Detrás de los amplios ventanales de su departamento en Bellevue, un barrio periférico de Seattle, se recorta un edificio de oficinas que estuvieron ocupadas por Microsoft. “Está bueno porque ahora no me miran, je”, dice Pedro de la Vega (24 años), que en la charla se atusa una y otra vez con la mano derecha su revuelta caballera rubia, como si ese gesto le ayudara a pensar mejor las respuestas.
Hace casi un año y medio que juega para Seattle Sounders, que le compró su pase a Lanús en 6,2 millones de euros. Suma 40 partidos, con cinco goles y tres asistencias. Una de las razones por las que dio el salto a la MLS se encuentra en el Mundial de Clubes para el que los Sounders se clasificaron como campeones de la Concachampions. Tendrá que exprimir mucho la condición de local el equipo de este wing con gambeta y aceleración, que desde su irrupción en el fútbol argentino, pasando de la sexta división al debut en primera, fue señalado como una de las promesas del fútbol argentino, aun en etapa de consolidación. Seattle Sounders sí puede hablar con nombre propio del “grupo de la muerte”: enfrentará a Botafogo, Atlético de Madrid y Paris Saint-Germain. Y la ciudad, ubicada en el noroeste estadounidense, cercana a la frontera con Canadá, tendrá como huésped a River, que montará su cuartel general para jugar ante Urawa Red Diamonds e Inter en el estadio Lumen Field.
El departamento que “Pepo” de la Vega ocupa en solitario pronto se empezará a llenar, con las llegadas de sus padres, su hermano y la novia. Mientras, acepta una charla con LA NACION sin apuros.
-¿Qué balance hacés de este año y medio que llevas en Seattle Sounders?
-Fue positivo, hice una buena pretemporada, tengo bastante continuidad. En cuando a los resultados, venimos bien en una liga muy competitiva. Estoy contento, me siento bien. Cada vez me siento más cómodo, me acostumbré a un equipo que desde hacía mucho tiempo venía jugando de una manera y a veces no es tan fácil entrar en el sistema. El año pasado fue más difícil porque tuve muchas lesiones, incluso antes de venir.
-¿Cómo juega Seattle y cómo te insertaste vos?
-Es un equipo ordenado, al contrario del desorden defensivo que se ve en la mayoría de los partidos de la MLS, que es una liga muy directa. Se pasa muy rápido por el medio campo. Nosotros somos más colectivos, nos fijamos en cumplir las funciones. Por eso el año pasado jugamos la final de Conferencia y siempre peleamos por los primeros puestos.
-En la Argentina, la sensación que se tiene es que los partidos de la MLS son un poco alocados, no tienen un patrón futbolístico.
-Sí, sobre todo en los segundos tiempos, hay un momento en el que se rompen los partidos y empiezan a ser de ida y vuelta, puede ganar cualquiera. Son lindos para ver porque se ataca constantemente.
-Algo muy diferente al fútbol argentino.
-Sí, muy distinto. En la Argentina hay menos espacios y es más agresivo. En los Estados Unidos es más físico, se corre más. No es frecuente el foul táctico para cortar una jugada o reventar la pelota a la mierda si hace falta, esa cosa latina. Allá, en cuanto controlás una pelota tenés un rival encima. Acá se rompe más fácil el medio campo, podés girar y atacar directo.
-¿Qué aspectos que te llevaste de la Argentina podés seguir aplicando y qué tuviste que incorporar?
-En la Argentina, la presión de tener un rival siempre encima te hace estar más alerta y atento a los detalles. Acá me tengo que poner esa presión para seguir compitiendo. Se ven buenos jugadores, hay calidad. A mí me costó el tema físico, por las lesiones, para enfrentar a jugadores muy rápidos y físicos. También tuve que acostumbrarme a la ciudad, al cambio de vivir por primera vez en el extranjero.
-Pero, ¿gambeteás más o menos que en el fútbol argentino?
-Eeehhh… qué pregunta… Siento que es parecido, no cambia tanto. En la Argentina necesitás más la gambeta porque tenés menos tiempo para pensar, hace falta ser más resolutivo. Acá hay más espacio para dar pases antes de intentar la gambeta. Estoy jugando por la derecha, algo que me costó al principio, me desordenaba dentro de un equipo en el que el orden es prioridad. Me cruzaba mucho y hasta a mis compañeros les parecía raro, no estaban acostumbrados a eso. Debí acomodarme a mi posición y entender lo que el técnico quiere de mí.
En acción en Seattle Sounders
-¿Por qué elegiste Seattle Sounders cuando estando en Lanús se mencionó la posibilidad de River o Boca, y hasta de Europa?
-En su momento me reuní con el manager de Seattle en la Argentina y tuvimos una linda charla, entendí la propuesta de ellos. Me gustó, yo tenía ganas de probar algo nuevo. También sabía lo del Mundial de Clubes, era algo importante, valoré poder participar en este torneo. La MLS está en crecimiento, con la llegada de muchos jugadores jóvenes. Fue una decisión consciente para seguir creciendo en mi carrera y en el día de mañana poder salir a Europa o afianzarme acá.
