Claro, salen todos los meses muchos más libros que los que podemos leer los periodistas de Cultura. Sin embargo, siempre nos gustaría dar cuenta de muchos de ellos y nos suelen quedar en el tintero varios que, por un motivo u otro, nos interesaron. Aquí, intentaré hablar de uno que ya leí y señalar dos que hojeé y que por un motivo u otro -el tema, el autor, una frase- que me resultaron atractivos. Y, además, presentar un ebook gratis de Biblioteca Leamos
Esta vez, me voy a ocupar de Tarántula, una novela conmocionante del guatematelco Eduardo Halfon y una experiencia real en un campamento para chicos judíos. También nos asomaremos a La crueldad, un ensayo muy oportuno de la escritora y psicóloga Cynthia Wila. Y contaré de otro título que puse en la lista: Rusia hoy, un ensayo que busca desentrañar ese país que no para de jugar fuerte en la Historia.
Como bonus track, Una vida de Jesús, un libro electrónico que hicimos con el Equipo de Leamos, la editorial digital de Infobae, usando herramientas de Inteligencia Artificial bajo guía y supervisión humanas. Una vida… como muchos libros de Biblioteca Leamos, es de descarga gratuita.
Qué leí: “Tarántula”, de Eduardo Halfon
Hace unos ya -ya, unos cuantos años- estuve unos meses estudiando en una universidad de Estados Unidos. Allí, a cada rato se sorprendían por la combinación entre mi apellido -ruso- y mi nacionalidad -argentina-. Si era “latina” debía llamarme Ramírez o González. Aunque Estados Unidos está lleno de Weinsteins, Goldbergs y Zimmermans, con mi “Kolesnicov” no les sonaba que hablara en español. Algo parecido le debe haber pasado a Eduardo Halfon, judío y guatemalteco. Hasta a mí me llamó la atención.
Es una experiencia como judío y guatemalteco lo que cuenta este escritor en su novela Tarántula, con la que ganó el premio Médicis de novela extranjera, en Francia. Una experiencia intensa y hasta traumática: allí, el personaje que es él ha nacido en Guatemala pero lleva años viviendo en Estados Unidos. Mucho castellano no habla, tiene trece años y los padres lo mandan a un campamento para chicos judíos guatemaltecos. Que empieza como un juego y se va a poner muy duro cuando una noche los levanten a todos a los gritos, y los instructores -en particular uno, Samuel- estén vestidos de nazis y los aten, los maltraten, hasta les pegan si se animan a objetar algo.
Estos instructores crueles son los mismos, quién diría, que hasta unas horas antes los hacían jugar y les llevaban la leche. Los chicos no entienden nada. Ni siquiera entienden si va en serio o hasta dónde llegarán. Algo así: la incredulidad, el miedo, el shock, deben haber sentido los judíos alemanes cuando su tierra de siempre -¿cuánto dura “siempre”?- los declaró extranjeros, los expropió, los exterminó. Parece que esa es la idea de este ejercicio.
Pero en el libro falta para eso y no lo sabemos.
Por supuesto no voy a contar qué pasa entonces pero sí que en un momento Eduardo se encontrará hablando con dos hombres que suponemos de raíces mayas. Voy a contar que usará el nombre de otro que, muchos años antes, había enterrado su ombligo según la tradición maya. Que los hombres estarán vestidos de soldados -aunque con uniformes desparejos- y hablarán un español raro. Que seguramente son guerrilleros. En la charla con ellos no habrá ficción ni nadie “vestido de”, la selva es la selva, el machete con el que lo revisan es un machete y la pregunta es para pensar: “¿Es usted uno de los malos?”
Aunque todo el episodio del campamento que “se vuelve un campo nazi” es impactante, quizás la clave del libro esté en dos charlas: la que el niño Eduardo tiene con estos dos guerrilleros indígenas y otra, muchos años después, cuando el hombre Eduardo Halfon se encuentra con Samuel en Berlín y le pide cuentas por aquella noche. Va a ser una charla larga con mucho ida y vuelta. Pero le dejo una respuesta de Samuel: “¿Eres tú tan ingenuo como para creer que los niños judíos de hoy pueden sentir y entender lo que sintieron aquellos doscientos huérfanos judíos caminando por un gueto y subiéndose a un tren y siendo asesinados cuan perros callejeros en una cámara de gas, si simplemente leen su historia?”
Qué me llegó: “La crueldad”, de Cynthia Wila
Veo “crueldad” en el título y pienso que Wila, que es abogada, psicóloga y escritora, da en el blanco. Que elige un tema que, en el mundo de hoy nos preocupa, al punto que esta semana respondí una encuestra política que, entre las opciones para explicar una respuesta negativa, ofrecía algo parecido a “es cruel con ciertos grupos”.
