WASHINGTON/BRASILIA.- Donald Trump volvió esta semana a desatar un sacudón global al empuñar una de sus armas favoritas: los aranceles. El blanco predilecto, esta vez, fue Brasil. Con la promesa de imponer a partir del 1° de agosto una tarifa del 50% sobre todos los productos provenientes del gigante sudamericano que ingresen a Estados Unidos, el presidente norteamericano desató una crisis bilateral de alcance impredecible y con motivaciones políticas, en la que el proceso judicial contra Jair Bolsonaro y la actuación de los Brics operan como telón de fondo.
Para el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, la situación abre una encrucijada: cómo encarar una negociación con poco para llevar a la mesa y prepararse para una eventual respuesta que evite una escalada mayor que golpee la economía, en momentos en que la imagen del presidente brasileño está en retroceso. Mientras, para Trump se trata de una prueba de fuego sobre el uso de los aranceles como herramienta de poder y hasta dónde la Casa Blanca puede aplicar castigos comerciales sin enfrentar consecuencias internas.
Para el líder del Partido de los Trabajadores (PT), el péndulo en esta crisis va desde la posibilidad de lograr un nuevo impulso político, reposicionándose como defensor de la soberanía y del interés nacional, al riesgo de profundizar el desgaste de su tercer mandato, tocando fibras sensibles para el electorado brasileño: la economía y la inflación.
“Esta disputa con Estados Unidos puede funcionar paradójicamente como una oportunidad política para Lula, siempre que sepa calibrar bien su respuesta. A ningún bando de la política brasileña le gusta la intervención extranjera”, señaló a LA NACION Bruna Santos, directora del Instituto Brasil, con sede en Washington.
Por un lado, sostiene la experta, el enfrentamiento con Trump -un auténtico peso pesado como rival- le permite a Lula “activar narrativas de soberanía nacional, algo que resuena bien en diferentes espectros del electorado brasileño”, incluyendo a sectores más escépticos con la política exterior tradicional.
Se tem uma coisa que um governo não pode admitir é a ingerência de um país sobre a soberania de outro. E o mais grave, a intromissão de um presidente de outro país sobre o sistema de justiça brasileiro.
Essa é a hora de o Brasil mostrar que quer ser respeitado no mundo. E que… pic.twitter.com/5bUkA9wTVR
— Lula (@LulaOficial) July 11, 2025
“Presentarse como un líder que ‘no agacha la cabeza ante Estados Unidos’ puede generar cohesión política interna en un momento en el que su popularidad se erosiona, especialmente por el estancamiento de la economía y la dificultad para ejecutar políticas públicas”, dijo Santos. Según la última encuesta de Datafolha, los números siguen en caída para Lula: el 40% de los brasileños considera su gestión como mala o pésima, y solo el 28% la califica como buena u óptima.
Además, como el ataque proviene de Trump, una figura que aún divide opiniones en Brasil, Lula podría aprovecharlo para reagrupar a su base progresista y denunciar lo que interpreta como injerencia extranjera en la política brasileña, más aún con el telón de fondo del juicio a Bolsonaro (2019-2022), archienemigo político del líder del PT.
Bolsonaro está acusado de haber tramado, junto a jefes militares y exministros, planes para impedir la investidura de Lula en enero de 2023, cuando se produjo el asalto a los edificios de los tres poderes en Brasilia. El mes pasado, el Supremo Tribunal Federal (STF) concluyó la fase de instrucción del proceso, que se prevé que quedará listo para la sentencia entre septiembre y octubre próximos. Será un capítulo crucial para Brasil, seguido con atención desde Washington.
“Lula recibió un regalazo de Trump”, evaluó el politólogo Paulo Calmon, profesor de la Universidad de Brasilia. “Creo que el presidente brasileño ya está transformando la crisis comercial en una oportunidad interna”, ahondó el experto, que destacó que tanto las cámaras empresariales como la prensa consideraron las tarifas como unilaterales e injustificadas. “Eso unió al país contra las medidas de Estados Unidos”, afirmó.
Sin embargo, para Lula también existen riesgos claros en esta guerra abierta con el líder republicano, que parece sentirse más cómodo en la confrontación. “Si la respuesta a Trump se percibiera débil, parecerá sumiso. Si fuera demasiado agresiva y provocara efectos económicos negativos, como inflación o desempleo, podría acelerar la caída de sus índices de aprobación”, advirtió Santos. “En otras palabras, esta crisis es un arma de doble filo”, reforzó.
