Durante un cuarto de siglo, uno de los libros infantiles más emblemáticos, Goodnight Moon (Buenas noches, Luna), estuvo ausente de los estantes de la Biblioteca Pública de Nueva York. Esta ausencia no se debió a la falta de popularidad ni a la indiferencia del público, sino a una decisión administrativa encabezada por Anne Carroll Moore, figura central en la historia de la literatura infantil estadounidense. La razón detrás de esta prohibición, que se extendió desde la publicación del libro en 1947 hasta 1972, revela tanto los criterios de selección de la época como el impacto de las decisiones individuales en la cultura literaria.
Goodnight Moon (Buenas noches, Luna), escrito por Margaret Wise Brown, se consolidó como un clásico de la literatura infantil. Su estructura sencilla, el ritmo calmado de sus versos y las ilustraciones de Clement Hurd convirtieron la obra en una referencia para generaciones de lectores.
El libro, que narra la despedida nocturna de un conejo a los objetos de su habitación, fue elogiado por su capacidad para transmitir tranquilidad y seguridad a los niños antes de dormir. Según The Mary Sue, su influencia se extiende mucho más allá de su éxito comercial, ya que marcó la pauta para la literatura dirigida a los más pequeños y fue traducido a numerosos idiomas.
La decisión de excluir Goodnight Moon (Buenas noches, Luna) de la colección de la Biblioteca Pública de Nueva York recayó en Anne Carroll Moore, quien dirigía la sección infantil de la institución.
Moore, reconocida por su autoridad en el ámbito de la literatura infantil, ejercía un control estricto sobre los títulos que consideraba apropiados para el público infantil. De acuerdo con The Mary Sue, esta mujer consideró que el libro era “demasiado sentimental y carecía de valor educativo”, lo que motivó su rechazo. Esta postura se mantuvo firme durante 25 años, a pesar de la creciente popularidad del libro en otras bibliotecas y hogares de Estados Unidos.
Su figura resulta fundamental para comprender el alcance de la prohibición. The Mary Sue destaca que “Moore era una figura poderosa en la literatura infantil, y su desaprobación podía hacer o deshacer el éxito de un libro”. Su criterio, basado en la convicción de que los libros debían ofrecer un claro valor educativo y evitar el sentimentalismo, marcó la política de adquisiciones de la biblioteca durante décadas. Esta visión, aunque influyente, también generó controversias y debates sobre los límites de la censura en el ámbito cultural.
El veto a Goodnight Moon (Buenas noches, Luna) tuvo consecuencias significativas. Durante el periodo de la prohibición, el libro se consolidó como un éxito en otros contextos, mientras que la Biblioteca Pública de Nueva York permanecía ajena a este fenómeno. No fue sino hasta 1972, tras la jubilación de Moore y la llegada de una nueva generación de bibliotecarios con criterios más flexibles, que la obra de Margaret Wise Brown ingresó finalmente a la colección. The Mary Sue señala que este cambio reflejó una transformación en la percepción de lo que debía considerarse literatura infantil valiosa.
Las reacciones al levantamiento de la prohibición y el legado del caso fueron objeto de análisis y reflexión. El episodio sirvió para ilustrar cómo las decisiones individuales pueden influir en la difusión de obras culturales y cómo los criterios de selección en las bibliotecas públicas evolucionan con el tiempo.
The Mary Sue subraya que la historia de Goodnight Moon (Buenas noches, Luna) en la Biblioteca Pública de Nueva York es un recordatorio de la importancia de revisar y cuestionar los estándares establecidos, especialmente cuando se trata de literatura destinada a la infancia.
Desde su incorporación a la colección en 1972, Goodnight Moon (Buenas noches, Luna) se convirtió en uno de los libros más solicitados de la Biblioteca Pública de Nueva York y consolidó su lugar como un referente indiscutible en la literatura infantil y demostrando el alcance duradero de una obra que, durante años, estuvo al margen de una de las instituciones más importantes del país.