Es normal que nos vayamos a dormir y al lado tengamos el celular funcionando con normalidad: conectado a internet, recibiendo notificaciones y la posibilidad de que la pantalla se encienda. Una situación que puede generar una fuerte afectación en el descanso y por eso es clave saber gestionar el uso del WiFi.
A primera vista, puede parecer una medida mínima o insignificante, pero detrás de este gesto se esconden beneficios concretos para la calidad del sueño, la seguridad digital y la salud de los dispositivos. Diversos estudios, junto con el análisis de expertos en tecnología, arrojan luz sobre los motivos que convierten este hábito en un aliado clave para el descanso en la era digital.
Cómo la tecnología afecta los ciclos de sueño
Un primer argumento apunta a la influencia directa que ejercen los teléfonos inteligentes sobre la calidad del sueño. Dormir con el móvil encendido sobre la mesa de luz, conectado a WiFi, expone al usuario a una batería de estímulos como notificaciones, mensajes entrantes y la eterna tentación de las redes sociales o el correo electrónico.
Russell Johnson, investigador de la Universidad Estatal de Michigan, advierte que los smartphones están “casi perfectamente diseñados para interrumpir el sueño” y esto se traduce en menos horas de descanso y una sensación de fatiga al comenzar el día.
La proximidad y accesibilidad constante al dispositivo prolonga la jornada digital hasta altas horas de la noche, restando tiempo a los ciclos de sueño profundo. Interrupciones leves, como destellos de pantalla o vibraciones, pueden tener efectos acumulativos que dificultan la recuperación nocturna.
Estas alertas, por breves que resulten, suelen interrumpir fases críticas del reposo, generando despertares frecuentes y perpetuando un ciclo de cansancio y falta de energía al despertar.
Otro factor determinante es la luz azul de las pantallas, característica de celulares, tablets y computadoras. Esta luminiscencia tiene la capacidad de atravesar los párpados y estimular regiones cerebrales vinculadas con la vigilia, alterando los ritmos circadianos que regulan el sueño.
Incluso cuando el usuario no mira directamente la pantalla, la luminosidad residual puede interferir con los mecanismos internos de conciliación del sueño y reducir su duración y profundidad.
La expectativa constante de recibir nuevos estímulos digitales mantiene al sistema nervioso en estado de alerta. Esta vigilancia inconsciente tiene similitud con la reacción que se experimenta ante una alarma, dificultando que el cerebro entre en fases de sueño profundo y reparador.
Fuentes y estudios citados desde instituciones como el Instituto Tecnológico de Massachusetts han examinado el efecto de las ondas electromagnéticas emitidas por los móviles sobre la fisiología del sueño. Investigaciones publicadas ya en 2008 sugieren que la exposición a estas ondas, incluso cuando el teléfono permanece cerca, pero en reposo, está asociada con una reducción del sueño profundo y un descanso menos reparador.
Sin embargo, la comunidad científica aún debate los alcances reales de las radiofrecuencias sobre la salud humana, sin consensos definitivos.
La Organización Mundial de la Salud reconoce la falta de evidencia concluyente sobre los riesgos directos de la exposición nocturna, aunque recomienda el principio de precaución: limitar la presencia de fuentes de radiación wireless en dormitorios, especialmente si hay niños o personas embarazadas.
Beneficios técnicos y económicos de apagar el WiFi del celular antes de dormir
Desde una perspectiva más práctica, apagar el WiFi y las conexiones del móvil contribuye a disminuir el consumo energético y el desgaste del dispositivo. Aunque el ahorro en la factura eléctrica por apagar el router es modesto, la clave está en el descenso del consumo de la batería de los smartphones.
Durante la noche, los teléfonos sincronizan datos, reciben notificaciones y mantienen activa una serie de procesos en segundo plano que pueden consumir entre un 15 y 20 % de batería solo durante el reposo nocturno.
Con el WiFi desactivado, el móvil reduce drásticamente estos procesos y, en consecuencia, la batería conserva mejor su capacidad. Esto significa menos necesidad de recargas y una vida útil más prolongada para el dispositivo, con el agregado de una menor huella ecológica por producir y descartar menos baterías y menos dispositivos envejecidos prematuramente.
Apagar la conexión también puede servir como pausa para el propio sistema operativo del móvil, permitiendo que se reinicie o repose, lo que aminora la posibilidad de problemas relacionados con la conectividad, errores de software o ralentizaciones.