“Yo nací en Chubut, soy de Chubut, en la piel, digamos”, dice con convicción Pablo Querol, director general y cofundador de Farmacias Patagónicas. La historia detrás de uno de los grupos farmacéuticos más emblemáticos de la región tiene raíces profundas, donde los valores, la familia y la innovación marcaron la trayectoria de varias generaciones.
Los orígenes
La historia de Pablo Querol comenzó mucho antes de la creación de Farmacias Patagónicas. Se remonta a 1930, cuando su abuelo fundó la Farmacia Querol en Gaiman, una pequeña localidad chubutense marcada por la impronta galesa. “Son como dos partes. Una es la familia mía que inició mi abuelo en el año 1930 en una ciudad más chica que Trelew”, recuerda Pablo.
Tras la muerte de su abuelo y con el negocio familiar en crisis, Pablo, quien estudiaba en Buenos Aires, decidió regresar a Trelew para hacerse cargo. “Nunca lo sentí como una obligación, pero en ese momento era lo que tenía que hacer. Era un negocio familiar, estaba mi mamá y las cosas no andaban muy bien. Estábamos casi fundidos”, cuenta con honestidad. La urgencia de la situación lo llevó a finalizar sus estudios y volver a sus raíces: “Me recibí un jueves y el viernes ya estaba trabajando. Ese fue el mejor posgrado que yo podría haber hecho en mi vida”.
La recuperación fue inmediata. Farmacia Querol duplicó su personal y volvió a consolidarse como una referencia local. Pero Pablo quería ir más allá. La historia familiar se transformó, así, en el punto de partida de una visión más amplia: la creación de Farmacias Patagónicas.

La fusión estratégica
El gran salto llegó con Sergio Amoroso, hoy su socio, con quien pasó de competir en Trelew a construir juntos un negocio exitoso. “Ellos tenían cuatro farmacias. Eran nuestros competidores. Ellos eran los nuevos, vendrían a ser, porque estaban hace pocos años, y nosotros de alguna manera encarnábamos una empresa que era tradicional, un comercio, pero que tenía sangre joven”, relata Pablo sobre los años en que ambas familias trabajaban en paralelo.
El cofundador resalta que el camino hacia la asociación no fue rápido ni exento de desafíos. “Es un proceso de construcción. Al principio fue ‘bueno, vamos a armar una sociedad para poner una farmacia en la ciudad de Esquel’, en la cordillera, a 600 kilómetros de Trelew, donde estábamos nosotros. ‘Total, no perdemos nada. Cada uno está con sus farmacias en Trelew y pongamos en Esquel’. Esa sociedad era 50 y 50. Esa farmacia en Esquel empezó a andar bien. Después se nos ocurrió en Madryn, después en Rawson, y después otras más”, narra Pablo.
La decisión de fusionar los destinos empresariales estuvo fundada en la convicción compartid: “Es una relación que necesita de valores comunes. Si no tuviésemos valores comunes, no podríamos ser socios. No teníamos ninguna duda que esto iba a salir bien”.

Y ahí nace Farmacias Patagónicas. El nombre surgió de ese sentido de pertenencia común. “Durante el proceso de branding debatimos mucho el nombre, pero teníamos claro que debía reflejar quiénes somos. Nací en Chubut y creo que es una provincia increíble: tiene costa, meseta y cordillera. Ese arraigo es parte de nuestra identidad.”
Hoy, Farmacias Patagónicas cuenta con 17 sucursales, farmacias de guardia en puntos estratégicos y un centro de distribución propio que asegura eficiencia y cercanía en toda la región.
La importancia de innovar
Desde sus primeros pasos, Pablo entendió que innovar no era una opción, sino una necesidad. Uno de los grandes hitos de la empresa fue la creación de su centro logístico, un movimiento clave para optimizar la cadena de suministros.
“En el retail, la logística es fundamental. Tener nuestro propio centro nos permitió acortar los tiempos de recepción hasta una semana respecto a la competencia. Esa fue una decisión estratégica que marcó un antes y un después.” Hoy, la compañía da otro paso hacia el futuro con la incorporación de robots en farmacias y en el centro de distribución. “Estas máquinas permiten administrar los inventarios y automatizar procesos. Ganamos en productividad, precisión y eficiencia”, explica.
La innovación, sin embargo, convive con un fuerte compromiso social. El fuerte lazo con la comunidad no solo se refleja en el contacto directo con los clientes, sino en el compromiso de acompañar necesidades urgentes, como lo demuestra el banco de drogas oncológicas. “Es el primer banco de drogas oncológico que se armó en la Patagonia. Cuando uno puede dar una mano porque está el producto que es urgente y se necesita, esos son los momentos de gloria”.

El legado
Más allá del crecimiento, Pablo Querol mira hacia el futuro con una convicción que trasciende los números: “Lo que nos gustaría dejarles como legado, es que hagan, que desarrollen, pero que aprendan a amar lo que hacen”, reflexiona. Esa filosofía impregna a las nuevas generaciones de colaboradores y también a sus hijos, que hoy participan del recambio generacional.
En el pulso cotidiano de Farmacias Patagónicas late una certeza simple y profunda: el verdadero éxito no está solo en expandirse, sino en crear oportunidades desde el lugar que uno ama. “Ese es mi mayor orgullo: haber podido hacer todo esto en la provincia que amo.”, concluye.