CÓRDOBA.- Cooperativas de trabajo y empresas sociales de la Argentina, Italia y Costa de Marfil se unieron en un proyecto con un objetivo común: abordar las causas estructurales que alimentan el crecimiento del crimen organizado. Así nació “Laburo”, impulsado por la ONG Sinodar, y dedicado a impulsar acciones concretas para «combatir las redes criminales a través de la generación de trabajo digno, la inclusión socio-laboral y la cooperación entre territorios”.
Hasta el momento -la convocatoria sigue abierta- la alianza incluye a la Cooperativa San Cayetano (Argentina), la empresa social Pibiesse (Italia) y el proyecto Dawnlight (Costa de Marfil). Ezequiel Conde, cofundador de Sinodar, explica a LA NACION que el punto que une a las distintas experiencias es el trabajo. “Se brindan herramientas laborales, pero sobre todo contención emocional, a víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y a migrantes, por ejemplo”.
Puntualiza que la iniciativa nace porque varios en Sinodar habían trabajado en todo lo relacionado con bienes restituidos y en anti-trata. “El objetivo es poder difundir lo que hacen muchas instituciones que llevan adelante una lucha muy importante y muy complicada. Siempre se intenta con las mismas recetas y siempre fracasan”, subraya y añade que una clave es que lograr instalar una “contracultura del crimen organizado”.
Emiliano Cottini, coordinador de “Laburo” en Italia y Costa de Marfil, y con un conocimiento detallado de lo que el crimen organizado ha hecho en su país, subraya que la lucha contra el crimen organizado no solo debe hacerse “con una Justicia eficiente, con jueces y fiscales que investiguen, y con una seguridad activa, sino con la participación de la sociedad civil. Son fundamentales la justicia y la seguridad, pero vemos que las mafias se hacen fuertes allí donde faltan el Estado y la sociedad civil. Ahí tienen las condiciones para encontrar gente para sus finalidades, allí donde no hay oportunidades de estudiar, de trabajar dignamente, de participar en actividades culturales, deportivas, sociales”.
“Con nuestro proyecto buscamos generar trabajo digno -añade-. No se trata, como dice el crimen organizado, de que ‘trabajo es trabajo’, y entonces se mueven en la ilegalidad, en lo mal pago y peligroso”. Cottini subraya: “Cada vez más, las mafias parecen más atractivas; nos reímos con memes del Chapo Guzmán o con las letras de los narcocorridos mexicanos, pero hay que pararse en la vereda de enfrente, en la antimafia. Cambian las geografías, pero hay que trabajar desde un lugar común porque los daños son similares”.
Conde insiste con que hay acciones permanentes del crimen organizado “a tal punto que, en un determinado momento, se naturalizan. El que tiene que ocupar el territorio en donde avanzaron las mafias es el Estado, que tiene espaldas, que tiene herramientas”.
Para graficar apunta el caso de la villa Zavaleta, donde se logró desbaratar un punto de venta de drogas que operaba en el barrio 21-24. El juzgado penal y contravencional porteño a cargo de Natalia Molina decidió hacer lugar al pedido del cura Lorenzo ‘Toto’ De Vedia y dispuso otorgar el inmueble, cediendo un permiso de uso gratuito, y solicitó al Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) de la Ciudad el reacondicionamiento de la propiedad con nueva cartelería y equipamiento. Funciona allí un Centro de Atención Comunitaria adonde los chicos van a jugar y a hacer deportes.
El puntapié inicial
La cooperativa San Cayetano fue fundada en 2019 en el santuario de San Cayetano, de Liniers, en el Hogar de Cristo, donde recibían jóvenes en recuperación de adicciones. “Cuando dejaban de consumir el paso siguiente era la reinserción laboral -precisa Rosario Anchorena, presidenta de la cooperativa- Era muy difícil porque no estaban acostumbrados, nunca habían tenido jefes, se gastaban la plata. Todo era muy frustrante para ellos y para quienes acompañábamos”.
La iniciativa arrancó con unas máquinas de coser donadas y sin que nadie supiera de costura. Hoy son 50 personas y están en el Centro de Metropolitano de Diseño en Barracas. Hacen ropa de punto (lograron ingresar a licitaciones del gobierno de la Ciudad), buzos de egresados y de clubes parroquiales, cosen para marcas comerciales, producen ropas de trabajo. “También colaboramos con experiencias de cooperativas textiles en todo el país; estamos con diez iniciativas”, apunta Anchorena.
Sumarse a “Laburo” los entusiasma porque se sienten “parte de algo más grande. Grafica: ”Nosotros tenemos internalizado lo de ‘más laburo, menos narcos’. Todo lo que tenemos lo conseguimos trabajando”.
Pibiesse es una empresa gráfica social que está instalada cerca de Nápoles, en el sur italiano: “Una región muy afectada por las mafias, por el crimen organizado -cuenta Cottini-. Es una firma con un alto nivel de compromiso con la ‘antimafia social’, una tarea que se puede hacer desde varias perspectivas. La empresa lo hace incluyendo socios trabajadores que vienen de situaciones de vulnerabilidad como migrantes y también en el plano comunicacional, a través de sus productos, con los que colaboran con el universo de entidades que comparten valores de ‘antimafia’”. Realizan productos de “muy alta calidad, de diseño e impresión editorial con maquinaria industrial de primera, adaptada para distintos materiales”.
En Costa de Marfil, Dawnlight es una marca de ropa creada por jóvenes emprendedores. Lanzada oficialmente en julio de 2022 en Grand-Bassam, busca transmitir un mensaje de esperanza, resiliencia y cambio social a través del diseño y la moda.
Uno de sus miembros, Namoi Abizi, explica por qué se sumaron a “Laburo”. “Es la personificación de nuestros valores: optimismo, resiliencia y fe en un futuro mejor. Al unir fuerzas con este proyecto queremos demostrar que la luz de la creatividad y la juventud pueden superar la sombra del crimen organizado”.
Concurso internacional
La primera acción de “Laburo” es el lanzamiento de una línea de productos textiles y gráficos ilustrados, con diseños que evocan la resistencia frente al crimen organizado y celebran la cultura del trabajo digno. Se producirán y comercializarán en los tres continentes, con un modelo cooperativo e inclusivo; las ganancias irán a fortalecer a las integrantes del proyecto y a organizaciones sociales locales que trabajan con víctimas de narcotráfico, trata de personas, trabajo esclavo y otras formas de violencia estructural.
El diseño de los productos será seleccionado en un concurso internacional en el que se premian cuatro propuestas, cada una con 500 dólares. Buscan, así, sumar talento creativo al proyecto, promoviendo la visibilidad de artistas y diseñadores comprometidos con la transformación social y la lucha contra el crimen organizado.