Lula insistió en las últimas horas que buscará un diálogo con Washington, pero también se mostró abierto a otras opciones que podrían escalar el conflicto. “Intentaré pelear en todos los frentes para que no se nos imponga el arancel. Voy a pelear en la Organización Mundial de Comercio [OMC], conversar con mis compañeros de los Brics. Pero si no hay solución a través del diálogo, vamos a ser recíprocos con los aranceles. No hay otra cosa que hacer”, advirtió el viernes, durante un acto oficial en Espírito Santo.
Señales diplomáticas
También hubo señales parecidas desde la Cancillería brasileña. Pese a la creciente tensión con Washington, el gobierno de Lula buscará agotar todas las vías diplomáticas antes de considerar represalias.
Si bien todavía no definió una respuesta concreta al tarifazo de Trump, según una fuente calificada de Itamaraty consultada por LA NACION ahora es tiempo de dejar “que las cosas se enfríen” y entender, durante los próximos días, si Estados Unidos mostrará disposición a mantener abierto un canal para entablar un “diálogo técnico”.
“Nuestra opción es por el diálogo. Pero no depende solo de nosotros, Trump politizó el tema con la carta [publicada el miércoles], y todavía necesitamos entender si esa politización llegará al punto tal de dar instrucciones a los equipos técnicos estadounidenses para que no negocien”, agregó la fuente de Itamaraty.
Trump dijo este viernes, antes de viajar a Texas tras las inundaciones, que “puede que en algún momento” opte por hablar con Brasilia sobre su amenaza arancelaria. También insistió, como había remarcado en su carta, en que el gobierno de Lula “está tratando de manera muy injusta a Bolsonaro”. El magnate denunció una “cacería de brujas” contra su amigo y aliado.
Hasta la semana previa al anuncio contra las importaciones de Brasil, ambas cancillerías mantenían conversaciones regulares, incluso con una reunión virtual reciente para tratar la situación específica del acero y aluminio (Estados Unidos duplicó los aranceles de ambos productos, del 25% al 50%). La carta de Trump fue una novedad inesperada que podría hacer volar por los aires cualquier diálogo.
Por el contenido de la misiva, en la que mezcló razones políticas y comerciales para justificar su amenaza, Trump puso de manifiesto el uso que le da a los aranceles y dejó como mensaje a otros socios de Estados Unidos que la posibilidad de castigos por situaciones extracomerciales está latente.
“Si todo lo que tienes es un martillo, todo te parece un clavo. La herramienta preferida de Trump es, obviamente, el arancel, y en eso ha sido bastante consistente. Lo difícil a veces es comprender sus motivos y, por lo tanto, resolver el asunto, porque con frecuencia aplica aranceles a temas no comerciales”, dijo a LA NACION Benjamin Gedan, experto de la Universidad Johns Hopkins y exdirector para América del Sur del Consejo de Seguridad Nacional.
“Esa estrategia lleva a preguntarse si busca usarlos para transformar la economía de Estados Unidos o si más bien persigue otros intereses nacionales, como el combate contra el fentanilo”, añadió el experto, respecto al castigo que en su momento le impuso a las importaciones chinas, mexicanas y canadienses.
Gedan remarcó que el ejemplo de Brasil es “llamativo”, sobre todo porque es un país con el que Estados Unidos tiene superávit comercial (7400 millones de dólares en 2024), y dejó incógnitas flotando sobre las verdaderas intenciones de Trump. “¿Quiere presionar a Brasil para que modifique sus propias políticas proteccionistas? ¿O le interesa más la situación de Bolsonaro? ¿Insistirá en todos los temas mencionados en su carta, o fue solo el inicio de una negociación?”, se preguntó.
Para Matías Spektor, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Fundación Getulio Vargas (FGV), este es el episodio más grave en las relaciones entre Estados Unidos y Brasil en medio siglo. “La demanda de Trump a Lula le es imposible atender, porque la situación de Bolsonaro depende del STF, que no da la menor señal de que se vaya a curvar ante el reclamo del presidente norteamericano”, dijo a LA NACION.
“Los términos de la carta le dan poco espacio de maniobra a Lula”, señaló Spektor, quien agregó como factor que Estados Unidos tiene superávit comercial con Brasil, distinto a lo que esgrimió Trump en su misiva. “Por eso Lula trata de movilizar a la opinión pública contra una injerencia indebida en la política doméstica”.
El de Brasil fue solo el último de los ejemplos de cómo Trump utiliza los aranceles como garrote para sus prioridades políticas ajenas al comercio. En enero, amenazó con imponer impuestos a Colombia por los vuelos de repatriación de inmigrantes a ese país. Luego impuso aranceles elevados a Canadá, México y China por su papel en el comercio de fentanilo, y amenazó con aranceles exorbitantes a los países que compren petróleo a Venezuela. También usó esta amenaza para intentar conseguir más gasto militar de países asiáticos como Japón y Corea del Sur. Y el jueves volvió a la carga con el fentanilo, al citarlo como una de las razones para imponer a Canadá aranceles del 35%.
