El Mundial de Clubes 2025 ha llegado a su fin. Chelsea es campeón del certamen tras darle una paliza por 3-0 al PSG de Luis Enrique, que llegaba como el favorito para esta edición tras ganar la Champions League en mayo del presente año. En los últimos 12 campeones de este certamen hemos visto una supremacía total de los equipos europeos, que han venido ganando el torneo sin despeinarse.
Pero no siempre fue así. En 2012, Corinthians de Brasil rompió con esa hegemonía. Llegó al Mundial de Clubes tras conquistar la Copa Libertadores del 2012, donde venció con autoridad a Boca Juniors: primero empató 1-1 en La Bombonera y luego ganó 2-0 en São Paulo con un equipo que jugaba de memoria. El ‘timao’ tenía un plantel compacto, serio, con oficio, pero sabía que para enfrentar al campeón de Europa necesitaba un arma más: un delantero que marque la diferencia.
La búsqueda fue liderada por ‘Tite’, uno de los entrenadores más respetados del continente. El DT tenía claro que necesitaban un ‘9’ de peso, con experiencia en ligas grandes y que no se achique ante escenarios de alto calibre. Así fue como el nombre de Paolo Guerrero apareció sobre la mesa. En ese entonces, el ‘Depredador’ militaba en el Hamburgo de la Bundesliga, donde era titular indiscutible. Había disputado 183 partidos oficiales, convertido 51 goles y repartido 29 asistencias. De hecho, todavía es el club en el que más tiempo jugó a lo largo de su carrera.
Aún así, Guerrero no lo pensó demasiado. Dejó Alemania para fichar por el Corinthians con una consigna clara: salir campeón del Mundial de Clubes. El Brasileirao sería parte del camino, pero el verdadero objetivo era Japón. Y así, con poco tiempo en el equipo, pero con la confianza del cuerpo técnico y la hinchada, el peruano llegó como refuerzo estrella para ese diciembre de 2012.
El torneo se jugó en tierras japonesas. El Barcelona, campeón defensor, no participó porque fue eliminado por el Chelsea en semifinales de Champions. Por reglamento, tanto el Corinthians como el cuadro inglés clasificaban directamente a semifinales del Mundial. Los otros equipos, representantes de distintas confederaciones, debían ganarse su lugar en los cuartos de final. Chelsea enfrentó a Monterrey y Corinthians se midió ante Al-Ahly de Egipto.
En ambos casos, los favoritos cumplieron. El Chelsea ganó con autoridad y el ‘timao’ venció 1-0 con un gol de Paolo Guerrero, que ya empezaba a escribir su historia. Ese tanto, de cabeza, fue una premonición de lo que vendría más adelante.
La final se jugó el 16 de diciembre en el estadio Yokohama, el mismo donde Brasil había ganado el Mundial 2002 frente a Alemania. El partido fue muy parejo, cortado, lleno de tensión. Los ingleses salieron con lo mejor que tenían, liderados por Fernando Torres, Frank Lampard y Petr Čech. Pero el Corinthians no se achicó. Se plantó con inteligencia, le disputó la posesión y aguantó cada embate. Hasta que a los 68 minutos, una jugada en el área cambió la historia: un rebote quedó bombeado en el corazón del área y fue conectado por Paolo Guerrero con un frentazo seco que venció a David Luiz que trataba de sacar la pelota como sea, ya que su portero quedó fuera de la foto.
El marcador no se movió más y el ‘timao’ levantó el trofeo, ante los ojos del mundo. Paolo Guerrero fue elegido mejor delantero del torneo y se llevó el Balón de Bronce. Fue la consagración de su carrera a nivel clubes y la última gran hazaña de un equipo sudamericano en el torneo.
Desde entonces, Europa no ha soltado más el trono. Años después, Flamengo, River y Palmeiras intentaron acercarse, pero no lograron romper el dominio europeo. Hoy, más de una década después, la historia del Corinthians de 2012 sigue viva. Y el nombre de Paolo Guerrero permanece en lo más alto del recuerdo.