El Gran Ducado de Luxemburgo se destaca internacionalmente por ser un Estado con una de las economías más prósperas del mundo.
Ubicado entre Bélgica, Francia y Alemania sobre un terreno montañoso repleto de bosques, “Lux”, como lo apodan sus ciudadanos, es el séptimo país más pequeño de Europa, con una superficie que no supera los 2586 kilómetros cuadrados. Sus idiomas oficiales son el luxemburgués, el francés y el alemán, en ese orden y la población total es de 677.411 personas, según el último censo realizado en 2023. Muchos de ellos son inmigrantes que llegan de distintas partes del mundo motivados por las oportunidades laborales que allí se ofrecen. Incluso, hay una comunidad argentina muy grande.
Destino turístico poco convencional, Luxemburgo es una alternativa ideal para quienes buscan conocer otra cara de Europa. Caminar por sus calles es como transportarse en el tiempo. Luxemburgo, la capital, parece sacada de un cuento, un lugar de ensueño que ha albergado a duques y príncipes. A grandes rasgos, la arquitectura de la ciudad es medieval, aunque también combina elementos del diseño francés con un toque alemán, y de noche, sus edificios iluminados, irradian una elegancia cautivadora.
En cuanto a la gastronomía, ocurre algo similar: sus platos también tienen influencia de los países vecinos. Pero además, los fanáticos de la cocina francesa encontrarán todo tipo de påtisserie: desde los icónicos macarrones y tartaletas de frambuesa hasta pain au chocolat y croissants.
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Por su parte, los amantes de la cocina alemana podrán disfrutar de cervezas artesanales, pretzels, goulash, kartoffelsalat (ensalada de papas con cebolla y panceta, generalmente condimentada con vinagre) y bratwurst, la típica salchicha alemana que suele servirse con mostaza.
Un viaje en el tiempo
Luxemburgo se recorre fácil y rápido. Su centro histórico, conocido como Ville Haute, es famoso por sus edificios antiguos, tiendas comerciales, cafés y restaurantes. Además, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994 porque se considera un ejemplo histórico de una ciudad fortificada con murallas, torres y laberintos que se han mantenido intactos a lo largo del tiempo.
Este casco antiguo es pequeño y elegante y está rodeado de espacios verdes como el Parque de la Ciudad, ideales para disfrutar en estos días de verano. También lo atraviesan puentes: el más famoso es el Adolphe, inaugurado en 1903 y considerado uno de los símbolos de la ciudad.
Una de las atracciones más emblemáticas de su centro histórico es el “ascensor”, una instalación vidriada que conecta la parte alta con la baja de la ciudad y regala una imponente vista panorámica. Otro de los imperdibles es el Castillo de los Duques, ubicado estratégicamente sobre una colina y que permite apreciar la ciudad desde lo alto. Esta construcción del siglo X también es considerada un símbolo histórico y cultural y fue declarada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Cerca del centro se encuentra Grund, un barrio ubicado en la parte baja, famoso por sus vistas al valle y su abundancia de bares y restaurantes. En esta pintoresca zona, la onda es total y se recomienda visitarla por la tarde, momento en que los locales salen de trabajar y van de after office. Otro de los barrios más populares de Luxemburgo es Kirchberg, el distrito financiero donde conviven bancos, oficinas y edificios totalmente modernos. Además, para los seguidores del arte, se encuentra el Museo de Arte Moderno (Mudam).
A la lista de barrios se suma Gare, una zona alrededor de la estación de tren cuyo ritmo es un poco más caótico que el resto de los distritos de la ciudad. Allí hay oficinas, viviendas, hoteles y tiendas comerciales. Por otro lado, los visitantes que buscan vida nocturna podrán recorrer Clausen, una de las zonas más animadas, conocida por su ambiente joven.
La mejor época para visitar Luxemburgo es en verano, principalmente entre junio y agosto, cuando los días son largos y las condiciones climáticas muy agradables. Durante esta época, la ciudad se llena de flores y se puede disfrutar de actividades al aire libre como el senderismo, visitas a los lagos y recorrer bodegas. Entre las más importantes se destacan: Domaine Goldbierg – Benoît & Claude, en la región vinícola, rodeada de montañas. Domaine Henri Ruppert ofrece visitas y degustaciones de toda su línea de vinos, producidos a partir de técnicas sostenibles.
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Además, a fines de junio, Luxemburgo se viste de fiesta con la celebración del cumpleaños del duque, considerado uno de los eventos más grandes y populares, que consta de dos días de fiesta que incluyen conciertos gratuitos, desfiles y fuegos artificiales.
Sin embargo, ir a Luxemburgo entre noviembre y diciembre también tiene su encanto, ya que la ciudad se cubre de nieve, luces y mercados navideños.
En Luxemburgo, moverse es muy sencillo: cuenta con un sistema de transporte público eficiente de tranvías, autobuses y trenes que es gratuito desde 2020. De todas maneras, es una ciudad muy amigable para recorrer a pie o en bicicleta, dado que las distancias entre los distintos barrios son cortas.
En los alrededores
A pocos kilómetros de la ciudad, en la frontera norte con Francia y Alemania, hay muchos pueblitos y ciudades que se pueden visitar. Para quienes disfrutan de la ruta, vale la pena alquilar un auto y recorrerlos sin apuro. También se puede optar por el tren; en ambos casos, el recorrido ofrece caminos dignos de postal, sinuosos y rodeados de la campiña.
