Pese a su convalecencia, el papa Francisco visitó una cárcel en el Jueves Santo: “Vivo esta Pascua como puedo”

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ROMA.- Fue más fuerte que él. Pese a la convalecencia en curso y que su estado de salud, si bien con leves mejoras, sigue delicado, el papa Francisco no quiso renunciar a su rol de pastor. Y, tal como se había filtrado, este jueves por la tarde decidió salir de su casa de Santa Marta y “escaparse” a la cárcel romana de Regina Coeli, donde tuvo un encuentro privado con unos 70 reclusos que lo vivaron y aclamaron por semejante gesto de cercanía.

El Papa, de 88 años y que estuvo dos veces al borde de la muerte durante su internación de más de cinco semanas en el Gemelli -desde el 14 de febrero al 23 de marzo-, llegó al instituto penitenciario del centro de esta capital a las 14.55 hora local. A bordo de su Fiat 500 blanco con vidrios oscuros, ingresó a la cárcel, donde fue recibido por su directora, Claudia Clementi y personal, hizo saber la Sala de Prensa.

En imágenes publicadas por Vatican News, el Papa, que en la víspera tuvo su primera audiencia desde la crisis de salud, con personal del Gemelli que lo cuidó durante la difícil hospitalización, apareció sin cánulas para respirar. Cuando ingresó a la denominada “rotonda” de la cárcel en silla de ruedas -empujada por su enfermero personal, Massimiliano Strappetti- y acompañado también por uno de sus secretarios privados, el sacerdote argentino, Juan Cruz Villalón, fue ovacionado.

El papa Francisco se reúne con reclusos durante su visita a la penitenciaría

“¡Gracias padre!” y “¡Libertad!” fueron los gritos que se oyeron en medio de los aplausos, en un encuentro con 70 detenidos de diversas nacionalidades que suelen participar regularmente de las actividades y catequesis organizadas por el capellán del instituto. Todos estaban emocionados por una visita querida a toda costa por el jefe máximo de la Iglesia católica, desde siempre atento a los últimos y descartados de la sociedad, más allá del esfuerzo que significó visto su frágil estado de salud.

Después de un breve saludo de parte del director, que expresó la gratitud de toda la comunidad por la visita, el papa Francisco explicó el porqué de su visita. “A mí me gusta hacer todos los años lo que hizo Jesús el jueves Santo, el lavado de pies, en la cárcel”, dijo. “Este año no puedo hacerlo, pero puedo y quiero estar cerca de ustedes y rezo por ustedes y sus familias”, agregó, según hizo saber la Sala de Prensa de la Santa Sede. Luego les pidió a los presentes rezar todos juntos un Padre Nuestro y, antes de irse, impartió su bendición.

La visita -probablemente acordada con sus médicos- fue más que emotiva y breve: duró media hora. Al salir del antiguo edificio de la Vía de la Lungara en su Fiat 500, el Papa se detuvo a hablar muy brevemente con algunos periodistas que lo esperaban.

Entonces, no sólo se mostró sonriente, sino, además, con su sentido del humor porteño intacto: a la pregunta de “Santidad, ¿cómo está?”, contestó: “sentado”.

El papa Francisco durante una visita privada a la prisión

Luego, como hizo en otras oportunidades, reiteró que cada vez que entra a una cárcel siempre se pregunta lo mismo: “¿por qué ellos y no yo?”. Finalmente, ante una consulta sobre cómo está viviendo esta Semana Santa distinta, complicada por su convalecencia después de su difícil hospitalización por una neumonía, el Papa fue auténtico: “vivo esta Pascua como puedo”.

De hecho, en esta Semana Santa marcada a fuego por el proceso de convalecencia, el Pontífice delegó a diversos cardenales los principales ritos. Pero con esta nueva salida a la cárcel, el papa Francisco volvió a demostrar no sólo que está en un proceso de recuperación evidente, sino que es más fuerte que cualquier recomendación médica su instinto de pastor y su deseo de estar presente.

El papa Francisco sale de la cárcel

Desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio siempre celebró el Jueves Santo -que evoca el lavado de pies que les hizo Jesús a los apóstoles-, yendo a una cárcel o a un hospital, es decir, en lugares de sufrimiento, cosa que luego siguió haciendo como Pontífice. Desde que comenzó a utilizar la silla de ruedas, para simplificar esta operación los detenidos o enfermos a quienes les lavaba los pies eran colocados sobre una tarima.

El Papa, que en casi todos sus viajes internacionales siempre quiso visitar cárceles y que al inaugurar el Jubileo 2025 de la Esperanza, el 26 de diciembre pasado, quiso abrir una puerta santa en la prisión de Rebibbia, ya había estado en la cárcel de Regina Coeli en 2018. Entonces estaba en buena forma y pudo lavarles los pies a doce presos, en señal de servicio. Esta vez no pudo, pero la visita fue aún más intensa e inolvidable.

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