daft Punk, fue exactamente igual. ¿Cómo hacés un disco que se sienta futurista? Bueno, ellos se fueron hacia el pasado para hacerlo, y eso me pareció muy cool. Cada disco antes de Random Access Memories lo habían hecho por ellos dos solos, hasta que hicieron Tron y ahí entendieron cómo se sentía trabajar con otros músicos y dijeron: “Por qué no hacemos un disco así?”. Y ese fue el resultado que podés escuchar en “Get Lucky” y “Lose Yourself to Dance”.

–Al momento en que empezó a aparecer el uso de la IA en la música, dijiste que no te intimidaba. ¿Por qué no le tenés miedo?

–Porque creo que la música es arte. No usé IA todavía, pero siento que para mí sería otro color más con el que pintar. Vayamos atrás en el tiempo: antes de las máquinas de ritmos, antes de los secuenciadores y de los sintetizadores, la música sonaba de determinada manera y se sentía bien en nuestros corazones. Pero después apareció este nuevo aparato, la máquina de ritmos, y me tomó mucho tiempo usarla, pero cuando lo hice, hice algo que para mí era revolucionario, que fue “Why”, de Carly Simon. Cuando recién la había comprado hice la banda de sonido para una película llamada “Alphabet City”, y la película no fue un gran éxito pero de todos modos yo estaba muy orgulloso de esa música. Hace poco un productor me preguntó “Nile, ¿cómo hiciste para tener el contragolpe en el primer compás en ese tema?”, y mi respuesta fue: “bueno, porque tenía la máquina a disposición”. Armé una base, sonaba bien y me puse a hacerle una melodía. No podría haber escrito una canción así si no hubiera tenido la máquina, así que creo que muchos artistas van a hacer cosas increíbles con la IA porque es muy poderosa. ¿Por qué habrías de intentar detener el progreso?

–Tal cual y sabemos que es imposible de detener…

–Siempre querés que las cosas sean mejores, y si hay una manera de hacerlo… Yo solía ser un corredor amateur de carreras y los autos en los que aprendí a manejar, si bien eran avanzados técnicamente, no eran nada comparados con cualquier auto que puedas comprar ahora; son mucho más avanzados. La primera vez que agarré un auto y tenía frenos computarizados no entendía nada, mi pensamiento era: “un momento, yo sé cómo hacer frenar un auto, no necesito nada que me ayude a hacerlo”. Finalmente me terminé acostumbrando y lo amé, porque podía hacer las dos cosas. Ahora, la limusina de mi chofer tiene piloto automático, y muchas veces sus manos ni siquiera están en el volante, simplemente ve cómo el auto se maneja solo. Lo veo y me muero de miedo, pero hasta ahora no tuvimos ningún accidente.

 

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