El 28 de marzo de 2025, Putin, contra quien la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto por crímenes de guerra contra niños ucranianos, tuvo el descaro de cuestionar la legitimidad del presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, para negociar un acuerdo de paz y proponer su reemplazo por un gobierno de transición, con la obvia inferencia de que las autoridades gobernantes de Kiev deberían, en última instancia, subordinarse al Kremlin.
El pérfido razonamiento de Putin se basa en el hecho de que las elecciones presidenciales ucranianas programadas para 2024 se han pospuesto debido a la guerra genocida de Rusia. De hecho, la ley marcial se declaró el 24 de febrero de 2022 en respuesta a la invasión generalizada de Ucrania por parte de Rusia. Desde entonces, el Parlamento ucraniano ha extendido la ley marcial, principalmente en tramos de 90 días, mientras Ucrania continúa siendo atacada brutalmente a diario por Rusia.
El artículo 19 de la Ley de Ucrania “Sobre el Régimen Jurídico de la Ley Marcial” establece expresamente que está prohibido celebrar elecciones presidenciales bajo la ley marcial en Ucrania. Esto fue confirmado en una resolución aprobada el 25 de febrero de 2025 por el Parlamento ucraniano.
Sin embargo, como demuestra con frecuencia el pasado, a Putin no le preocupan especialmente los “impedimentos” del estado de derecho, incluso como cuando modificó la Constitución rusa para asegurar su quinto mandato, tan solo un mes después de la muerte de Alexei Navalny en una prisión rusa.
En su artículo “Por qué Ucrania no puede celebrar elecciones en tiempos de guerra”, Olga Aivazovska, presidenta de la Junta Directiva de la Red Civil OPORA, una ONG independiente, líder en el monitoreo de la sociedad civil y las campañas electorales, escribió: “La agresión no provocada de Rusia contra un Estado soberano imposibilita la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias en Ucrania. […] Existe un fuerte consenso en Ucrania que apoyan el gobierno, la oposición y la sociedad en general, para que la celebración de elecciones se realice no antes de seis meses después del fin de la ley marcial. La legitimidad del gobierno de Ucrania es prerrogativa exclusiva del pueblo ucraniano”.
El aplazamiento de las elecciones presidenciales en Ucrania, mientras el país se encuentra bajo la ley marcial debido a los incesantes ataques selectivos de Rusia contra civiles e infraestructuras civiles está plenamente justificado. Sin embargo, el absurdo de que el Estado agresor, cuya guerra genocida contra Ucrania es la causa directa de la ley marcial, la plantee como una queja en el ámbito internacional es inconcebible.
Putin, quien inmerecidamente parece seguir gozando de la confianza del presidente Donald Trump, finalmente ha logrado enfurecer al presidente estadounidense con este absurdo desafío a la legitimidad del presidente de Ucrania. Esto incluso llevó al presidente Trump a amenazar con imponer sanciones secundarias a los compradores de petróleo ruso si el Kremlin continúa con estas flagrantes tácticas dilatorias y prolonga el derramamiento de sangre en Ucrania.
Como predijo acertadamente el presidente de Ucrania, desde que Trump inició las conversaciones para negociar un acuerdo de alto el fuego, Rusia ha roto estos procesos e intensificado sus ataques contra la población civil y la infraestructura de Ucrania con misiles y drones.
La última treta de Putin para desafiar la legitimidad del presidente de Ucrania debería servir como una revelación de lo que está por venir, si Estados Unidos intenta apaciguar al déspota ruso y su insaciable apetito imperialista. Es decir, el apaciguamiento de Putin acabará provocando otra guerra mundial, tal como ocurriera con Chamberlain y Hitler con el Acuerdo de Múnich de 1938.
Es evidente que Putin no quiere la paz. Quiere tomar toda Ucrania, como primer paso necesario para reconstruir la Unión Soviética y luego expandirla. El 31 de marzo de 2025, Putin firmó un decreto que ordena la mayor campaña de reclutamiento de Rusia en 14 años: el objetivo es la movilización de unos 160.000 hombres entre abril y junio de 2025.
Si Estados Unidos desea negociar un acuerdo de paz real, justo y duradero, debe obligar a Putin a aceptarlo demostrando inequívocamente que los países miembros de la OTAN brindarán el apoyo necesario para garantizar que Ucrania gane la guerra iniciada por Rusia.
En otras palabras, el presidente estadounidense debe adoptar un enfoque incontrovertible de “paz mediante la fuerza” para convencer a Putin de que deje de atacar a Ucrania y de amenazar a Occidente. Cualquier otra propuesta distinta de la enunciada, será considerada por Putin, como un signo de debilidad que podrá aprovechar al máximo en su camino imperialista.
Presidente de la ONG Ucrania-2050