Durante siglos, la menstruación ha sido un proceso envuelto en silencios, tabúes y eufemismos. Esto ha provocado que algo que forma parte mensualmente de la vida de muchas personas no sea comprendido al 100 %: algunas desconocen cuál es su composición, por qué ocurre o incluso el motivo por el que se producen algunos de sus efectos secundarios.
Afortunadamente, cada vez son más las voces que difunden información relacionada con la menstruación, algo sumamente importante para que millones de personas en el mundo comprendan cómo funciona este proceso fisiológico natural, necesario y complejo. Entre ellas se encuentra la doctora Sara Marín Berbell, médica experta en microbiota, que a través de sus redes sociales (@uncafecontudoctora en Instagram) publica contenido especialmente relacionado con la salud femenina.
En uno de sus últimos vídeos se ha centrado en una cuestión que suele generar complejo a muchas mujeres: la hinchazón de la tripa cuando baja la menstruación o en los días previos. Tal y como destaca la experta en microbiota, el primer día de regla el útero puede llegar a pesar el doble, lo que provoca que la barriga se vea más hinchada.
Este hecho varía ligeramente de una persona a otra, pero su mensaje es claro: el útero cambia, se adapta y trabaja de manera intensa a lo largo del ciclo menstrual.
El endometrio y las prostaglandinas
Cada mes, el cuerpo se prepara para un posible embarazo: “El útero crea una capa interna llamada endometrio, que se va engrosando como si fuese un nidito por si hay un embarazo”. El endometrio “está formado por sangre, células y mucosa” y será lo que expulse el cuerpo si no se produce un embarazo: “Ese tejido se desprende y se elimina, y eso es tu regla”.
Este proceso, que puede parecer simple, implica una compleja interacción hormonal y un gasto energético considerable. El desprendimiento del endometrio no se produce de forma pasiva: para expulsarlo, el útero necesita contraerse, y lo hace gracias a unas sustancias llamadas prostaglandinas, que “son inflamatorias y producen contracciones del útero”. Es esto lo que provoca “el dolor, la presión, la hinchazón y la diarrea” tan característicos de la regla, tal y como explica la doctora Marín Berbell.
Estas contracciones son responsables de los conocidos cólicos menstruales y, a menudo, también de la sensación de malestar general. Las prostaglandinas no solo provocan contracciones uterinas: también pueden afectar al sistema digestivo, ralentizar el tránsito intestinal y aumentar la inflamación. De ahí que muchas mujeres experimenten hinchazón abdominal, fatiga o molestias gastrointestinales durante los primeros días de la menstruación. “Y eso hace que tu barriga se hinche de golpe”, resume la especialista.
A pesar de estos cambios, Marín Berbell insiste en un mensaje de aceptación corporal: “Así que la próxima vez que tengas la regla y te mires al espejo, no te machaques porque estás más gorda: es tu cuerpo trabajando.” El objetivo, dice, es comprender el proceso y respetar los ritmos naturales del cuerpo, en lugar de juzgarlo.
Consejos para reducir el dolor y la hinchazón menstruales
Más allá de la explicación biológica, la médica también ofrece algunas estrategias con evidencia científica para aliviar las molestias menstruales. Centrándose en la alimentación, Sara Marín menciona el Omega 3, que “ayuda a reducir las prostaglandinas” y, por tanto, el dolor menstrual. Puede encontrarse en nueces, semillas y pescado azul, por ejemplo.
El segundo consejo está relacionado con los minerales: el magnesio concretamente. “Relaja el útero y disminuye la intensidad de las contracciones. Come espinacas, aguacate y plátano”, explica la especialista. Este micronutriente favorece la relajación muscular y ayuda a mitigar los espasmos uterinos, además de mejorar el estado anímico en los días previos a la regla.
Otro remedio natural son las infusiones calmantes, como la de jengibre, la de canela o la manzanilla: “Una taza caliente puede ser tu mejor amiga esos días.” Estas plantas poseen propiedades antiinflamatorias y antiespasmódicas que pueden aliviar la tensión abdominal.
Por último, Marín Berbell subraya la importancia de moverse y mantenerse hidratada: “Agua y movimiento suave. Beber suficiente agua y caminar suave mejora la circulación y reduce la presión. Aunque no tengas ganas, tu cuerpo lo agradecerá.” El ejercicio ligero, junto con una buena hidratación, contribuye a mejorar la circulación pélvica y a liberar endorfinas, lo que reduce la percepción del dolor.