En una reciente columna publicada en LA NACION, se alertó sobre la supuesta consolidación del crimen organizado en la Hidrovía Paraná-Paraguay y la supuesta ineficacia de las estrategias argentinas para combatirlo. No obstante, un análisis detenido de los datos y de los resultados operativos muestra un panorama más positivo que el que plantean las percepciones alarmistas.
En primer lugar, no existen elementos objetivos que permitan afirmar que el crimen organizado se esté fortaleciendo en el país. Más bien, la evidencia disponible apunta en sentido contrario. Según datos oficiales, en 2024 nuestras Fuerzas Federales incautaron 11.861 kilos de cocaína, un 62,5% más que en 2023 y representando el segundo registro histórico.
Este crecimiento en incautaciones tiene su correlato en el aumento de operativos y detenidos. En 2024, se llevaron a cabo 24.179 operativos antidroga, un 20% más respecto a 2023, y se desarticularon 65 grandes organizaciones criminales activas. Asimismo, y lejos de los análisis mitológicos, vale destacar, que no se han recibido reportes de arribo de cargas significativas de cocaína a Europa con origen en la Argentina.
Uno de los indicadores más relevantes es la situación en Rosario, ciudad que fue durante años el epicentro de la violencia narco en el país. Según el Observatorio de Seguridad, los homicidios dolosos en Rosario cayeron un 65% en el primer trimestre de 2025 respecto al mismo período de 2024. Este descenso no es casual: obedece a la combinación de intervenciones policiales focalizadas, la intervención penitenciaria para aislar a líderes criminales y el fortalecimiento de la capacidad investigativa de las fiscalías locales. Si el crimen organizado estuviera realmente consolidándose, un descenso tan marcado sería difícilmente explicable en esta querida ciudad portuaria.
En el plano internacional, Argentina ha fortalecido su perfil de cooperación regional especialmente en seguridad marítima y portuaria. Hoy brinda asistencia técnica a Paraguay, Ecuador y Uruguay en materia de perfilamiento portuario, gestión de riesgos y operativos conjuntos. Además de ser parte activa del programa SEACOP de la Unión Europea, Argentina acaba de incorporarse al Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico (MAOC), con sede en Lisboa, lo que la integra formalmente a la red de coordinación euro-latinoamericana contra el tráfico marítimo de estupefacientes.
Esta estrategia ha tenido su reconocimiento imparcial a nivel internacional. Según el Índice Global de Crimen Organizado de GITOC, Argentina se encuentra por encima del promedio regional en resiliencia contra el crimen organizado, mostrando niveles sostenidos de capacidad estatal frente a amenazas criminales. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha reconocido en documentos recientes que el país ha desarrollado una exitosa estrategia de seguridad integral que combina prevención, fortalecimiento institucional y operaciones de inteligencia. Por su parte, el Departamento de Estado de EE.UU. mantuvo en su último informe a la Argentina entre los países con menor riesgo para turistas en América Latina, algo que difícilmente se sostendría si el país estuviera sumido en un proceso de captura por parte del crimen organizado.
Todo esto no significa negar los desafíos: la hidrovía es potencialmente un corredor estratégico para las organizaciones criminales, y la presión debe mantenerse. El debate sobre el crimen organizado y el narcotráfico requiere rigor. Sin rigor, corremos el riesgo de alimentar narrativas que no solo son inexactas, sino que además pueden debilitar el respaldo social y político a políticas que, justamente, están empezando a dar resultados.
Porque, claro, aunque el liderazgo decidido de la ministra es innegable, “no alcanza con una ministra…”, y menos aún alcanza con un simple eslogan. Alcanzan, en cambio, el trabajo coordinado, silencioso y el firme apoyo del presidente. Resultados que no buscan titulares: toneladas incautadas, homicidios descendiendo, organizaciones desarticuladas, cooperación internacional consolidada. Lejos de meras declaraciones, una verdadera política de seguridad que castiga al crimen organizado y que se mide en hechos, no palabras.