El Proyecto Gran Simio, organización internacional dedicada a la defensa de los grandes simios, pueblos originarios y de los derechos de los «seres sintientes no humanos», junto con el Corredor Biológico Mundial que aglutina en su Comité Internacional a numerosos científicos, han solicitado de forma urgente a las autoridades españolas y europeas la declaración de Santuario Marino para las orcas del Estrecho de Gibraltar, especialmente aquellas que residen en la zona de Barbate, donde desde 2020 se han registrado interacciones frecuentes con embarcaciones de recreo.
Según han explicado en una nota, estas orcas, que forman una subpoblación catalogada en peligro, «están siendo injustamente calificadas como agresivas por ciertos sectores, cuando en realidad podrían estar reaccionando al estrés acústico, a traumas por colisiones pasadas, a la intrusión constante de embarcaciones o incluso mediante comportamientos lúdicos típicos de individuos jóvenes».
«Las orcas no son intrusas y expulsarlas sería un acto de violencia contra una especie consciente que pide respeto y convivencia», ha declarado Pedro Pozas Terrados, director ejecutivo del Proyecto Gran Simio.
Así, el Proyecto Gran Simio y el Corredor Biológico Mundial ha hecho un llamamiento al Ministerio para la Transición Ecológica, al Gobierno de Andalucía, a la Comisión Europea y a la comunidad científica internacional para que se adopten de inmediato medidas como la declaración del Estrecho como Santuario Marino para Orcas Creación de una Zona de Especial Conservación (ZEC) en el área de Barbate, el reconocimiento legal como ‘personas no humanas’ o ‘entidades con derechos’, la creación de un comité ético-científico de supervisión formado por etólogos, conservacionistas, juristas ambientales y asociaciones locales, campañas educativas y mediáticas difusión de la verdadera naturaleza de las orcas, que son «inteligentes, sociales y sensibles» o la implementación de boyas pasivas para monitoreo acústico.
«No podemos permitir que se repita la historia de expulsar a especies nativas de su hábitat por el simple hecho de que interfieren con nuestras actividades económicas o recreativas, como ocurrió con el exterminio de la foca monje en nuestras costas», ha afirmado Pedro Pozas, que ha añadido que «proteger a estas orcas es un deber moral, ecológico y científico».
En este sentido, ha señalado que «las orcas son súper depredadoras, clave para el equilibrio marino y su presencia regula otras poblaciones y su impacto va más allá de la cadena alimentaria, ya que ayudan a fertilizar el océano con nutrientes esenciales que estimulan el fitoplancton, base del ecosistema marino y sumidero natural de carbono». «Deben dejar de criminalizar a las orcas, no son monstruos marinos, son seres inteligentes con culturas propias y estructuras sociales complejas», ha concluido.