-El Mundial de Clubes fue un estímulo para ir a Seattle. Ahora, cuando viste que por el sorteo les tocó Paris Saint Germain, Atlético de Madrid, Botafogo…
-Yo siento que es más lindo poder competir contra esos equipos, ver de qué se trata ese nivel. Cuando vi el grupo dije “está piola, buenísimo”. Jugar contra Julián (Álvarez), De Paul… Para mí también es una medida, ver en qué situación estoy. Obviamente sabemos que es difícil, pero cuando después los enfrentás, querés ganar. Tenemos que ser muy inteligentes, tener muy en claro lo que buscamos. Para mí será hermoso jugar contra esa clase de equipos. Es lo mejor que nos pudo tocar, en el sentido de poder disfrutar de la experiencia. Mis expectativas son altas, yo pienso en ganador. Tengo esa mentalidad, muy argentina; si no, no juego.
-¿Cómo evaluás el impacto de Messi en la MLS?
-Fue revolucionario para la liga, algo inmenso. Que estuviera Messi también fue una motivación para venir, aunque todavía no lo pude enfrentar, tendré la posibilidad en septiembre. Para la MLS es muy importante su presencia, se nota el crecimiento de un deporte que no es el principal en los Estados Unidos.
-¿Hay expectativas en la ciudad por el Mundial de Clubes?
-Hasta hace unos días no se hablaba mucho, no se veía nada. Todo muy tranquilo y normal. No había clima. Es diferente a la Argentina, que si organiza un Mundial de Clubes se lo empieza a vivir desde mucho antes. Cuando empiecen a venir hinchas de River y gente de Brasil, el Mundial se empezará a sentir en las calles.
-¿Cuál es el deporte principal en Seattle?
-El fútbol americano, lo viven como nosotros el fútbol. Fui a ver un partido y noté la pasión que le ponen. También están el béisbol y el hockey sobre hielo.
-¿Con qué clase de estadio y cancha se va a encontrar River?
-El Lumen Field es muy lindo y grande (69.000 espectadores). Nosotros tenemos un promedio de 35.000 personas por partido. Es donde también juegan los Seahawks, el equipo de fútbol americano. Nosotros estamos acostumbrados a jugar en cancha sintética, pero para el Mundial ponen césped natural sobre el sintético. No sabemos en qué condiciones va a estar, esperemos que sean las mejores, calculo que sí. Para nosotros también va a ser una experiencia distinta, aun siendo locales. No vamos a ir en nuestros autos al estadio dos horas antes del partido. Nos vamos a concentrar, algo que no hacemos nunca.
-A los hinchas de River, ¿qué les recomendarías de la ciudad?
-Van a venir en una época espectacular. El verano acá es hermoso. Es una ciudad con lagos y montañas cerca. Les va a gustar la ciudad, a mí me encanta. Los inviernos son más duros y grises, llueve muy seguido, pero con sol es una ciudad hermosa, con mucho verde. Se parece al sur argentino. Ahora los días son larguísimos, oscurece muy tarde. No es un calor insoportable, pesado y molesto, porque no hay humedad. Hay para hacer turismo natural y el tránsito no es una locura. Es una ciudad que me sorprendió y en la que sigo descubriendo cosas nuevas. La mayoría de los argentinos que viven acá vienen a trabajar a Microsoft o Amazon. Conocí a varios, con algunos tengo una linda relación. Hay muchas empresas de tecnología.
-¿Extrañás el ambiente futbolístico argentino?
-Sí, acá es distinto. El año pasado lo sufrí un poco en el sentido de no tener la presión de los hinchas y tus compañeros, de todo el entorno. La presión me la ponía yo solo.
-En 2022, estando en Lanús, sufriste una rotura de ligamentos que te llevó 11 meses de recuperación. ¿Fue lo más duro de tu carrera?
-Eehhh… Yo creo que no. Fue una lesión larga, pero a nivel personal le agradezco mucho porque pude vivir otras cosas, a ver las cosas desde otro lugar. A disfrutar mucho más el fútbol, el día a día con los compañeros, el tiempo fuera de la cancha. De hecho, cuando volví de la rotura de ligamentos jugué uno de mis mejores años en Lanús. Disfruté, pude valorar lo que era el club para mí. Antes pensaba que la única solución era jugar para irme a Europa. En todos los mercados se hablaba de que me iba. Y no me daba cuenta de lo importante y feliz que era en Lanús. Yo llegué con 13 años desde Olavarría a la pensión. Empecé en novena división hasta llegar a primera. Cuando vuelvo, Lanús es como mi casa, tengo un amor inmenso por el club y su gente. Me quedaron muchos amigos. Por eso, cuando me fui, fue una decisión muy pensada.
-Tuviste un acompañamiento psicológico con Marcelo Roffé.
-Con Marcelo estuve desde antes de la lesión, me ayudó mucho en toda mi etapa en Lanús. Después empecé con una psicóloga por fuera de lo deportivo, ya hace casi tres años. También me fue de gran ayuda por el momento que estaba pasando. Todavía me analizo, al menos una vez por semana, por video-llamada. Me da herramientas para esta experiencia en los Estados Unidos.
-Te hizo debutar Luis Zubeldia, que te hizo subir directamente desde la sexta división. ¿Es uno de los técnicos que más te marcó?
-Sí, compartimos tres años. Había situaciones que yo no entendía o me enojaba porque uno siempre quiere jugar. Ahora veo que en realidad estaba cuidando a ese chico que era, se fijaba en la persona. Me tocó no jugar cuando volví de los Juegos Olímpicos de Tokio y me ponía loco, no lo podía creer. Él estaba viendo algo que yo no veía. Tengo gratitud hacia él. Hace un montón que no hablo con Luis, me gustaría tener una charla.