Lo negó todo. Emarrocado y escoltado por un fuerte contingente policial, Tony Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, ingresó a la sede de la Dirección Antidrogas de la PNP, en San Isidro. Al ser increpado por periodistas sobre las razones que lo habrían llevado a planear el triple feminicidio que conmocionó a Argentina por su crueldad, el capo sorprendió con su respuesta.
“Me están echando la culpa nada más. Yo no he matado a nadie”, señaló.
Alias “Pequeño J” insistió en su inocencia y envió un mensaje a los familiares de las tres víctimas: “Tienen que encontrar al culpable, porque yo no tengo nada que ver”.
Estas fueron las primeras declaraciones del delincuente, quien, según las autoridades argentinas, sería el cabecilla de una organización criminal dedicada al narcotráfico, la extorsión y la trata de personas. Lo llamativo es que Tony Valverde Victoriano no registra antecedentes criminales en ese país.
Detrás de él también fue trasladado su lugarteniente, Matías Agustín Osorio, ciudadano argentino que, al igual que su jefe, negó cualquier participación en el macabro crimen.
El nuevo comandante general de la PNP, general Óscar Arriola, destacó que la captura fue posible gracias al trabajo conjunto con la Policía argentina. Además, precisó que mientras se define la situación legal de “Pequeño J”, su principal lugarteniente será expulsado a ese país.
En paralelo, las autoridades peruanas mantienen conversaciones con sus pares argentinos para agilizar el proceso de extradición o, en su defecto, la expulsión de Tony Valverde, quien deberá responder por el asesinato de tres jóvenes: dos de 20 años y una menor de 15.
Estos serían los móviles del crimen, según autoridades argentinas
Las investigaciones argentinas apuntan a que el móvil principal del crimen estuvo relacionado con el robo de aproximadamente tres kilos de cocaína. Este cargamento, perteneciente a la banda que lideraba “Pequeño J”, habría desaparecido en medio de disputas internas, lo que provocó que las jóvenes fueran utilizadas como advertencia dirigida a las bandas rivales: “Esto le pasa a quien me roba”.
Los investigadores sostienen que las víctimas fueron llevadas con engaños hasta la casa donde las torturaron y después asesinaron. Todo esto, fue transmitido por redes sociales a un grupo privado de 45 personas.
La organización criminal que dirigiría “Pequeño J”, tenía como eje el tráfico ilícito de drogas, pero no se limitaba a este negocio. Sus métodos incluían extorsión, secuestros y sicariato, con conexiones tanto en Argentina como en Perú. La brutalidad del feminicidio fue interpretada como un mensaje de control y represalia por parte del grupo, en un contexto de disputas violentas dentro del narcotráfico regional.
Valverde Victoriano había consolidado su posición como líder desde su salida del Perú hacia Argentina, a donde ingresó siguiendo la ruta del contrabando de drogas por Bolivia y Desaguadero. Su historial delictivo se remonta a Trujillo, ciudad donde nació y donde su familia también estuvo expuesta a la violencia: en 2018, su padre fue asesinado, hecho que marcó el entorno criminal en el que se movía.
Su captura en Pucusana permitió conocer con más detalle cómo operaba su organización y cuáles fueron las razones que desencadenaron uno de los crímenes más violentos de los últimos años en la región.