Por qué cierra la fábrica de Whirlpool en la Argentina

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La fábrica de Whirlpool en la Argentina confirmó el cese definitivo de su actividad manufacturera en el Parque Industrial de Fátima, en Pilar. La compañía notificó la desvinculación de su personal y ratificó un cambio drástico en su operación comercial tras la inauguración del predio hace apenas tres años. Esta determinación responde a un esquema de negocios que prioriza la importación de bienes finales frente a un escenario económico que combina variables internas y externas.

Los motivos detrás del cierre

La salida de la producción nacional obedece a múltiples factores. La empresa enmarca la medida en un proceso global de revisión de estructuras productivas, que busca la eficiencia operativa y la reasignación responsable de recursos. Fuentes de la compañía detallaron a LA NACION: “Son varios los motivos que confluyeron en la toma de esta decisión, internos y externos”.

La firma agregó: “Realizamos esfuerzos para reducir costos e implementamos mejoras en los procesos para ser más competitivos frente a productos importados, a lo que se suma la caída en el consumo. Hoy estamos dando este paso para redefinir nuestra huella regional de cadena de suministro con la necesidad de fortalecer nuestra competitividad en un entorno cada vez más desafiante».

En cuanto a los rumores sobre la continuidad de la firma en el país, aclararon: “La continuidad en la Argentina no está en revisión: la presencia comercial y el portafolio de productos seguirán disponibles para los consumidores, bajo un esquema operativo alineado con las condiciones del entorno local y regional”.

El impacto en el empleo y la inversión reciente

La clausura de la planta conlleva la desvinculación de 220 trabajadores, una cifra que incluye a los equipos de gestión y a la cadena de suministro. El repliegue ocurre tres años más tarde de la apertura de la fábrica, cuando Whirlpool desembolsó US$50 millones en 2022 para la puesta en marcha del establecimiento.

El predio ocupa una superficie de 30.000 metros cuadrados. La empresa la presentó en su momento como la más moderna de su tipo en el mundo y empleaba a 460 personas de manera directa y a más de 1000 de forma indirecta. La capacidad instalada permitía fabricar un lavarropas cada 40 segundos y 300.000 unidades al año, de los cuales 70% tenía como destino la exportación.

La planta de Whirlpool en el parque industrial de Pilar, inaugurada en 2022 con una inversión millonaria, dejará de producir lavarropas y la empresa pasará a importar

Los antecedentes del ajuste operativo

La empresa mostró señales de reconfiguración antes del cierre total, ya que, en mayo de 2024 anunció una reorganización operativa, donde recortó un turno de producción y eliminó 60 puestos de trabajo. La firma explicó entonces su intención de “adaptar el programa de producción al entorno actual”. Concentró la fabricación en un único turno para simplificar su modelo organizacional.

Un escenario de repliegue industrial generalizado

El caso de Whirlpool se suma a un 2025 marcado por reacomodamientos fabriles. Essen redujo personal en su planta de Venado Tuerto y desvinculó a 29 trabajadores a fines del mes pasado. La compañía citó una caída del 10% en la demanda local respecto de 2024.

Grupo Dass anunció en julio la salida de 164 colaboradores. El fabricante de marcas como Nike, Adidas y Fila atribuyó la decisión a la contracción de las ventas y la apertura de importaciones. Dass cerró antes su planta de Coronel Suárez para unificar operaciones en Misiones. La metalúrgica Cramaco también optó por sustituir la producción local, cerró su planta en Sastre y se volcó a la venta de generadores importados.

La compañía busca eficiencia operativa y sustituirá la fabricación nacional por productos traídos del exterior.

El sector de consumo masivo registra movimientos idénticos, ya que, Kenvue cerró sus líneas de producción en el Parque Industrial de Pilar. La dueña de Siempre Libre pasó a un modelo basado 100% en importaciones. Su competidora Kimberly-Clark comunicó una inversión de US$15 millones para centralizar la producción en San Luis, lo que implicó el cierre de su planta de Pilar y afectó a más de 200 personas. La caída de la demanda motivó a la firma Ilva a cerrar su fábrica de pisos cerámicos en Pilar, con el despido de más de 300 empleados.

La crisis alcanza también a las alimenticias. Dánica cerró su histórica planta de Llavallol a comienzos de año y pasó a tercerizar la producción. La láctea La Suipachense fue directamente a la quiebra. El Juzgado Civil y Comercial N°7 de Mercedes decretó la medida hace un par de semanas tras años de problemas financieros y dejó sin empleo a 140 trabajadores.

Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA a partir de un artículo firmado por Laura Ponasso.

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