El presidente Gustavo Petro, defendió públicamente su postura frente a los subsidios a la gasolina y respondió a las críticas surgidas en redes sociales, particularmente a las planteadas por Laura Camila Vargas, influenciadora política.
El debate en torno a los combustibles cobró nueva fuerza luego de que el gobierno propusiera en su reciente reforma tributaria la aplicación gradual de IVA sobre la gasolina a partir de 2026, lo que provocará un aumento significativo en su precio y un posible impacto directo sobre la economía de millones de colombianos.
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Petro publicó en X un extenso mensaje en el que expuso sus argumentos económicos, sociales y ambientales. Sostuvo que “no se puede subsidiar lo que está matando la vida en el planeta”, refiriéndose a los hidrocarburos y puntualizó que los subsidios a la gasolina concedidos en los tres años previos sumaron 70 billones de pesos, un monto que, en su opinión, es responsable en gran parte del déficit fiscal de 86 billones que enfrenta actualmente el país.
Para el mandatario, el subsidio fue dirigido principalmente a los sectores más ricos de la sociedad y no a la población vulnerable. Explicó que la diferencia en el consumo de combustible entre una motocicleta y un automóvil de cuatro puertas resulta clave en la equidad de la política estatal: “será quizás difícil entender que el pobre, aún con moto, gastará siempre menos gasolina que el del carro cuatro puertas. Se debe a la capacidad de consumo de cada vehículo”. Petro argumentó que, bajo la administración anterior, el subsidio se canalizó hacia quienes más consumen y, usualmente, a quienes cuentan con mayores recursos.
El presidente manifestó que su objetivo es corregir el déficit fiscal sin aumentar el precio de la gasolina de manera directa a los sectores más vulnerables, sino a través de la tributación sobre rentas improductivas y utilidades de sectores con alto poder adquisitivo. “Estamos tratando que no financiemos el déficit con la subida de la gasolina misma, sino con las rentas no productivas de la gente más riquísima de Colombia”, aseguró. También señaló resistencia dentro del Congreso y la prensa ante esta alternativa y advirtió que, si no se implementan estas medidas, el costo recaerá finalmente sobre quienes viajan en moto, bus o incluso quienes solo caminan.
Petro responsabilizó a la administración anterior por el déficit actual, al sostener que, de haberse ajustado la diferencia de precios entre la gasolina importada y la vendida al consumidor, la situación fiscal sería distinta en el presente. “Es el mayor error de política fiscal hecho por Duque y Ocampo”, afirmó.
El mandatario insistió en que los subsidios a los hidrocarburos resultan inadmisibles en la coyuntura contemporánea por sus efectos climáticos y sanitarios. En sus palabras, “no se puede subsidiar lo que está matando la vida en el planeta. El subsidio a hidrocarburos está prohibido”. Luego, expuso las bases de su política fiscal y energética, que busca reemplazar progresivamente el consumo de hidrocarburos por el de energías limpias a través de incentivos y ajustes impositivos adecuados.
Según expuso, los sectores en condición de pobreza pueden beneficiarse de la transición energética, siempre que los costos de acceso a tecnologías limpias disminuyan. “El pobre no sufre si su uso de hidrocarburos caros se reemplaza por energías limpias baratas”, declaró, recordando el caso de la implementación de energías renovables en el sistema eléctrico residencial y proponiendo aplicar medidas similares a la movilidad eléctrica mediante incentivos para motos y automóviles eléctricos.
Otro de los énfasis del mensaje presidencial fue el impacto en la salud pública del uso extensivo de gasolina y diésel en las grandes urbes colombianas. El presidente argumentó que “el uso de la gasolina y el diésel en la gran ciudad es la principal causa de muerte y enfermedad de los niños menores de 5 años”.
En cuanto a la política tributaria planteada en la reforma, Petro aclaró que “la canasta familiar no tiene un solo impuesto en esta reforma, es a los comestibles que son venenos”. Explicó que los nuevos gravámenes estarán dirigidos hacia productos comestibles nocivos, excluyendo aquellos que forman parte de la dieta básica de las familias colombianas.
En el video que originó la respuesta presidencial, Laura Camila Vargas expresó su desacuerdo y preocupación por los efectos de la reforma sobre la clase trabajadora. “Esa frase refleja una desconexión gigantesca con la realidad de millones de colombianos que dependen de la gasolina para sobrevivir. Porque no, presidente, no son solo los ricos los que usan gasolina”, afirmó.
Vargas detalló varios puntos para sustentar su crítica. Indicó que en Colombia circulan más de once millones de motocicletas, utilizadas principalmente por trabajadores, campesinos, repartidores y conductores informales. Advirtió que cualquier incremento del precio de la gasolina afecta no solo la movilidad privada, sino el sector de transporte público, la distribución de alimentos, los costos de carga y la economía campesina, ya que “todo se mueve en camión, bus, moto. Así que un colombiano no necesita tener carro para sentirlo en el bolsillo”.
La influenciadora también alertó sobre el efecto regresivo de los impuestos a los combustibles para los estratos medios y bajos, citando referencias de organismos multilaterales que advierten que estos gravámenes pueden impactar proporcionalmente más a quienes destinan mayor parte de su ingreso a transporte.
Vargas cuestionó que el discurso presidencial pueda interpretarse como una justificación a políticas que agraven la precariedad: “Un impuesto verde como el del carbón puede ser necesario para la transición energética, sí, pero no puede aplicarse de forma que afecte a los más vulnerables”. Subrayó que la carencia de redes de transporte masivo obliga a millones a depender de la moto y el automóvil como necesidad básica y no como lujo.
En sus publicaciones, Petro respondió que el esfuerzo tributario recae sobre “las rentas improductivas de los riquísimos, sobre todo a las utilidades de los banqueros, las remesas a paraísos fiscales, los dividendos que anulan la inversión en las empresas, las fusiones que concentran el capital contra los pequeños, las herencias que dejan riquísimos a los hijos de los riquísimos y no pagan impuestos”.