Mañana por la mañana, bien temprano, se conocerá el nombre del, o de los (máximo tres) personas que obtuvieron el premio Nobel en economía. A la ceremonia se accede través de Nobelprize.org. No se asuste si al comienzo no entiende nada, porque primero hablan en sueco, y luego en inglés. Aviso para economistas: terminado el anuncio, en la misma página web se publica scientific background, una muy útil monografía donde se reseñan las contribuciones de los galardonados, y las referencias bibliográficas más importantes. Se aprende mucho leyéndola. La ceremonia de entrega del premio tendrá lugar a mediados de diciembre.
Al respecto, conversé con el norteamericano Douglass Cecil North (1920 – 2015), quien afirmó que recién comenzó a entender la teoría económica cuando consiguió su primer trabajo, en la universidad Washington, en Seattle, y comenzó a jugar ajedrez con Donald F. Gordon. Enseñó en la universidad de California y en la universidad Washington, con sedes en Seattle y St. Louis. El año que pasó en el National Bureau of Economic Research fue muy importante en su carrera profesional. En 1993 compartió el premio Nobel en economía con Robert William Fogel. Según Claudia Goldin, Fogel es principalmente el empiricista, North, el gran teorizador.
– Usted jugó un rol importante en el desarrollo de la nueva historia económica, denominada Cliometría. Por Clio, la musa de la historia.
– El término fue acuñado por Stanley Reiter, un economista matemático que colaboró con los dos primeros cliometristas, Lance Davis y Jonathan Hughes. En 1937 y 1960 Ronald Harry Coase planteó la conexión crucial entre instituciones, costos de transacción y teoría neoclásica. Los trabajos de Armen Albert Alchian, Steven Ng Sheoug Cheung, Harold Demsetz y otros pusieron sobre la mesa la cuestión de los derechos de propiedad y los costos de transacción. Me encaramé sobre estos precursores y planteé una teoría de las instituciones, mostrando su relevancia para la historia económica. Mi contribución no es una idea única, sino un concepto básico que se fue mejorando y expandiendo de manera continua a lo largo del tiempo, y que mostró su utilidad al ser aplicado a la historia económica.
– ¿Cuál es su crítica a la teoría neoclásica?
– Es una herramienta inapropiada para analizar y prescribir políticas que induzcan el desarrollo. Hay que retener el supuesto fundamental de escasez, pero modificar el supuesto de racionalidad. La historia demuestra que las ideas, las ideologías, los mitos, los dogmas y los prejuicios tienen importancia.
– Mañana se conocerá quién obtuvo el Nobel en economía en 2025. ¿Cuáles son las estadísticas hasta 2024?
– Fue creado cuando, al cumplir 300 años de existencia, el Banco Central de Suecia no tuvo mejor idea que conmemorar la fecha, financiándolo. Entre 1969 (primer año que se otorgó) y 2024 96 personas lo obtuvieron, 26 de ellas de manera individual; 40 en grupos de dos y 30 en grupos de tres. Fueron 93 varones, tres mujeres.
– ¿Usted tacharía de la lista a algún galardonado?
– No. Algunos son más fácilmente explicables que otros, pero no creo que a alguno lo podamos calificar como “inmerecido”. Por el contrario, una de los aspectos valiosos del premio Nobel es haberle dado visibilidad a valiosas investigaciones subestimadas u olvidadas por la profesión. A propósito: no todos los galardonados tienen entrenamiento económico. Daniel Kahneman, por ejemplo, estudió psicología.
– ¿Qué edad tenían, en el momento de ser galardonados?
– En promedio, 66,8 años. Leonid Hurwicz tiene el récord máximo, porque lo recibió cuando tenía 90 años –Lloyd Stowell Shapley se le acercó mucho, ya que lo recibió a los 89 años-; Kenneth Joseph Arrow, galardonado en 1972, fue el “Benjamín” del grupo hasta 2018 inclusive, porque se lo otorgaron cuando tenía 51 años; pero en 2019 fue desplazado por Esther Duflo, quien cuando lo obtuvo todavía no había cumplido 47 años. De los 96 premiados, 47 fallecieron. Vernon Lomax Smith, nacido en 1927, es el más viejo de los que viven. En 2024 falleció Kahneman.
– ¿Cuánto tiempo vivieron, luego de recibir el Nobel?
– En promedio, 17,6 años. Encabeza la tabla Arrow, quien vivió 45 años más, seguido por Paul Anthony Samuelson, quien vivió 39 años más. William Spencer Vickrey, en el otro extremo, murió pocos días después de que se lo otorgaran, y por consiguiente no pudo pronunciar la conferencia Nobel. 1943 y 1953 fueron los años en que nacieron más premios Nobel: cuatro (en 1943, Kydland, Sargent, Spence y Stiglitz; en 1953, Bernanke, Diamond, Krugman y Tirole); 2013, aquel en que fallecieron más galardonados: cuatro (Buchanan, Coase, Fogel y Klein).
– ¿Es cierto que el Nobel de Economía es un “premio americano”?
– Cincuenta y cuatro de los 96 galardonados nacieron en Estados Unidos (56,2% del total) y 25 en otros países, pero migraron y desarrollaron su carrera profesional en dicho país (sumados, equivalen a 82,3% del total). Los 17 restantes nacieron tres en Inglaterra, dos cada uno en Alemania, Francia, Noruega y Suecia, y uno cada uno en Chipre, Escocia, Holanda, India, Indias Occidentales y Rusia.
– ¿Qué se obtiene con el Nobel: fama, dinero?
– Fama seguro, y muchas veces exagerada. Porque, como bien explicaron varios galardonados, les comienzan a preguntar no sólo sobre economía sino sobre cualquier otro tema. ¿Dinero? Ofertas, múltiples y muy suculentas. Cuánto las utilizó cada galardonado, depende de cuestiones personales.
– Falta un Nobel argentino.
– Veremos. Por ahora no fue galardonado ningún latinoamericano, o ningún japonés.
– Tengo muchas ganas de obtenerlo. ¿Le parece que le envíe mi currículum al Comité Nobel, o que algún amigo lo haga por mí?
– No se lo recomiendo, para no hacerle perder su tiempo. Assar Carl Eugen Lindbeck, quien durante las primeras décadas gerenció el premio, explicó las rígidas normas que se siguen. Con un año de anticipación el Comité Nobel, a un centenar de economistas les pregunta quiénes serían candidatos. A partir de esa información se confecciona una lista de varias decenas de personas, que se va depurando. Hasta llegar a una “lista corta”, de cuatro o cinco, sobre las cuales se pone una exigente lupa.
– Samuelson afirmó que el premio Nobel no cumple el criterio de bienestar planteado por Vilfredo Pareto, porque genera a lo sumo tres personas felices, pero varias decenas de desilusionados.
– Lo mismo se puede decir de un certamen deportivo. Es cierto que hoy a la noche algunos economistas no podrán conciliar el sueño, sentados al lado del teléfono, esperando el ansiado llamado desde Estocolmo. El resto de los seres humanos dormiremos tranquilos, y mañana nos enteraremos del apellido de los nuevos galardonados, y las razones por las cuales fueron premiados.
– Don Douglass, muchas gracias.