Un nuevo capítulo se sumó hoy a la controversia en torno del puente Ciudad de La Paz-Soler, con la presentación de un pedido de informes en la Legislatura porteña, mientras se espera para mañana una reunión clave: el Consejo de Asuntos Patrimoniales (CAAP) debatirá su descatalogación, un pedido realizado por Autopistas Urbanas SA (AUSA), empresa estatal de la ciudad de Buenos Aires, para poder proceder con la remoción de la centenaria estructura, decisión que generó una polémica vecinal y cuestionamientos de expertos en patrimonio.
Al igual que muchos vecinos, la legisladora Sol Méndez (Confianza Pública) impulsa el proyecto para que la Ciudad brinde más información sobre el plan de desmantelamiento del viaducto que une los barrios de Palermo, Belgrano y Colegiales sobre las vías del tren Mitre, y luego de dos años cerrado, fue rehabilitado hace apenas tres meses. “Según hemos podido conversar con asociaciones y vecinos, han cuestionado y no han obtenido respuesta por parte del Ejecutivo respecto de los criterios técnicos, licitatorios, presupuestarios, plazos, impacto patrimonial y participación ciudadana asociados al llamado a licitación realizado por AUSA, así como el proceso de descatalogación del bien patrimonial ante el CAAP”, se lee en los fundamentos de la iniciativa
Iniciativa
La zona ya había sido centro de una polémica entre los vecinos y el gobierno porteño cuando, en 2022, el puente se cerró al tránsito para realizar reformas estructurales, que recién empezaron a finales de 2024. Ahora, a solo tres meses de la reapertura, el gobierno de la ciudad, a través de AUSA, llamó a licitación para reemplazar el viaducto, que data de entre 1916 y 1919. Plantea que es un cambio necesario para reforzarlo y modernizarlo, a la vez de hacer más accesible su cruce peatonal. Pero un importante grupo vecinal sostiene que esto implicaría la pérdida de una estructura con valor patrimonial e incorporada al catálogo de bienes protegidos, y que afectaría el tránsito en la zona al permitir el paso de transporte pesado, como camiones de basura del Ceamse.
También expertos en patrimonio expresaron en las últimas horas su oposición a la remoción del puente histórico.
Reclamos
Los vecinos que se oponen dejaron su marca visible en el puente. En el enrejado de los laterales del cruce peatonal, todavía hoy se observan las cintas y los moños que colocaron hace dos semanas para mostrar su rechazo a la posible demolición. La actividad fue organizada por el grupo “Ilustro para no olvidar”, de la arquitecta Natalia Kerbabian, y Basta de Demoler (BDD).
Como se comentó, hay una valoración histórica del espacio. No es de extrañar, si se considera que por ahí circuló el tranvía, justo por encima de las vías del ferrocarril Mitre, hasta 1963. Por eso muchos lo consideran un símbolo de estos barrios porteños, con una antigüedad de casi 104 años. Ana Bas, presidenta de BDD, sostuvo ayer en diálogo con LA NACION que su desaparición “significa la pérdida de identidad” de la zona.
“Es un puente con una estética única. No es solo su función, es lo que representa para los que vivimos acá, para los que lo cruzamos todos los días. El gobierno debería priorizar mantener el patrimonio arquitectónico de la ciudad y de los barrios, no destruirlo”, coincidió Jimena, quien contó a este medio que vive en las inmediaciones hace diez años.
En la misma línea, se expresó Inés: “Los vecinos no quieren reemplazarlo, no queremos que se destruya la identidad de nuestro barrio. Además, recién lo restauraron, estuvo cerrado años. ¿Para qué lo clausuraron si ahora quieren demolerlo?”.
Reunión
En medio de las críticas, el CAAP se reunirá mañana para decidir si aprueba o rechaza el pedido de descatalogación impulsado por el gobierno de la ciudad. No pasa inadvertido a los vecinos que la empresa estatal llamó a una licitación exprés sin haber cumplido este trámite previo, sino que lo hace recién ahora.
Fuentes de la empresa estatal responden que, en realidad, el trámite lo empezó a principios de este año porque suele demorar. En la página oficial del gobierno, puede comprobarse que son varios los requisitos que se piden para estos casos; entre ellos, planos, diversos relevamientos, volumetrías y más.
Pero otro dato en el que se detienen quienes no aprueban la intervención sobre el viaducto es que la Ciudad nunca se acercó ni realizó consultas vecinales. Durante la recorrida de LA NACION por el lugar, la mayoría de los consultados no estaba al tanto de la licitación, la descatalogación y la reunión del martes del CAAP. “Nosotros no sabemos bien qué obras quieren hacer. Que yo sepa, no hubo una audiencia pública, no nos contaron ni nos preguntaron nada. Este puente es histórico, deberían respetarlo, y también a la voluntad de los vecinos”, argumentó Andrea.
