POSADAS, Misiones.- En un dramático comunicado, una cámara que aglutina a la industria maderera del sur de Misiones y el norte de Corrientes advirtió que el sector “está peor que nunca” y corren peligro puestos de trabajo y la misma supervivencia de empresas familiares.
La Asociación de Productores, Industriales y Comerciantes Forestales de Misiones y Norte de Corrientes (Apicofom) dijo que “la foresto industria está en su peor momento”, debido a la persistente caída de la demanda en el mercado interno, las dificultades crecientes para exportar con un tipo de cambio atrasado y costos en dólares en alza, y el peligro de que la apertura comercial inunde el mercado interno de productos brasileños, como ha pasado en otros años.
Los industriales de Apicofom, como otros sectores fabriles, habían transitado el año pasado con una actitud comprensiva del ajuste que impulsó el Gobierno para estabilizar la economía, incluyendo fuertes recortes a la obra pública y a la actividad de la construcción en general, además del consumo, que también impactó en el sector. La actividad maderera suele estar fuertemente ligada a los vaivenes de la construcción. Sin embargo, este comunicado que fue largamente debatido en el seno de la cámara que dirige el empresario Guillermo Fachinello, quien también es titular de la Confederación Económica de Misiones, que aglutina a 25 cámaras de comercio e industria en toda la provincia, es también una muestra de que en el sector no sólo no ven una recuperación a futuro, sino que vislumbran un panorama amenazador.
“La situación sectorial no es nueva, pero se agudiza mes a mes y lo que está en juego no son fríos números, sino, patrimonios familiares -en algunos casos de dos o tres generaciones-, miles de empleos, y -además- sueños y futuros”, indicó Apicofom en el comunicado publicado este martes. “En promedio, los establecimientos madereros trabajan actualmente al 40% de su capacidad instalada, muchos aserraderos pequeños y medianos cesaron actividades durante los meses de enero y febrero, y la mayoría de las empresas trabajan con rentabilidad cero, permaneciendo activos con turnos mínimos solo para mantener sus estructuras y el personal, a pesar del riesgo que eso conlleva”, indicó.
Al menos una docena de empresas aglutinadas en Apicofom exportan a los Estados Unidos, un mercado que suele adquirir maderas misioneras y correntinas que luego se venden en cadenas de artículos para refacciones del hogar, como Home Depot. En general, las empresas que exportan son muy dependientes del tipo de cambio y también de los vaivenes de la economía en general. Incluso el actual jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, tenía un aserradero en Misiones (Agromadera SA) en los años 90 y exportaba a varios mercados. “Hasta que nos agarró el efecto Tequila”, le contó a LA NACION, en una charla hace unos meses. Hoy el actual alcalde sigue teniendo forestaciones en esta provincia, pero cerró en aquella década su establecimiento industrial.
Los industriales madereros advierten que no sólo no se está cuidando a la industria, sino que se la está dejando a merced de un aluvión de productos forestales importados, como sucedió en los 90 y a finales de la década pasada. “Vemos que mientras los países más desarrollados protegen sus mercados y su producción, Argentina -por el contrario- sostiene una paridad cambiaria que favorece la importación de miles de productos a precios muy por debajo de los vigentes en fronteras adentro”, explicaron.
“Con esta ecuación, pareciera que nuestro país promueve la apertura de oficinas importadoras y el cierre de las plantas industriales. En lo que respecta al rubro maderero, por ejemplo, ingresan viviendas, pallets y fenólicos (entre otros muchísimos productos) como nunca se han registrado”, explicó la cámara, que fue fundada en 1947, seis años antes de que Misiones dejara de ser Territorio Nacional para convertirse en provincia.
Según expertos consultados por LA NACION, otras cámaras que aglutinan al sector maderero también están analizando pronunciarse, pero temen aparecer, en plena campaña electoral, atacando a las reformas que impulsa el gobierno nacional en cuestiones como el achicamiento del tamaño del Estado, la racionalización del gasto público o la baja de la inflación y la estabilización de la economía.
“La situación que plantea Apicofom y también Amayadap es real, sólo es reversible si cambia la tendencia de la construcción. La madera tiene en un 70% destino en la industria de la construcción, todos los indicadores de construcción dan mal y es la industria más afectada”, explicó a este medio Gustavo Cetrángolo, consultor en proyectos de inversión forestal y exejecutivo de Pecom cuando la familia Perez Companc tenía el aserradero más grande y moderno del país en Misiones en los años 90.
El año pasado, Celulosa Argentina, uno de los principales grupos forestoindustriales del país, cerró un pequeño aserradero en la localidad de Garruchos (Corrientes) porque lo consideraba ineficiente por su reducido tamaño. Este grupo, que tiene como cara visible a Douglas Albretch y José Urtubey estuvo negociando con un grupo misionero para venderle Forestadora Tapebicuá, considerado un gigante de la producción de compensados fenólicos. Las conversaciones se cayeron, según pudo saber este medio, porque al comprador no le habría convencido la estructura sobredimensionada de la empresa.
Otra noticia que generó gran impacto en el sector fue que ACON Timber -que abrió sus puertas a fines de 2023 en Virasoro, con una inversión de más de 300 millones de dólares y se considera el aserradero más grande del país-, achicó al mínimo la exportación de pellets a Europa por el atraso cambiario. También Coama Sudamericana, otra fábrica de compensados fenólicos -que se utilizan mucho para la construcción- se vendió a la firma Santa Rosa de San Vicente, con lo que se produjo la salida del negocio de la familia Queiroz, con más de tres generaciones en el rubro.
Algunos expertos consultados indicaron que a la coyuntura del atraso cambiario y la recesión en el sector maderero se suma también un cambio estructural en un sector donde en el futuro no habrá lugar para los aserraderos chicos que no incorporen tecnología y eficienticen sus procesos de producción. “Tenemos aserraderos muy antiguos en el 90% de los casos, no pueden competir en costos y eficiencia como pueden competir hoy los aserraderos de los países con los que competimos a nivel internacional, como Chile, Brasil o Uruguay; salvando 10 empresas, el resto no tiene tecnología de punta y tampoco forestaciones propias que les permite sobrellevar el problema”, explicó un experto que asesora a varias industrias.