El auge de secretos caseros para la salud ha puesto al bicarbonato de sodio en la mira de quienes buscan soluciones sencillas tanto para aliviar molestias digestivas como para optimizar el rendimiento físico. Este compuesto, conocido oficialmente como hidrogenocarbonato de sodio, ha dejado de ser exclusivo de la alacena para abrir espacio en las discusiones sobre hábitos saludables y bienestar personal.
Uno de los aportes más comentados del bicarbonato de sodio tiene que ver con su capacidad alcalina. En términos sencillos, actúa neutralizando los ácidos presentes en el estómago. Este efecto resulta de particular interés para quienes sufren episodios de reflujo o digestión pesada, ya que puede ofrecer alivio al disminuir la acidez que causa ardor y malestar. Al combinarse con el ácido clorhídrico gástrico, el bicarbonato eleva temporalmente el pH estomacal y reduce la sensación de quemazón.
Pero los posibles beneficios trascienden el alivio digestivo. El uso del bicarbonato entre deportistas contribuye a reducir la acidez en los músculos durante actividades de alta intensidad y corta duración. Esto se traduce en una menor fatiga y mayor resistencia. Se explica así: durante el ejercicio intenso, el cuerpo produce mayor cantidad de iones de hidrógeno, algo que incrementa la acidez en los tejidos; al consumir bicarbonato de sodio, esa acidez se amortigua y se extiende el tiempo antes de que aparezca el agotamiento muscular.
Varios estudios científicos refuerzan esta percepción positiva, en especial para deportes que requieren esfuerzos brevísimos pero exigentes. La International Society of Sports Nutrition determinó que quienes tomaron bicarbonato entre una y dos horas antes del ejercicio experimentaron mejoras objetivas en su desempeño durante actividades de alta intensidad, siempre y cuando estas no se extendieran por más de doce minutos.
El panorama beneficioso del bicarbonato también lo ha hecho objeto de estudio en contextos médicos, particularmente en el tratamiento de enfermedades renales crónicas. Existen indicios que muestran cómo la suplementación controlada de esta sustancia puede ralentizar el deterioro renal, al ayudar a los riñones a procesar con menos estrés la carga ácida a la que están sometidos en ciertos cuadros de insuficiencia.
En cuanto a la ingesta recomendada, algunas personas optan por consumir el bicarbonato disuelto en agua, no necesariamente en ayunas, con la expectativa de aprovechar mejor sus propiedades digestivas y alcalinizantes. Sin embargo, no se establece una dosis estándar universal, por lo que es mejor que se agregue a la dieta bajo supervisión médica.
A pesar de la extensa lista de beneficios potenciales, el consumo indiscriminado de bicarbonato de sodio acarrea riesgos significativos. El principal peligro radica en la posibilidad de desencadenar alcalosis metabólica, una condición en la cual el pH del cuerpo supera los valores normales y se inclina hacia la alcalinidad. Esto puede afectar negativamente la función cardíaca, provocar confusión, dificultar la oxigenación de tejidos y desatar síntomas severos.
Asimismo, el alto contenido de sodio del bicarbonato representa una amenaza especialmente grave para personas con hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares.