Muchos son los que, después de que suena la alarma para despertarse, suelen quedarse en la cama entre vueltas o pensamientos. Aunque esta práctica puede verse como un momento de pereza o pérdida del tiempo, tiene un nombre y una explicación científica de por qué sucede. La denominada inercia del sueño no se trata de falta de voluntad del individuo, sino de un fenómeno totalmente natural del cerebro.
El médico y divulgador Alexandre Olmos lo explicó en un video que compartió en su cuenta de TikTok que rápidamente generó repercusión. “Si te cuesta levantarte, aunque hayas dormido bien, no es vagancia. Es tu cerebro y te explico cómo solucionarlo”, comentó. La inercia del sueño aparece en los primeros minutos después de despertar. En esa transición, el cerebro todavía no encendió todos sus motores: la atención es baja, los reflejos son lentos y tomar decisiones se vuelve más difícil. “Cuando abrís los ojos, tu corteza prefrontal —la parte que decide por vos— todavía funciona a medias. Es como si tu cerebro actuara como el de un niño de tres años o alguien que tomó de más”, graficó Olmos.
¿Qué se puede hacer para mejorar el comienzo del día?
Aunque no se puede evitar que exista, sí hay trucos sencillos para que la inercia dure menos y empezar la mañana con más claridad:
- Moverse y respirar profundo: ponerse en acción ayuda al sistema nervioso a activarse.
- Agua fría en la cara: refresca, sube la dopamina y despeja.
- Luz intensa: abrir la ventana o encender una lámpara potente. Lo que no conviene es mirar el celular apenas al despertar.
- Alejar la alarma: dejar la alarma más lejos de la cama exigirá la obligación inmediata de levantarse para apagarla, siendo el primer paso para arrancar el día.
Olmos confesó que incluso a él le cuesta arrancar cada día, pero aseguró que al aplicar estos hábitos saludables cada vez le es más fácil e incluso su energía positiva va en aumento. “Lo probé en carne propia y funciona. Hoy mis mañanas son mucho más llevaderas”, cerró.
Cuántas horas se deben dormir, según la edad
A continuación, las recomendaciones de las horas de sueño ideales que dependen la edad de cada individuo:
- Bebés (4-12 meses): 12-16 horas (incluyendo siestas)
- Niños pequeños (1-2 años): 11-14 horas (incluyendo siestas)
- Preescolar (3-5 años): 10-13 horas (incluyendo siestas)
- Edad escolar (6-12 años): 9-12 horas
- Adolescentes (13-18 años): 8-10 horas
- Adultos (18 años y más): 7 horas o más
La cantidad de sueño necesario para la recuperación del cuerpo depende de varios factores, como el nivel de actividad y la salud general. Por ejemplo, una persona menos activa puede necesitar menos horas de sueño que alguien muy activo, incluso si tienen la misma edad. Si siete horas de sueño no parecen suficientes, aumentar a ocho o nueve podría ser beneficioso. Hay que tener en cuenta que forzarse a levantarse de la cama debido a la falta de sueño puede afectar negativamente los procesos restaurativos y las funciones del cuerpo.
La falta de sueño puede ser exacerbada por diversos problemas de salud física y mental, como la depresión, la ansiedad, la apnea obstructiva del sueño y el dolor crónico. Estas condiciones no solo dificultan conciliar el sueño adecuadamente, sino que también pueden interrumpir el descanso nocturno, lo que afecta negativamente la calidad y la duración del sueño necesario para una recuperación efectiva del cuerpo.