Al igual que muchos vecinos, la legisladora Sol Méndez pidió explicaciones al gobierno porteño. Consultada por LA NACION, Méndez sumó: “Resulta difícil creer que exista semejante falta de planificación. El puente estuvo cerrado por refacciones, se puso en valor y se reabrió el 31 de marzo. En menos de 5 meses lo quieren tirar abajo para remodelarlo y hacerlo apto para la circulación de tránsito pesado. El gobierno de la ciudad debería ser más responsable con el uso que se le da al dinero de los contribuyentes que todos los meses pagan sus impuestos”.
Según la Ciudad, las obras apuntan a permitir la circulación de vehículos que hoy no pueden hacerlo. Fuentes de AUSA alegan que el foco está puesto en ambulancias, bomberos, fletes y camiones recolectores de basura. “Una cosa es hablar de tránsito pesado, que son vehículos de más de 12 toneladas, lo que está descartado, y otra es hablar de vehículos de mayor porte”. Y agregaron. “No es que se cambia el puente para que pasen camiones, se cambia por una cuestión de seguridad, para no tener una infraestructura con limitaciones, por ejemplo, en la altura. Además, compartieron la página oficial en donde un mapa muestra la Red de Tránsito Pesado, que se mantendrá como hasta ahora por Juan B. Justo, Córdoba y Niceto Vega.
Fuentes de AUSA afirman que la idea es desmontar el puente, que se irá desarmando en secciones. “Algún tramo podría preservarse y, aunque no se puede asegurar 100%, porque es difícil saber cómo resistirá la estructura y en qué condiciones quedará luego de los trabajos de desmonte, se están estudiando posibles alternativas para preservar alguna parte del puente histórico”, respondieron.
José tiene 70 años, vive desde los 13 en el barrio, y conoce la historia y vida del puente a la perfección. Él apoya la remoción del viaducto viejo, entre otros puntos, porque el actual presenta un gran problema de accesibilidad peatonal. Para atravesar esas dos cuadras, la gente debe subir y bajar 18 escalones, aunque los que se oponen a la remoción del puente afirman que con una obra menor se podría extender el paso peatonal a lo largo del puente, para evitar el uso de las escaleras.
En caso de concretarse el cambio, la Ciudad afirma que el tránsito se cortaría por un mes, en el que se prevé avanzar con el desmontaje del viaducto actual y montar el nuevo.Los vecinos que se expresan a favor del proyecto de la administración porteña remarcan la necesidad de que las ambulancias y los bomberos puedan atravesar el puente y evitar demoras en caso de urgencias.
Aldo es uno de ellos. Tiene 72 años, trabaja en un kiosco en la esquina de Santos Dumont y Ciudad de La Paz, y vive hace 35 años al lado del puente. El año pasado, mientras estaba cerrado, tuvo un infarto. “No era mi momento”, dijo, porque la ambulancia tardó casi media hora en llegar por el desvío que tomó.
“Todo símbolo tiene su historia. Vivo al lado del puente, y amo el puente. Pero uno tiene que tomar conciencia de que las cosas tienen un tiempo de uso y un tiempo de desgaste, que va en paralelo. Ese puente cumple un ciclo”, afirmó. El año pasado, cuando se retomaron las intervenciones para remodelarlo, la Ciudad les informó que esa recuperación no era a largo plazo. “Hay un proyecto detrás, por su valor histórico, que es trasladarlo a algún museo, no destruirlo por completo”, añadió.
A esto, fuentes de AUSA explicaron que la idea efectivamente es desmontar el puente, que se irá desarmando en secciones. “La idea es que algún tramo pueda preservarse y, aunque no se puede asegurar 100%, porque es difícil saber cómo resistirá la estructura y en qué condiciones quedará luego de los trabajos de desmonte, se están estudiando posibles alternativas para preservar alguna parte del puente histórico”, respondieron.
José tiene 70 años, vive desde los 13 en el barrio, y conoce la historia y vida del puente a la perfección. Él también apoya la remoción del viaducto viejo, entre otros puntos, porque el actual presenta un gran problema de accesibilidad peatonal. Para atravesar esas dos cuadras, la gente debe subir y bajar 18 escalones. A veces se ven madres que alzan los cochecitos o adultos mayores que, de a poco y aferrándose a los costados, empiezan a subir. Las obras de AUSA proponen ensanchar los dos carriles –uno en cada sentido– y, a la vez, crear rampas peatonales de los dos lados, que incluirían el paso de bicicletas por un costado. “El puente no está bien. Si acá viene un ingeniero, lo aprueba, y mañana ocurre una tragedia, ¿de quién es la responsabilidad?”, cuestionó.
En caso de concretarse el cambio, el tránsito se cortaría por un mes, en el que se prevé avanzar con el desmontaje del viaducto actual y montar el nuevo, “algo que está previsto hacerse en verano, para que haya poca circulación por las vacaciones”, sumaron desde AUSA. Además, las piezas metálicas que formarán parte del nuevo puente serán fabricadas en un taller y se irán trasladando al lugar para su armado en la zona, concluyeron.