Por primera vez en sus 147 años de historia, Wimbledon decidió confiarle una de las decisiones más sagradas del tenis a la inteligencia artificial. Este año, los tradicionales jueces de línea fueron reemplazados por un sistema automatizado conocido como ELC (Electronic Line Calling). Pero, en vez de traer más precisión y menos polémica, el debut tecnológico está dejando un sabor amargo.
El incidente más grave ocurrió este fin de semana durante el partido de cuartos de final entre la británica Sonay Kartal y la rusa Anastasia Pavlyuchenkova. Con el marcador empatado y Pavlyuchenkova en ventaja, Kartal lanzó un derechazo claramente largo, que se fue por al menos 30 centímetros. Pero el sistema permaneció en silencio. Ni una alerta ni una corrección. El punto siguió hasta que el juez de silla Nico Helworth gritó que paren en plena jugada, deteniendo el juego con evidente desconcierto.
Según reporta The Telegraph, la confusión fue total. Durante varios minutos, ambas jugadoras esperaron bajo el sol la evaluación de un sistema que, en teoría, no debía fallar. Sin repetición oficial ni veredicto claro, Helworth decidió que el punto se repitiera. Pavlyuchenkova, visiblemente frustrada, lanzó una acusación directa: “Como ella es local, pueden decir lo que quieran. Me sacaron el game”. La rusa, de todas maneras, logró quedarse con el primer set.
Wimbledon explicó que se trató de un “error humano”. El sistema de ELC, provisto por la empresa Hawk-Eye, no se había activado correctamente al inicio del encuentro debido a un doble descuido: primero, de un operador que no encendió los dispositivos; y luego, de un oficial de revisión que no alertó al juez de silla de que el sistema no estaba funcionando. “Se requiere un elemento humano para garantizar que el sistema esté operativo”, aclaró Sally Bolton, la directora ejecutiva de Wimbledon.
En efecto, los organizadores pidieron disculpas a ambas jugadoras. “Era importante para nosotros explicar en ese momento lo que creíamos que había sucedido y pedir disculpas a los jugadores por lo sucedido en primer lugar. Estamos profundamente decepcionados por lo ocurrido en el campeonato. Fue un error humano. La tecnología funciona eficazmente”. Pero las críticas no tardaron en llegar, haciendo referencia a un problema más macro sobre el uso de la inteligencia artificial en el arbitraje.
El sistema de arbitraje electrónico (ELC) se volvió obligatorio en todos los torneos profesionales a partir de este año. En febrero, el Argentina Open marcó un hito al convertirse en el primer torneo disputado sobre polvo de ladrillo en implementarlo. Sin embargo, la tecnología viene siendo probada desde 2017 y su adopción se aceleró durante la pandemia, cuando la necesidad de mantener el distanciamiento social, sumada al avance tecnológico, impulsó su uso.
Este cambio de paradigma impactó especialmente en quienes iniciaban su carrera como jueces de línea, con la aspiración de convertirse en umpires, ya que el sistema desplazó gran parte de esas funciones. Aun así, en los grandes torneos siguen existiendo equipos humanos de respaldo, listos para intervenir si la tecnología falla. Pero la realidad es que hacer esta transformación es clave para la reducción de costos.
Emma Raducanu y Jack Draper, dos de las mayores promesas británicas, denunciaron que el sistema ya los había perjudicado en sus partidos previos. “No es 100% preciso”, dijo Draper. Raducanu, por su parte, relató cómo un punto claramente fuera fue dado como válido, situación que fue confirmada por las cámaras de televisión. Incluso el estadounidense Ben Shelton reveló que tuvo que acelerar su juego porque el sistema estaba a punto de apagarse por la falta de luz.
Otros jugadores se quejaron por no poder oír bien el sistema automatizado, y una jugadora con discapacidad auditiva afirmó que, sin los jueces humanos señalando con sus brazos, no podía saber si un punto había terminado o no. Debbie Jevans, directora del All England Club, donde se disputa el torneo, dijo: “Cuando teníamos árbitros de línea, nos preguntaban por qué no teníamos la tecnología, ya que era mucho más eficiente”.
Axel Geller, extenista argentino que logró posicionarse como número uno en junior y jugó Grand Slams dentro de esa categoría, dijo a LA NACION que los árbitros humanos de línea no le agregan mucho al espectáculo y que, además, suelen cometer errores normales, como toda persona, y tener ciertos sesgos hacia los jugadores. “Un buen día de árbitro es el que pasa desapercibido”, manifestó. “En ese sentido, te diría que estoy a favor de la incorporación de la inteligencia artificial”, agregó.
Pero el deportista argentino destacó que hay un aspecto humano que es clave a la hora del partido. Hay cierto entendimiento de las circunstancias del partido que la máquina puede no contemplar. Por ejemplo, en tenis ya se usa el “shot clock”, que marca los 25 segundos que tiene el sacador para jugar una vez terminado el punto. Pero, a veces, la máquina puede empezar el conteo sin tener en cuenta que el público festejó la jugada anterior o hace mucho calor y los tenistas se están secando las manos. “Si programás una inteligencia artificial y la iteras lo suficiente, debería entender todos esos nuances”, reflexionó. “El problema es que creo que eso todavía hoy no está listo”, aseguró el extenista.