La Sociedad Española de Reumatología (SER) y la Asociación de Síndrome Antifosfolipídico (SAF España) han abogado por promover una mayor investigación del síndrome antifosfolipídico, así como dar una mayor visibilidad a la patología.
El presidente de la asociación de Síndrome Antifosfolipídico (SAF España), Gustavo Amorós, ha apostado por «seguir dando visibilidad» al síndrome antifosfolipídico (SAF), una patología que asegura que está infradiagnosticada y que «es una gran desconocida incluso, en ocasiones, en el ámbito sanitario».
Por su parte, la portavoz de la Sociedad Española de Reumatología, Mª José Cuadrado, ha enfatizado en la importancia de favorecer un mayor conocimiento por parte de los profesionales sanitarios (médicos y enfermeras). «Hay muchas especialidades diferentes a las que estos pacientes pueden ser derivados según los síntomas que presenten (accidente cerebrovascular, trombosis venosa, complicaciones obstétricas, livedo reticularis, afectación valvular cardiaca, trombocitopenia, etc.). No todos los especialistas están familiarizados con ella, de ahí la necesidad de mejorar la formación de los mismos», precisa, al mismo tiempo que recuerda la existencia de guías de tratamiento actuales que pueden ser de gran ayuda.
Así se han mostrado en el marco del Día Mundial del Síndrome Antifosfolipídico, que se celebra este lunes. El SAF se trata de una enfermedad autoinmune sistémica que se caracteriza por la producción de autoanticuerpos (AAF) que actúan contra componentes de las propias células o tejidos, y que, además, puede afectar a distintos órganos.
«Se describió inicialmente en 1983 y, aunque se ha avanzado en el conocimiento de los mecanismos patogénicos que conducen a los eventos trombóticos, obstétricos, hematológicos, etcétera, aún queda mucho camino por recorrer en cuanto a la investigación para poder seguir conociendo los mecanismos que dan lugar a los síntomas y diseñar tratamientos dirigidos hacia ellos», ha explicado Cuadrado.
Por el momento, se han identificado algunos factores genéticos y epigenéticos que permiten diferenciar unos pacientes de otros. «Podemos estratificar a los pacientes según fenotipos de laboratorio, síntomas asociados a la presencia de los anticuerpos y factores de riesgo cardiovasculares convencionales. En este sentido, los actuales criterios de clasificación tienen ya en cuenta esta estratificación que conlleva diferencias en el tratamiento», precisa la especialista.
RECOMENDACIONES Y FUTURO
En este marco, Cuadrado recomienda que las personas que sufren SAF acudan a su reumatólogo y sigan sus indicaciones. Asimismo, puntualiza, «deben conocer bien los factores de riesgo que pueden agravar su enfermedad y el estilo de vida que puede mejorarla. El embarazo es un periodo importante que debe estar bajo la supervisión de los especialistas en reumatología y ginecología, con experiencia en embarazos de alto riesgo, y conocedores de las complicaciones asociadas a la presencia de estos anticuerpos».
Uno de los síntomas más frecuentes del SAF son las complicaciones durante la gestación; sin embargo, «con una adecuada planificación, un estrecho seguimiento y con la terapia habitual se logra el éxito del embarazo en el 70 por ciento de los casos», según señala la especialista.
Como en otras enfermedades autoinmunes sistémicas, a juicio de Cuadrado, «el futuro pasa por seguir apostando por la investigación para conocer mejor los mecanismos que dan lugar a los síntomas y diseñar tratamientos dirigidos hacia ellos. En concreto, habría que utilizar terapias capaces de eliminar o neutralizar los anticuerpos que contribuyen al desarrollo de los síntomas».