
La actual ola de inversiones en inteligencia artificial mantiene al mercado financiero en vilo, con gigantes tecnológicos destinando cientos de miles de millones de dólares y el valor bursátil de empresas alcanzando máximos históricos. Sin embargo, según el análisis de Robin Harding publicado por Financial Times, a pesar del furor y algunos paralelismos con episodios de euforia bursátil del pasado, la situación no corresponde a una burbuja especulativa tradicional, como aquellas que colapsaron sectores enteros, sino a un ciclo de auge —un boom— que todavía podría virar abruptamente hacia una corrección.
Al cierre del análisis, el medio destaca que el reciente protagonismo de OpenAI subraya una dinámica central: su valuación, que ronda cientos de miles de millones de dólares, se fundamenta más en su potencial disruptivo y en su base de más de 800 millones de usuarios semanales que en datos concretos de rentabilidad. Esto, explica Financial Times, estimula una ingente demanda de semiconductores de Nvidia e inversiones masivas en centros de datos, incluso si el retorno final de la tecnología sigue siendo incierto.
El temor a una burbuja se alimenta de varios fenómenos: el meteórico ascenso de valores como el de Nvidia, que llegó brevemente a superar una capitalización de USD 5 billones, y el peso creciente de la inversión tecnológica en la economía de Estados Unidos; la rápida valorización de empresas emergentes de IA en cifras de miles de millones de dólares; el auge del financiamiento mediante deuda para levantar infraestructuras, y las operaciones circulares —como las alianzas entre OpenAI, Nvidia y AMD— donde los propios proveedores de tecnología invierten capital en compañías de IA, que luego adquieren productos de quienes los financiaron.
Pese a estos signos, señala Financial Times, la exuberancia no supone necesariamente irracionalidad. Las burbujas se definen por una desconexión total respecto al valor intrínseco de los activos, acompañada de una ola de euforia y especulación injustificada. En contraste, el análisis diferencia entre dos errores propios de los ciclos de innovación: por un lado, el exceso de optimismo, natural cuando una tecnología emergente como la inteligencia artificial siembra dudas sobre su eficacia, aplicaciones reales y ritmo de progreso. Incluso tras tres años del lanzamiento de ChatGPT, muchos cuestionan aún la utilidad de los chatbots, aunque 2025 ha consolidado casos de uso serios, como en programación informática. Según el medio, persisten razones fundamentadas para mantener el optimismo en el sector.
Otra forma de error, expone el medio, radica en identificar correctamente el valor de la tecnología, pero equivocarse respecto a los ganadores del mercado. Tal como ocurrió durante el auge de las puntocom en los años noventa, los inversionistas sí supieron anticipar la importancia de la internet, apostando por líderes como Yahoo y Amazon, mientras Google todavía operaba en un garaje y Mark Zuckerberg estaba en la escuela. Es posible, sugiere Financial Times, que los grandes vencedores del ciclo de la inteligencia artificial ni siquiera hayan nacido todavía.
La razón de fondo para ver este momento como un boom y no una burbuja está en el motor que impulsa la fiebre inversora: los grandes grupos tecnológicos —entre ellos Alphabet (capitalización de mercado de USD 3,8 billones), Meta (USD 1,7 billones), Apple (USD 4,05 billones), Amazon (USD 2,5 billones) y Microsoft— resguardan negocios cuasi-monopólicos que parecen dispuestos a asumir enormes gastos no tanto por una apuesta ciega, sino por calcular el coste-venta de perder su posición dominante. Para ellos, invertir miles de millones en inteligencia artificial actúa como póliza de seguro ante el riesgo de disrupción. En septiembre, Mark Zuckerberg lo expresó así: “Si terminamos malgastando un par de cientos de miles de millones de dólares, creo que eso sería muy desafortunado, obviamente, pero… en realidad pienso que el riesgo es mayor en el otro lado”.
Actualmente, indica el medio, Meta y Alphabet cotizan a múltiplos de ganancias de veinticinco a treinta veces, un rango que se ubica dentro del optimismo, pero sin rastros del frenesí irracional típico de las burbujas. Aunque es incierto si las expectativas del mercado se verán cumplidas o si el boom desembocará en un ajuste, para Financial Times lo relevante es que el debate sobre el valor de la inteligencia artificial debe partir de su potencial tangible y no de visiones simplificadas que la descarten como mera burbuja.
