La logística no solo mueve productos; también es una barrera estratégica frente a riesgos sanitarios que pueden paralizar sectores enteros. En el caso de la apicultura argentina —un rubro con fuerte peso en el comercio internacional—, el desafío es evitar que el Pequeño Escarabajo de las Colmenas (PEC) cruce las fronteras y se instale en el territorio nacional.
Esta plaga, ausente en Argentina pero detectada en Brasil, Bolivia y Paraguay, tiene el potencial de generar graves daños productivos y comerciales. Su impacto sería doble: reduciría la capacidad de producción de miel y comprometería la condición sanitaria que permite a la Argentina acceder a mercados internacionales exigentes.
Fronteras como puntos críticos
Para contener el riesgo, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) mantiene activa la alerta sanitaria declarada en 2016 y refuerza los controles en puestos fronterizos. Allí, agentes especializados inspeccionan el ingreso de viajeros y cargas para impedir que entren al país abejas, material apícola vivo, miel u otros productos como propóleo, sin la certificación sanitaria correspondiente.
En caso de detectar elementos de ingreso restringido, el protocolo logístico es claro: decomiso inmediato, registro en acta y destrucción en presencia del usuario. Este circuito no solo busca eliminar la posible vía de ingreso del PEC, sino también preservar la trazabilidad y transparencia del procedimiento ante el sector productivo y las autoridades sanitarias.
Trazabilidad en los traslados internos
El control no se limita a las fronteras. La logística interna de la apicultura también está sujeta a medidas estrictas. Todo traslado de colmenas y material apícola vivo dentro del país debe estar amparado por el Documento de Tránsito electrónico (DT-e), que certifica el origen y destino del movimiento.
Este requisito aplica tanto para núcleos, paquetes de abejas y celdas reales como para reinas. El DT-e es clave para garantizar la trazabilidad, ya que permite a las autoridades identificar rápidamente los puntos de origen y destino en caso de que se detecte un foco de PEC. Sin este sistema, un traslado no controlado podría facilitar la dispersión de la plaga en cuestión de días.
Logística sanitaria: más allá del transporte
La estrategia de prevención no se limita al movimiento físico de colmenas. Incluye también medidas en el terreno productivo: mantener colmenas fuertes y bien nutridas, ubicar los apiarios en zonas soleadas, controlar otras plagas que puedan debilitarlas y evitar espacios vacíos dentro de las colmenas que sirvan de refugio al insecto.
Estas prácticas, aunque parecen rutinarias, forman parte de una logística sanitaria integral que conecta la producción con el comercio exterior. El objetivo es reducir al mínimo las posibilidades de que la plaga encuentre condiciones favorables para instalarse.
Un desafío con dimensión regional
El riesgo de ingreso del PEC es transfronterizo. Su presencia en países vecinos convierte a la coordinación internacional en un elemento clave. Las medidas argentinas se complementan con alertas, capacitaciones y recomendaciones a productores apícolas, con el fin de mantener la condición de país libre de la plaga.
La prevención es también una cuestión comercial. Argentina ocupa un lugar relevante en el ranking mundial de exportadores de miel, por lo que cualquier restricción sanitaria derivada de la presencia del PEC podría afectar el flujo logístico hacia mercados como la Unión Europea, Estados Unidos o Asia.
Respuesta rápida ante sospechas
La velocidad de reacción es otro factor crítico. Ante la sospecha de la presencia del PEC, el Senasa insta a recolectar ejemplares sospechosos en un frasco con alcohol y notificarlos de inmediato, evitando mover las colmenas hasta confirmar el diagnóstico.
La notificación puede realizarse a través de canales digitales, telefónicos o de forma presencial en oficinas del organismo. Este sistema multicanal busca reducir los tiempos de reporte y aumentar la capacidad de respuesta en el terreno.
Una logística invisible pero decisiva
La lucha contra el Pequeño Escarabajo de las Colmenas es un ejemplo de cómo la logística, la sanidad y el comercio exterior están interconectados. Desde los controles fronterizos hasta la trazabilidad de los traslados internos, pasando por las prácticas preventivas en el campo, cada eslabón del proceso cumple un rol para preservar la competitividad de la cadena apícola argentina.
En este contexto, la prevención no es solo una medida sanitaria: es una estrategia logística que protege un sector exportador clave, asegura el cumplimiento de los estándares internacionales y resguarda el lugar de Argentina en el comercio global de la miel.