En los últimos días, varias personas que habían comprado pasajes a España y otros destinos europeos a través de una mujer que identifican como “Karina” descubrieron que no tenían tickets válidos al momento de viajar. La sospecha es que se trató de una presunta estafa, con una operatoria que algunos comparan con un esquema Ponzi vinculado a la venta de vuelos.
Si bien en un comienzo muchos viajes se concretaron, todo habría cambiado durante las últimas semanas. Según relató uno de los damnificados a LA NACION, la vendedora justificó la situación señalando que, debido al paro de controladores aéreos previsto para el 11 de julio (luego suspendido por conciliación obligatoria), el código promocional con el que accedía a tarifas más bajas habría quedado inhabilitado para vuelos con salida desde la Argentina. Como alternativa, propuso a los compradores viajar por sus propios medios a Brasil y desde allí conectar con Europa, ya que —según afirmaba— el código seguía vigente para vuelos desde ese país.
Los mayoría de los pasajes eran para volar con Iberia, según los casos a los que tuvo acceso este medio. La empresa no tenía conocimiento del tema hasta que explotó en las redes, indicaron.
Algunos pasajeros lograron concretar el viaje, aunque debieron asumir el costo adicional del tramo a Brasil, que nunca fue retribuido. Otros, en cambio, no pudieron volar y terminaron perdiendo el dinero invertido.
En medio del conflicto, Karina dejó de responder los mensajes y llamadas de los afectados. El caso se viralizó en las redes: allí, un usuario de X dijo que, según el testimonio de una persona que trabaja en su casa, la mujer habría sido internada.
Por el momento, se desconoce la cantidad exacta de víctimas, pero el economista y tuitero Huberto Bourlon, conocido en redes como “el Guiso”, aseguró que podría haber cientos de casos. Según explicó, Karina tenía un hijo que asiste a un colegio privado de Capital Federal y habría vendido pasajes a otros padres del establecimiento. La operatoria también se habría extendido a zonas del norte del Gran Buenos Aires.
Los pasajes —que costaban alrededor de US$1100 en clase Económica y US$2500 en Business— se pagaban en efectivo en el domicilio de Karina, ubicado en la esquina de Posadas y Cerrito. Los tickets eran emitidos, en el mejor de los casos, un día antes de la partida.
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