El acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, largamente esperado y ahora en proceso de ratificación, emerge como una oportunidad crucial para la Argentina en un contexto global marcado por la incertidumbre. En un mundo donde el proteccionismo estadounidense y la creciente influencia de China en América Latina reconfiguran las alianzas comerciales, este tratado bilateral ofrece un respiro y un potencial impulso para nuestra economía, especialmente en el sector ganadero.
Cuando estudiamos el impacto en los diferentes productos ganaderos encontramos resultados bien interesantes. La primera mala noticia se deriva del ya conocido salto exponencial brasileño. En cadenas como la porcina o la aviar es muy probable que nuestro vecino termine acaparando la mayor parte de la cuota preferencial.
Pero la carne vacuna se presenta como la estrella del espectáculo para la Argentina. No se trata solo de un beneficio arancelario, sino de una conjunción de factores que nos colocan en una posición privilegiada. Somos líderes regionales, poseemos un volumen exportador considerable y la reducción arancelaria, si se implementa correctamente, puede significar una ventaja competitiva sustancial frente a nuestros socios del Mercosur.
En particular, los trozos bovinos congelados, representan una oportunidad inmediata. La Argentina ya es el tercer exportador mundial en este rubro, generando alrededor de 200 millones de dólares anuales. La reducción del arancel desde un 12,8% + €300/100 kg a un 7,5% abre la puerta a redirigir una porción significativa de estas exportaciones hacia el mercado europeo.
En particular, los trozos bovinos congelados, representan una oportunidad inmediata
En carne vacuna deshuesada, cortes como el lomo, el bife de chorizo y el asado son particularmente atractivos. Aunque competimos con Brasil y Paraguay, la reducción del arancel específico (12,8% + €303,4/100 kg) ofrece un margen para crecer. La clave aquí será diferenciarnos en calidad y aprovechar la ventana de oportunidad para consolidar nuestra posición en la UE. Se estima que 40.000 toneladas de carne deshuesada podrían beneficiarse de esta rebaja arancelaria.
Más allá de la carne, el sector quesero también se presenta como una veta valiosa. La Argentina lidera la oferta regional de quesos, especialmente en variedades frescas, requesón y quesos de pasta dura o semidura como Gouda, Edam o Provolone.
El acuerdo abre una ventana real para insertarnos en el mercado europeo gracias a la preferencia arancelaria, que en algunos casos implica bajar aranceles de hasta €221,2/100 kg. Nuestra capacidad exportadora actual, de 27.000 toneladas anuales promedio, nos posiciona favorablemente para absorber la mayor parte de la cuota asignada. Oportunidades similares se presentan en otros productos lácteos como leche maternizada.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Para aprovechar al máximo estas oportunidades, se requiere una estrategia proactiva y coordinada. Es crucial que exportadores y asociaciones de productores se preparen para este nuevo escenario. Esto implica intensificar el diálogo público-privado, formar un equipo técnico capacitado para las etapas posteriores a la aprobación del acuerdo y fortalecer las capacidades de autocertificación.
Además, casos como la reciente aplicación del Reglamento 1115 en la UE, relativo a la deforestación, introduce un desafío en términos de trazabilidad. Adaptarse a estos requisitos será crucial para mantener el acceso al mercado europeo, pero también puede interpretarse como una oportunidad para innovar y agregar valor a nuestros productos.
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En resumen, el acuerdo UE-Mercosur representa un nuevo punto de partida para el sector ganadero argentino. Desde Endógena estudiamos oportunidades para aumentar las exportaciones netas y cuál es la mejor estrategia adaptativa para ese escenario.
En estas ramas de la ganadería existe la oportunidad de crecer en montos relevantes que pueden generar un impacto significativo en nuestra economía. Estas son las cartas fuertes que debemos jugar con inteligencia y estrategia en este nuevo tablero global. No podemos darnos el lujo de desaprovechar esta oportunidad histórica.
El autor es socio director de Endógena Consultora