Uno de los lugares que vale la pena conocer es Metz, esta joya francesa que combina arte, historia medieval y naturaleza, se encuentra aproximadamente a 55 kilómetros de la capital. Rodeada por los ríos Mosela y Seille, está compuesta por 20 puentes soñados. Invita a perderse por sus calles y dejarse sorprender por su arquitectura, detenida en el tiempo.
Un punto imperdible es el Centro Pompidou, sede del icónico museo de arte de París. Este sitio alberga exposiciones temporales de arte moderno y contemporáneo de prestigiosos artistas, además de funcionar como centro de conferencias. Otro atractivo es la Catedral de Saint-Étienne, considerada una de las más importantes de Francia y famosa por tener la mayor superficie de vitrales góticos de Europa.
Las plazas de Metz son otro de sus encantos. Estos amplios espacios naturales funcionan como lugares de encuentro para familias y amigos, así como sedes de eventos y mercados gastronómicos. Algunas de las más destacadas son: Place de Chambre, rodeada de restaurantes; Place d’Armes, que conserva su identidad del siglo XVIII; y Place Saint-Louis, que refleja un estilo medieval.
Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988, Estrasburgo es la capital de la región de Alsacia, también en Francia. Situada cerca del río Rin, es sede de instituciones como el Parlamento Europeo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. A nivel turístico, la Catedral de Notre-Dame es una parada obligada. Esta imponente obra de estilo gótico comenzó a construirse en 1015 sobre los restos de otra catedral que sufrió un incendio, y fue considerada durante muchos años el edificio más alto del mundo, con sus 142 metros de altura.
La Petite France es uno de los barrios más antiguos y pintorescos de la ciudad, rodeado de canales y calles adoquinadas, donde se encuentran casas de entramado de madera que conservan sus fachadas originales. Es perfecto para recorrerlo sin rumbo. Antiguamente habitado por pescadores y molineros, este encantador barrio invita a caminar y dejarse sorprender.
Los amantes del arte y la historia pueden visitar el Palais Rohan, un sofisticado palacio del siglo XVIII que alberga tres museos: el de Bellas Artes, el de Artes Decorativas y el Arqueológico. Otra opción es el Museo Alsaciano, cuya colección de muebles, vestimenta y herramientas de época transporta a los visitantes en el tiempo, ideal para explorar el pasado y las tradiciones de la Alsacia.
Quienes visiten la ciudad entre noviembre y diciembre, podrán sumergirte en un ambiente mágico, disfrutar de su icónico mercado navideño y maravillarse con el imponente árbol de Navidad que adorna la Plaza Kléber.
Otro destino cautivador es Colmar, la ciudad que, según se cree, inspiró a Walt Disney para crear la aldea de La Bella y la Bestia en su clásico filme de 1991. Conocida por su arquitectura medieval y casas de entramado de madera de colores vibrantes, Colmar posee una historia fascinante. Durante siglos, fue disputada entre Francia y Alemania, dejando una marcada influencia en su arquitectura y gastronomía.
Uno de los barrios más pintorescos es la Petite Venise, rodeado de canales del Río Lauch y puentes, como el Saint-Pierre y el Turenne, que ofrecen vistas panorámicas. Aquí, las calles angostas de adoquines invitan a caminar y descubrir rincones llenos de locales comerciales, librerías y cafés. Durante la Navidad, sus canales se llenan de magia con un mercado navideño flotante.
El Mercado Cubierto –Marché Couvert– es uno de los más tradicionales, ideal para deleitarse con productos locales como vinos y quesos, sumergiéndose en los sabores autóctonos de la Alsacia. Los fanáticos de la arquitectura tienen su parada obligatoria en la Casa de las Cabezas, un edificio renacentista con una fachada compuesta por 100 cabezas esculpidas. Además, pueden visitar el Museo Unterlinden y la Iglesia San Martín, entre otros. Colmar es también un punto de partida ideal para recorrer la Ruta del Vino de la Alsacia.
Datos útiles
Dónde comer:
- Big Beer Company. Este restaurante se especializa en comida luxemburguesa y cervezas de origen local y artesanal, una opción ideal para quienes buscan sumergirse en esta cultura gastronómica. El ambiente es informal, descontracturado y animado.
- The Gudde Wellen. Este bar es conocido por su elegante terraza, que ofrece vistas panorámicas de la ciudad e invita a relajarse mientras se disfruta de un picoteo, un aperitivo y música en vivo. El mejor momento para visitarlo es al caer el sol, aprovechando su ambiente distendido y social.
- Bella Ciao. Ubicado en el corazón del casco antiguo de Luxemburgo, este restaurante italiano vale la pena visitar. Ofrece una carta variada que va desde pastas frescas y focaccias hasta pizzas al horno de barro. El ambiente es relajado y acogedor y se recomienda ir con reserva previa. Y como dato de color: hay argentinos trabajando allí.
Actividades en la naturaleza
- Lago de Echternach. Situado a unos 30 kilómetros del centro de Luxemburgo, este lago es el lugar ideal para los viajeros que buscan planes al aire libre y desconectar un rato del bullicio de las ciudades. Allí se pueden hacer pícnic y actividades de todo tipo: senderismo, paseos en bote e incluso, ciclismo.