La riqueza que ha acumulado el 1% más rico del planeta desde 2015, cuando se acordaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), hasta ahora permitiría acabar con la pobreza durante los próximos 22 años, según se desprende del último informe publicado por Oxfam Intermón en la antesala de la Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo que se celebrarán la próxima semana en Sevilla.
En su informe ‘Del beneficio privado al poder de lo público: Financiar el desarrollo, no la oligarquía’, la ONG denuncia que la riqueza del 1% más rico aumentó en 33,9 billones de dólares en términos reales desde 2015. Dicha cantidad sería suficiente para acabar con la pobreza anual 22 veces.
Actualmente, más de 3.700 millones de personas –cerca de la mitad de la población mundial– viven por debajo del umbral de la pobreza, o lo que es lo mismo, con menos de 8,3 dólares al día, según lo establecido por el Banco Mundial. A esto se suma que hay más de 700 millones de personas que pasan hambre y que no se alcanzará la paridad en al menos 123 años.
Aunque en la última década no se ha conseguido erradicar la pobreza, sí que han aparecido 1.202 nuevos milmillonarios y se estima que en el plazo de una década habrá cinco billonarios, alerta el informe. Estos multimillonarios poseen más riqueza que el 95% de la población del mundo.
Solo los milmillonarios, unas 3.000 personas en todo el mundo según Forbes, han ganado 6,5 billones de dólares. Esta cifra sería suficiente para cubrir la brecha de financiación de los ODS, situada en torno a los 4 billones, frente a los 2,5 billones de antes de la pandemia y los 6,4 billones a los que se espera que se eleve para 2030.
Aunque solo una quinta parte de la población vive en el llamado Norte Global, el número de milmillonarios se encuentra concentrado de forma desproporcionada en esta parte del mundo lo cual «se ha traducido en poder político» y en «un movimiento hacia la oligarquía» por el que «personas ultrarricas son capaces de modelar decisiones políticas y económicas» lo cual en último término «aumenta su riqueza e impide los esfuerzos para cerrar una sociedad más justa», denuncia Oxfam.
La ONG también incide en la reducción de los impuestos a los más ricos y las grandes corporaciones en las últimas décadas que, junto al aumento del pago de la deuda soberana, ha tenido un impacto en la capacidad de los estados para brindar servicios públicos como el agua potable, la educación y la sanidad.
EL MUNDO ES MÁS RICO PERO NO LOS GOBIERNOS
El análisis que han realizado ha llegado a la conclusión de que aunque el mundo es mucho más rico de lo que era hace unas décadas, los gobiernos no lo son. En concreto, entre 1995 y 2023, la riqueza privada mundial creció en 342 billones, ocho veces más de lo que lo hizo la riqueza pública, que solo aumento en 44 billones.
Por otra parte, también pone de relieve el fracaso que ha supuesto la apuesta que se hizo hace una década lo que se dio en llamar ‘Consenso de Washington’ y que no es sino una apuesta por emplear recursos públicos a través del sector privado mediante distintos instrumentos financieros con la intención de convertir «miles de millones en billones».
Pese a que en su momento se dijo que por cada dólar de recursos públicos se podrían movilizar de 2 a 5 dólares del sector privado, un estudio de 2019 determinó que la realidad es que de media se movilizaban 0,75 dólares y la cifra caía hasta 0,37 dólares en los países de renta baja, recuerda Oxfam. «Hay amplias evidencias que sugieren que incluso si fluyeran los fondos privados, a menudo es más costoso que la financiación pública y presenta riesgos fiscales enormes para los estados», subraya el informe.
Pese a ello, tanto los gobiernos como las organizaciones financieras parecen decididos a seguir apostando por la financiación privada en lugar de la ayuda al desarrollo.
«En lugar de apoyar a los países del Sur Global a construir sus propios servicios públicos, las instituciones de desarrollo están subsidiando a los inversores privados para que extraigan beneficios, atrincherando aún más la desigualdad y rebajando estándares y calidad», afea el informe de Oxfam.
A juicio de la ONG, los llamamientos a que la financiación privada reemplace la ayuda no solo son «equivocados, sino hipócritas hasta el punto de la ignorancia voluntaria». «Esta transformación de la ayuda oficial al desarrollo en un recurso sin riesgos subsidiarios de forma efectiva a las empresas del Norte Global bajo la pretensión de ayudar al Sur Global», denuncia.