Progreso tecnológico y destrucción creativa: quienes son los ganadores del Nobel de Economía 2025 y cuáles fueron sus aportes

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La entrega de los premios se realizó en Estocolmo, sede habitual del anuncio de la Real Academia Sueca de Ciencias (Reuters)

La Real Academia de Ciencias de Suecia comunicó hoy la entrega del Premio Nobel de Economía 2025 a tres especialistas que, desde distintos enfoques, explicaron el origen y los motores de la expansión sostenida de las sociedades modernas. La distinción se centró en cómo la innovación impulsa el crecimiento económico regular, una realidad que expandió la riqueza y modificó la vida en todo el planeta. El galardón, anunciado de manera oficial por la institución, se dividió en dos partes: Joel Mokyr recibió una mitad, mientras que Philippe Aghion y Peter Howitt compartieron la otra.

El anuncio realizado en Estocolmo destacó tanto los avances en la comprensión de los procesos que propician un ciclo permanente de invenciones como las condiciones que permiten que los mercados y la sociedad los aprovechen de manera continua. Según la Real Academia, “premiaron a los laureados del Nobel de Economía 2025 por explicar cómo la innovación impulsa el crecimiento económico sostenido”. El comunicado oficial especificó que Joel Mokyr fue galardonado “por haber identificado los factores necesarios para que el progreso tecnológico genere un crecimiento continuo”. Por su parte, Philippe Aghion y Peter Howitt obtuvieron el premio “por desarrollar la teoría de la destrucción creativa”, un concepto clave para entender la transformación económica y la superación de épocas marcadas por el estancamiento.

Quiénes fueron los ganadores del Nobel de Economía 2025

El Premio Nobel de Economía 2025 distingue a tres investigadores con trayectorias y orígenes diversos, pero con un interés común: entender cómo las sociedades avanzan de manera sostenida.

El Premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Universidad Northwestern, Evanston, Illinois, Estados Unidos; Philippe Aghion, Collège de France e INSEAD, París, Francia, y The London School of Economics and Political Science, Reino Unido; y Peter Howitt, Universidad Brown, Providence, Rhode Island, Estados Unidos

Joel Mokyr nació en 1946 en Leiden, Países Bajos. Se doctoró en Yale y trabaja como profesor en la Universidad Northwestern, en Estados Unidos. Se especializó en historia económica, con énfasis en cómo el conocimiento y el desarrollo científico se volvieron motores del crecimiento.

Philippe Aghion es originario de París, donde nació en 1956. Recibió su doctorado en Harvard y tiene experiencia docente y de investigación en el Collège de France, INSEAD y la London School of Economics and Political Science. Peter Howitt nació en Canadá en 1946, obtuvo su doctorado en la Universidad Northwestern y es profesor en la Universidad Brown. Juntos, Aghion y Howitt formaron una alianza académica, publicando trabajos conjuntos que influyeron en la visión sobre la competencia y la innovación.

El ciclo histórico del conocimiento y el crecimiento

El trabajo de Mokyr aporta una mirada sobre el desarrollo económico a partir de la historia. A través de su investigación, mostró que durante siglos las mejoras en calidad de vida y riqueza resultaron irregulares y pasajeras. Explicó que este estancamiento cambió con la Revolución Industrial, cuando el conocimiento científico y las aplicaciones prácticas comenzaron a conectarse y alimentarse mutuamente.

Durante los últimos 200 años, el crecimiento anual ha sido de alrededor del 1,5 % en Suecia y el Reino Unido. Las innovaciones tecnológicas y los avances científicos se han complementado mutuamente en un ciclo sin fin. Datos: Base de datos del Proyecto Maddison 2023 con fuentes subyacentes de Broadberry et al. (2015), Krantz (2017), Schön y Krantz (2015). (©Johan Jarnestad/Real Academia Sueca de Ciencias)

Mokyr distinguió entre conocimiento proposicional, que trata de leyes y explicaciones sobre cómo funciona el mundo, y conocimiento prescriptivo, que son las soluciones técnicas y concretas, como manuales, diseños o recetas. Según sus estudios, el crecimiento sostenido fue posible gracias a la unión de estos dos tipos de conocimiento. Antes de esa integración, las innovaciones aparecían de manera aislada y era difícil mejorarlas o multiplicarlas con el tiempo.

Otro aspecto clave en sus análisis es el papel de las instituciones abiertas. Mokyr demostró que sociedades dispuestas al debate y la experimentación favorecieron la difusión del conocimiento y la superación de viejas estructuras. La Ilustración y los cambios políticos en Gran Bretaña, que permitieron negociar transformaciones y reducir la resistencia de grupos con privilegios, contribuyeron a que nuevos saberes llegaran más lejos y tuvieran impacto económico duradero.

Competencia, renovación y el proceso de “destrucción creativa”

La teoría central desarrollada por Aghion y Howitt se basa en explicar cómo la búsqueda constante de innovación por parte de empresas genera una dinámica de avance y reemplazo. Plantearon que el crecimiento a largo plazo requiere que nuevas ideas y tecnologías desplacen a las viejas, en un proceso llamado “destrucción creativa”.

En el modelo matemático que propusieron en 1992, las empresas invierten en nuevos productos y mejores procesos porque esperan obtener ventajas y beneficios. Cuando logran lanzar un avance al mercado, quienes tenían el liderazgo antes pierden lugar, y esto motiva a que se mantenga una competencia constante por producir la próxima mejora.

El modelo de Aghion y Howitt muestra que existen fuertes fuerzas que tiran en diferentes direcciones en lo que respecta a la inversión en I+D y, por lo tanto, al crecimiento económico. Dependiendo de factores como el mercado y el período de tiempo, la necesidad de subvencionar la I+D puede variar. (©Johan Jarnestad/Real Academia Sueca de Ciencias)

La “destrucción creativa” describe así una economía donde innovar trae ganancias, pero donde esas ganancias duran poco, porque siempre hay otros que buscarán superarlas. Este ciclo, argumentan Aghion y Howitt, es el que empuja a la sociedad hacia adelante, creando crecimiento sostenido a pesar de que también genera desplazamientos de trabajadores y empresas que no logran adaptarse.

El análisis de ambos investigadores profundiza en el equilibrio necesario en los estímulos a la investigación. Mostraron que a veces el mercado no produce suficientes incentivos para investigar, porque quien innova no recibe todos los beneficios sociales que genera. En otros casos, la competencia puede llevar a inversiones excesivas solo para ganar posiciones temporales. De ahí surge la importancia de políticas públicas y regulaciones que acompañen el ciclo de innovación, sin frenar la competencia ni bloquear el despliegue de nuevas ideas.

Los estudios de Aghion y Howitt también influyeron en debates sobre empleo y movilidad. Sostuvieron que la mejor forma de enfrentar el impacto de este proceso es facilitar el cambio, ayudar a las personas a pasar a trabajos más productivos y no obstaculizar la renovación, permitiendo que el proceso innovador no se estanque.

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