MAR DEL PLATA.- No importa el inédito blindaje de Estados Unidos a la Argentina de Javier Milei de cifras cada vez más exuberantes. Los tres banqueros, por separado, opinaron lo mismo sobre lo que se viene. Luego del 26 de octubre, más allá del resultado electoral, el dólar tendrá otro precio.
La chequera de Donald Trump, creen quienes siguen el mundo financiero minuto a minuto, sólo ofrecerá que el “service” al esquema cambiario sea ordenado. En la industria también ven un retoque, aunque esperan que sea discreto.
En los pasillos del Hotel Sheraton, donde se vivió la primera jornada del 61° Coloquio de IDEA en esta ciudad, todos coinciden en dos cosas: dan poca vida a las bandas anunciadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en abril y desconocen el camino que se tomará con relación al dólar pese a la ratificación oficial: la incertidumbre reina.
“No sé”, respondió el CEO de Siemens, Eduardo Gorsch cuando LA NACION le preguntó qué esquema cambiario veía luego de las elecciones pese a la rimbombante cifra de hasta US$40.000 millones de auxilio que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dejó trascender luego del búmeran que generaron los dichos de Trump tras la visita de Javier Milei a la Casa Blanca.
“Hoy hay mucha incertidumbre y expectativas de devaluación”, dijo un banquero en off the record. “Van a tener que dejar flotar; no tienen otra alternativa”, agregó el hombre de las finanzas y señaló que el respaldo estadounidense sirve para sacar las bandas de manera ordenada. “La Argentina, después de las elecciones, va a un cambio de régimen económico en el que la compra de reservas va a estar en el centro”, señaló otro directivo de un banco que transitaba los pasillos. “El objetivo no será mantener un tipo de cambio, sino sumar más dólares para pagar la deuda”, agregó. Ambos coincidieron que podría haber un impacto en inflación, a pesar de que el consumo podría acotar, como vino pasando este año, el traslado a precios. “Para EE.UU. y el FMI, el foco va a ser la sustentabilidad de la deuda”, agregó. El Gobierno enfrenta vencimientos por US$30.000 millones y accede al mercado.
“Hoy todo es volatilidad e incertidumbre por la elección”, afirmó Gustavo Salinas, presidente de Toyota Argentina. “Hay que esperar a ver qué pasa (con el dólar), pero no debería haber un gran impacto”, aseguró el industrial, más cauto. Los precios de los autos dependen, en gran medida, de lo que pase con el tipo de cambio. Lo mismo dijeron en una alimenticia, cuyos insumos principales son commodities importadas. “Si hay un salto grande será difícil trasladarlo a precios”, agregó.
Tanto los importados –los cupos abiertos para importar autos eléctricos por el Gobierno, por caso, o los hangares cuya capacidad crece mes a mes para traer productos de la china Shein- como un consumo masivo que no despega sirven al oficialismo para frenar las subas de precios por la volatilidad del dólar. “Las empresas estamos encepadas todavía; muchas industrias vuelven a generar stock de importados para cubrirse”, contó un empresario en un almuerzo marplatense. Con los servicios pasa algo similar: la venta de pasajes al exterior para febrero se desaceleró debido al miedo sobre cuál será la realidad con el dólar desde el próximo verano.
“Vemos que, en 2025, la actividad recupera en niveles bajos, lo que fue la caída del año pasado”, dijo a LA NACION Federico Amos, presidente de Aluar. “Hay una macroeconomía que se ordena, pero que ahora vuelve a tener volatilidad por las elecciones”, aseguró y pronosticó un crecimiento “leve” para 2026. “La micro tiene que tener condiciones mejores”, pidió. Como el concierto de empresarios en IDEA, reclamó una reforma tributaria y laboral, algo que el Gobierno prometió aquí, siempre y que se daría, siempre y cuando logre apoyo en el Congreso y espacio fiscal. El Consejo de Mayo, contaron algunos empresarios, ya comenzó a tocar los temas. El ejecutivo, que reclamó la vuelta del financiamiento –el crédito para el capital de trabajo se disparó, como la mora- insistió en su pedido en condiciones equivalentes de apertura, sobre todo, con China. Un reclamo a tono con la política de Trump.
Un industrial, a su lado, cuestionó los altos costos en dólares que sufren las empresas, las distintas velocidades de la baja de impuestos y la apertura comercial oficial, y la falta de un plan de crecimiento por parte del Gobierno más allá de los avances en la estabilidad macro. “La micro requiere atención. Comienza a generar falta de empleo en el conurbano. Hay un problema serio para las pymes, que actualmente no pueden financiarse y si lo hacen no pueden pagar el crédito con las elevadas tasas y la baja actividad. Encima estamos pagando impuestos del mundo anterior”, contó en referencia a la presión impositiva kirchnerista y la apertura mileista.
En el campo todavía confían a pesar de que sufren los impuestos y los elevados costos en dólares. “El 27 de octubre va a ser tranquilo”, se esperanzó Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural, que dijo que el apoyo de los Estados Unidos generó “confianza”. Agregó que creen que Milei y su equipo impulsarán un replanteo en el Congreso para la segunda parte de su mandato. Algo así contó un representante de empresas norteamericanas en la Argentina, que dejó trascender que “será el tiempo de los gobernadores”, sobre todo, para los “temas legislativos”. Las firmas de ese país en sectores clave están dispuestas a invertir. El secretario del Tesoro de EE.UU. pidió públicamente tratamiento especial a estas empresas.
Mientras el Gobierno intenta apagar el fuego del mundo financiero y cambiario para pavimentar el camino a elecciones cada vez más parejas, algunos empresarios creen que se perdió la “conexión” con lo que pasa en el metro cuadrado de la gente. Adosan a esa cita el recital de Milei en el Movistar Arena días atrás. “Es algo que le pasó a Macri”, recordó el presidente de una empresa industrial. Contó que mientras tomaba un café en Alem y Peña, en esta ciudad, escuchó lo que decían cinco personas en una mesa contigua. “No puedo pagar los gastos; no me alcanza; no se vende”, enumeró y luego lanzó una advertencia sobre el impacto de la reconversión productiva no planificada del oficialismo: “El que vive en Ingeniero Budge no va a ir a trabajar en una mina”.