La vida es bella.
El mañana es un misterio, pero el hoy es un obsequio.
Sé amable sin motivo alguno.
En mi mente todo es posible.
Triunfar en la vida es volver a empezar cada vez que uno cae.
Estas frases reflejan formas positivas de ver la vida. Participan de la tendencia «Hopecore» –en español, ‘núcleo de esperanza’– que circula en redes sociales y, a la vez, son el antídoto que proponen los Gen Z para hacerle frente a la pandemia de trastornos de la salud mental que preocupa a los profesionales. Para tomar dimensión, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que solo la depresión afecta en la actualidad a 280 millones de personas en el mundo.
Se trata de un fenómeno online que emergió en 2024 y cobró gran relevancia en los primeros meses de 2025. La visión es clara: contenido hecho con imágenes agradables, familiares y cargadas de emoción. Para lograrlo emplean recursos melódicos como puede ser My Way de Frank Sinatra, Evergreen de Richy Mitch & The Coal Miners, o Space Song de Beach House. ¿El propósito de todo esto? Celebrar las pequeñas cosas de la vida, pero, sobre todo, recordar que la mentalidad se reduce a discernir entre buscar lo bueno o lo malo en cada situación a la que uno se enfrenta.
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Las publicaciones suelen incluir frases célebres de películas, extractos de libros o letras de canciones. También son populares algunos fragmentos de discursos motivacionales de personajes como Steve Jobs, Robin Williams, Jay Shetty o Gabor Maté, por nombrar algunos. Los videos alcanzan más de 200 millones de visualizaciones solamente en TikTok y quizá su éxito radica en la necesidad que tienen sus espectadores de volver una y otra vez a ese estímulo placentero que les reafirma por milésima vez que “todo va a estar bien”.
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“Son clips breves, muchas veces de apenas segundos, que muestran un gesto de amabilidad, una mirada que conmueve o una situación cotidiana cargada de humanidad”, desarrolla la licenciada en Psicología, Mariana Kerestezachi (M.N. 47.483). “No tienen grandes producciones. No buscan likes fáciles. Van detrás de algo más difícil de encontrar hoy: tocar el alma… Y lo logran», afirma.
A su entender, es en medio del agotamiento social, económico y emocional que se atraviesa en esta era que el hopecore pareciera abrir un espacio distinto: un respiro en el que el mundo se vuelve –aunque sea por un rato– en un lugar habitable.
Único en su tipo
En conversación con el medio The Independent, Louisa McGillicuddy, analista de tendencias en TikTok, hizo énfasis en que el hecho de que se generen 20.000 creaciones de este tipo de videos en solo una semana “es una locura”.
“Hay muchos #cores diferentes en los que la comunidad tiktokera se ha involucrado a lo largo de los años, desde cottagecore hasta balletcore, gorpcore e incluso corecore; pero este es mucho más grande», reconoció.
Vale mencionar que en el contexto de las redes sociales, “-core” se usa para describir un tipo de estética o estilo. En este caso puntual, es una tendencia centrada en la esperanza. “Este video me hizo sacar lágrimas”; “Necesitaba escuchar estas palabras”; “Nunca me salteo los videos de hopecore”; son, por nombrar, algunos de los comentarios que más repiten los usuarios debajo de los clips.
Sin duda, los fotomontajes están teniendo un profundo impacto en la gente. “Al observar la cantidad de likes y comentarios, se puede apreciar que también hay muchos guardados. No es como se suele interactuar con otros tipos de cores, como podría ser un tutorial de maquillaje o un estilo de ropa“, apreció McGillicuddy. “Es una interacción muy específica porque los guardan para volver a verlos cuando se sienten mal y necesitan un estímulo. Es casi como acumular afirmaciones”.
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La psicología detrás del Hopecore
Pero más allá del fenómeno viral, Kerestezachi asegura que lo que está ocurriendo tiene fundamentos sólidos desde la psicología.
La corriente cognitiva, explica, lleva décadas estudiando cómo los pensamientos, creencias y percepciones moldean las emociones y conductas. “No reaccionamos tanto a los hechos en sí, sino a lo que pensamos sobre esos hechos, es decir, nuestra interpretación subjetiva del mundo determina cómo nos sentimos y cómo actuamos”, ahonda.
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Una misma situación puede ser vivida por dos personas de forma completamente distinta. Una puede sentirse derrumbada y otra, fortalecida. “No por lo que pasó, sino por lo que significó”, enfatiza la experta. Es en esa brecha entre el hecho y su significado donde está la clave del hopecore: “el relato que construimos sobre nuestra vida es tan importante como los eventos que la componen”, señala Kerestezachi.
En una línea de pensamiento similar Kerestezachi trae a colación la teoría constructivista. “Afirma que la realidad no es algo objetivo y externo que simplemente observamos, sino algo que construimos activamente, desde nuestros marcos internos”, dice.
En ese sentido, comenta que los contenidos típicos del hopecore actúan como disparadores de una narrativa distinta. “No niegan lo difícil, pero sí amplían la mirada. Nos recuerdan que, además del dolor, existe también el cuidado, la ternura, la compasión».
De acuerdo con el escrito “Hacer el bien y sentirse bien: Relaciones entre el altruismo y el bienestar para altruistas, beneficiarios y observadores” del Reporte Mundial de la Felicidad, la evidencia sugiere que el simple hecho de presenciar/observar actos de altruismo promueve el bienestar. “Se ha descubierto que observar el altruismo resulta en lo que se denomina ‘elevación moral’, que refleja una elevación extrema del estado de ánimo, mayor energía, la motivación para hacer cosas buenas por los demás y el deseo de convertirse en una mejor persona», se detalla.
Según la Lic. Kerestezachi, al visualizar las imágenes esperanzadoras se liberan neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina que generan placer y se asocian a la sensación de seguridad. Incluso, cita, hay estudios que comprueban que ver videos breves con contenido esperanzador puede reducir niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Eso sí, atención. “Estos videos no deben convertirse en una forma de evasión», advierte. “Si solo consumimos este tipo de contenido para anestesiarnos emocionalmente o para negar lo que nos duele, perdemos su sentido profundo”.
Para la especialista, existe un riesgo real en romantizar la esperanza como si fuera suficiente dado que no reemplaza la acción. “No basta con emocionarnos. Lo que transforma es lo que hacemos con esa emoción”.
“No es una cura, pero sí un camino. Es un paso hacia una narrativa más amable, que no niega el dolor, pero que tampoco renuncia a la esperanza», finaliza.
@masteringdiscipiine Enjoy the ride🔱🧠 #motivation #life #hope #hopecore #happiness #fyp