Las camisas son una prenda básica en cualquier guardarropa. Su textura y diseño transmiten elegancia y se adaptan a todo tipo de ocasiones, tanto formales como informales, para hombres y mujeres. Sin embargo, hay un detalle que muchos pasan por alto: la orientación de los botones no es la misma en las camisas de hombre (ubicados en la parte derecha) que en las de mujer (en la izquierda).
La diferencia detrás de las camisas de botones entre hombres y mujeres
Las diversas teorías datan del siglo XIII. Según consignó Men’s Health, muchas de las mujeres que utilizaban camisas en esa época no se vestían solas, sino que lo hacían con la ayuda de sus asistentes. De manera que, para facilitarles el trabajo, colocaron los botones en la parte izquierda. De esa manera, la persona que se situaba al frente podía abrocharlos con la mano derecha.
En cuanto a los hombres, el origen tiene un contexto bélico. Según explicó la diseñadora e influencer mexicana Paulina Loya, solían llevar tanto la espalda como la pistola en la izquierda para poder agarrar el arma de manera rápida con la mano derecha. Por tanto, como forma de facilitar este movimiento, se colocaron los botones en el lado derecho.
“Los botones de las camisas de los hombres están del lado derecho porque al momento de sacar la espada necesitaban que esta no se fuera a atorar”, explicó.
El origen de los botones: cómo eran los primeros
Los primeros botones se remontan al año 2000 a.C y estaban compuestos de conchas y moluscos talladas con forma circular o triangular, con dos agujeros en su parte central. Este estilo se utilizó de forma decorativa hasta el siglo XIII, cuando en Alemania crearon el pequeño orificio por el que pasaba el botón para unir dos trozos de ropa.
En el siglo siguiente, los botones se consolidaron como un símbolo de estatus. De acuerdo con la revista L’Officiel y Vogue España, los nobles y ricos mercaderes usaban botones de marfil, oro o plata como indicación de fortuna y rango. En el caso de la moda femenina, prescindía de este detalle para los vestidos.
“A las mujeres se les podría regalar muchas joyas, pero a los hombres se les regalaba una botonera, que eran seis u ocho botones para la casaca. También unas hebillas, que eran cinco: dos para la jarretera del calzón, donde se abrochaba por debajo de la rodilla, dos para el zapato y la última, para el corbatín”, detalló Lucina Llorente, experta en tejidos del Museo del Traje, para Vogue España.
Para el siglo XIX, los botones en el hombre pasaron a tener un puesto secundario en la indumentaria. En ese sentido, se comenzaron a utilizar los accesorios lisos y sin ningún adorno. “Pasamos de una clase aristocrática a una burguesa. Los botones pierden su importancia, y en su lugar lo va a tomar el reloj o alguna insignia. El botón en el s. XIX ya no tiene una importancia de clase social o de poder“, cerró Llorente.