Wila viene escribiendo novelas, éste es su primer ensayo. Ojeo el índice: empieza por “La crueldad divina”, porque, dirá, “la maldad de los dioses es mitológica”. Y esa maldad “de arriba” será como una orden de ser crueles hacia abajo. Una enseñanza.
Me interesan, también, otros capítulos: “La crueldad de hoy”, “La crueldad velada. La indiferencia”, “El amor”, “La vejez”, “La crueldad con uno mismo”. Pero voy derecho a “La crueldad de hoy”: empieza contando algunas historias actuales y otras más antiguas. Paso, quiero llegar realmente a la crueldad de hoy. Leo: “Me entero de que han detenido a cuatro jóvenes que disparaban balas de aire comprimido a personas en situación de calle”. Entonces Wila hablará, citando a la filósofa Martha Nussbaum, de cosificación de las personas.
Y, mencionando a la psicoanalista Silvia Bleichmar -el libro de Wila tiene una extensa sección de fuentes consultadas- dirá: “Bleichmar agrega que la cultura plantea ‘el despojo absoluto de todo proyecto de felicidad posible’ como una nueva forma de la crueldad del poder”. Se trata, dice, de una crueldad “sin sangre” en la que “conceptos elevados como los de individualismo e independencia, en realidad encubren el desauxilio del otro. Porque cualquier tipo de dependencia es vivida como un fracaso”.
Hay mucho más, claro, porque Wila mira la crueldad desde varios ángulos. Les dejo una frase: “Desde siempre, hombres y mujeres están atormentados por la crueldad con la que tratan a su cuerpo y sus emociones. Incluso por su manera de amar y de sufrir. Porque también se puede ser indulgente o cruel cuando se sufre. Con uno y con los demás. La mayoría de las veces, las personas clavan puñales en las heridas abiertas de quienes más quieren. Y de sí mismos. Es decir: son crueles para querer y crueles para quererse. O simplemente no se quieren”.
Qué quiero leer: “Rusia hoy”, de Martín Baña
Rusia, Rusia, qué país que siempre está en el centro de la Historia. La música, la literatura, la derrota de Napoleón, la intervención decisiva en la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y, claro, el comunismo. El comunismo y después, la restauración. Y Putin. ¿Y ahora?
Ya se sabe: hace unas semanas Donald Trump pegó una vuelta y abrió un canal de diálogo con Vladimir Putin. Entonces vi Rusia hoy y lo puse en la lista de libros deseados.
“En nuestros días la izquierda, en particular, no sabe muy bien qué hacer con el pasado comunista que convive con el presente capitalista; tiende a hacer un uso selectivo y forzado para justificar, sobre todo, análisis y posicionamientos geopolíticos a nivel internacional (como la defensa incondicional de acciones decididas por el Kremlin)”, escribe Martín Baña.
Pero el malentendido -¡Rusia ya no es comunista!- alcanza a la derecha, sostiene el historiador. Por eso suele confundir el pasado de este enorme país con su presente.
El investigador señala que Rusia tuvo una serie de gobernantes que duraron demasiados años -con una breve interrupción, Putin está desde 2000-, dice que muchos estuvieron vinculados a prácticas autoritarias y se pregunta si el país tiene una “incapacidad natural” para la democracia. Uno de los capítulos se llama ¿Qué hacer con el autoritarismo ruso? y es un repaso por distintos gobiernos que ancla en una pregunta: “¿Cómo debemos entender el putinismo tardío? ¿Estamos ante un zarismo renovado, una rehabilitación de los métodos empleados en la Unión Soviética o un fenómeno por completo nuevo?”
Martín Baña es Doctor en Historia y está a cargo de la cátedra de Historia de Rusia en la Universidad de Buenos Aires. “Para entender el país que la derecha y la izquierda todavía miran con ojos del siglo XX”, invita la tapa. Es una invitación tentadora.
Bonus track: “Una vida de Jesús”, del Equipo Leamos
¿Cómo se vuelve a contar la historia más famosa del mundo?, preguntaba el artículo que presentó Una vida de Jesús.
Este libro electrónico se basa en los cuatro evangelios canónicos para recorrer los principales episodios del Nuevo Testamento. No es difícil hacerlo emocionante: el nacimiento en Belén, el niño que se pierde y es hallado en el templo, haciendo preguntas porque, como les explica luego a María y José, “¿No sabíais que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar?”
Mucho, muchísimo se ha escrito sobre Jesús. Hace un tiempo leí La sed, una novela donde Amélie Nothomb imagina una última noche de Jesús, cuando ya sabe que lo van a matar y está preso. Es una novela tremenda, humana hasta lo más doloroso de las entrañas.
Una vida de Jesús usa un lenguaje simple y va citando la Biblia. De la decisión de Herodes, que “mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y sus alrededores” a enseñanzas que suena extrañas en este presente hostil -”Bienaventurados los que lloran… Bienaventurados los mansos...”-, la traición, la muerte en la Cruz. Un recorrido para repasar y pensarlo todo de nuevo.
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