Un vuelo proveniente de Alexandria, Louisiana, que trasladaba a argentinos deportados desde Estados Unidos por el gobierno de Donald Trump, aterrizó en Ezeiza el jueves a las 3.19 de la madrugada. El operativo, marcado por la confusión, debido a que los familiares aguardaban la llegada en el sector incorrecto, culminó con emotivos reencuentros en la terminal privada del aeropuerto. Los deportados compartieron sus experiencias de detención y las incertidumbres que enfrentan al regresar al país.
Testimonios de los argentinos deportados
Uno de los deportados, Marcos Ontivero, expresó con vehemencia: “Es difícil, porque estás lejos de tu familia y es duro”. Además, enfatizó: “No somos criminales, quiero que lo sepan. No matamos, no violamos, solamente fuimos por el sueño americano”.
Ontivero relató su detención en San Antonio, Texas, a escasos minutos de su destino, y el posterior período de custodia. A pesar de las circunstancias, reconoció haber recibido un trato correcto durante su detención, con acceso a alimentación y comunicación con su familia. Ahora, con 25 años, deberá esperar cinco años para intentar regresar a Estados Unidos. Según detalló, su esposa e hija viven en México.
En el caso de Maximiliano García, quien residía en Estados Unidos desde 2001, en diálogo con LA NACION, describió la situación actual como “una página negra dentro de la historia de Estados Unidos”. Aseguró poseer permiso de trabajo hasta 2030 y tener una petición familiar en trámite. Sin embargo, fue detenido tras presentarse en una oficina de inmigración en Florida.
García vinculó su deportación a una solicitud de asilo rechazada en 2015, que resultó en una orden de deportación activa sin notificación previa. Subrayó el cambio de criterio respecto a administraciones anteriores, donde tener un hijo ciudadano era un factor atenuante. “Con la administración anterior no pasaba: tener un hijo ciudadano pesaba más que un antecedente. Ahora es todo lo contrario, es un ensañamiento”, aseguró.
García permaneció tres semanas detenido en Miami, en un centro donde los internos eran identificados con brazaletes según su nivel de riesgo. Ahora enfrenta la incertidumbre de reconstruir su vida en Argentina después de casi dos décadas. “Yo no sé cómo ser adulto en la Argentina porque me fui a los 22 años. Es una máquina del tiempo. Tengo que recalcular todo”, reconoció.
Otra de las argentinas deportadas fue Luciana Lorena Lopresti. Su madre contó que estuvo tres meses detenida en Estados Unidos tras ser acusada de agresión. La familia expresó su malestar porque, aseguran, contaba con todo lo que la acreditaba como ciudadana estadounidense, pero igualmente quedó bajo custodia.
El operativo de deportación
El operativo de deportación se caracterizó por su hermetismo. El vuelo, un Boeing 767-300 de la empresa Omni Air International, partió desde Alexandria, Louisiana, e hizo escalas en Bogotá y Belo Horizonte antes de aterrizar en Buenos Aires. Tras el aterrizaje, los deportados fueron trasladados al FBO para realizar los trámites migratorios y recibir sus pertenencias. Algunos denunciaron la falta de asistencia al llegar al país. “No nos dieron asistencia, ningún dinero, nada”, explicó uno de los deportados.
La deportación de los argentinos en Estados Unidos
Entre los casos de deportación, se encontraron detenciones por vencimiento de visa, ingresos irregulares al país y antecedentes judiciales por diversas causas, entre ellos, conflictos familiares y episodios de violencia.
La llegada a Ezeiza dejó imágenes marcadas por la emoción y la angustia. Los reencuentros fueron celebrados con abrazos y lágrimas, mientras que otros optaron por la discreción. El operativo representó la primera deportación masiva de argentinos bajo la administración de Donald Trump.
Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA a partir de un artículo firmado por Camila Súnico Ainchil.