Trump apuesta a que la amenaza de reducir el acceso al consumidor estadounidense a determinados productos importados obligará a las naciones castigadas a capitular en sus prioridades políticas. Pero, a la vez, el presidente se arriesga a ser reprendido por los tribunales y a sufrir un revés político si subieran los precios de esos productos.
President Trump sends letter to Brazilian President Lula informing him that the US will impose a 50% tariff on Brazil in part because of how the left-wing government has treated former President Bolsonaro: pic.twitter.com/PJizILFpYq
— TheBlaze (@theblaze) July 9, 2025
Por ejemplo, productos agrícolas como la carne vacuna, el jugo de naranja, el café, el azúcar y el etanol que Brasil exporta a Estados Unidos se encarecerían si se aplicara el arancel del 50%, estimó Elizabeth Johnson, analista económica de la consultora TS Lombard. Un dato clave: aproximadamente un tercio del café que consume Estados Unidos —el mayor mercado del mundo para esta bebida— proviene de Brasil, el principal productor global.
“Esta escalada pone de manifiesto que, bajo el gobierno Trump, las relaciones comerciales vuelven a instrumentalizarse con fines políticos, incluso con aliados y democracias. La decisión de imponer aranceles altísimos a Brasil, sin una justificación económica clara, rompe con el principio de previsibilidad, esencial en el comercio internacional”, apuntó Bruna Santos. “Y el hecho de que la motivación esté vinculada al proceso de Bolsonaro y a la actuación de la Justicia brasileña hace aún más delicada la medida”, añadió.
El reclamo de Trump por Bolsonaro no era lo que el propio entorno del expresidente buscaba. “Lo que quería la oposición a Lula era que el gobierno norteamericano impusiera sanciones contra miembros individuales del STF y ayudar a consolidar la narrativa de que la Corte es parte de un proceso autoritario de limitarle la libertad a Bolsonaro”, indicó Spektor. “Para el bolsonarismo esto es un tiro por la culata”, agregó respecto a las tarifas.
“El escenario más probable hoy es una respuesta retórica dura contra Trump, con una amenaza de respuesta con una nueva ley del Congreso brasileño de reciprocidad. La señal de Brasilia es que intentará negociar todo lo posible. Pero Lula no tiene una salida clara para bajarse del caballo si Trump siguiera pegando“, evaluó Spektor.
Uno de los detonantes de la decisión de Trump habría sido su descontento con la reunión de los Brics (el grupo que integran, entre otras naciones, Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) en Río de Janeiro, el fin de semana pasado.
Los Brics, ahora ampliados a 11 miembros, condenaron las medidas “unilaterales” que distorsionan el comercio global, en un mensaje velado a Trump. Además, propusieron una gobernanza global para la Inteligencia Artificial, prometiendo empujar para que las plataformas proveedoras de esos servicios paguen a los dueños de las bases de datos que utilizan, algo que afectaría el negocio de las llamadas big techs.
El resumen de ese encuentro —durante el cual Lula calificó como un ‘camino sin retorno’ la progresiva sustitución del dólar como moneda dominante en el comercio internacional— fue lo que terminó de convencer a Trump de enviar su explosiva carta al mandatario brasileño, según revelaron al medio Politico cuatro personas al tanto de la situación.
La Casa Blanca concluyó que otras formas de castigar a Brasil —como la imposición de sanciones específicas— habrían llevado demasiado tiempo o resultado excesivamente complejas, según las fuentes. La decisión se basó en lo que Trump considera un maltrato hacia Bolsonaro y en las acciones judiciales contra empresas tecnológicas estadounidenses.
“Los Brics inclinaron la balanza”, afirmó Mauricio Claver-Carone, un estrecho aliado del secretario de Estado, Marco Rubio, y ex enviado especial de Trump para América Latina.
“Se nota que el presidente está irritado cada vez que mira el esfuerzo de desdolarización de los Brics”, apuntó, por su parte, Steve Bannon, exestratega jefe de Trump en la Casa Blanca. “Río no ayudó”, sentenció.
El anuncio contra Brasil supuso una fuerte advertencia para los líderes de este grupo de economías del denominado “Sur Global”, que Trump ha considerado una amenaza para el estatus del dólar como divisa central del comercio global.
“Reafirmó su doctrina de ‘Estados Unidos primero’, donde las alianzas políticas están condicionadas a la lealtad, no a la cooperación mutua o a la estabilidad internacional”, cerró Santos.