Las vías de circunvalación de París estrenaron recientemente una reducción de la velocidad máxima a 50 km/h (31 mph) y la implantación de un nuevo sistema de control para el uso del carril izquierdo, reservado a vehículos compartidos, taxis, transporte público y fuerzas del orden, así como a coches con al menos dos ocupantes. El Motor ha informado que esta medida busca incentivar la movilidad sostenible y reducir la congestión, pero la tasa de cumplimiento por parte de los conductores aún no supera el 50% en el mejor de los casos.
Para asegurar el respeto a la nueva norma, las autoridades francesas apostaron por la tecnología mediante la instalación de los denominados radares negros. Según consignó el citado medio, solo entre el 2 y el 23 de mayo -durante las franjas de funcionamiento del sistema, de lunes a viernes entre las 7:00 y las 10:30, así como de 16:00 a 20:00-, los diez radares colocados en la capital registraron más de 4.400 infracciones por acceso indebido al carril para vehículos de alta ocupación (Bus-VAO). Cada sanción conlleva una multa de 135 euros.
Los dispositivos reciben el nombre de radares negros por los tonos oscuros de los aparatos producidos por la empresa Pryntec, mientras que la otra compañía que fabrica estos equipos, Fareco, opta por un diseño circular y una gama cromática que va del gris al negro. Ambos modelos despliegan tecnología de punta para cumplir con su función: los radares utilizan sistemas de infrarrojos y cámaras térmicas que les permiten distinguir entre personas reales y objetos inanimados -como maniquíes- dentro de los vehículos.
Imposibles de engañar
El software de inteligencia artificial incorporado analiza las imágenes del interior de los automóviles, identificando el número de ocupantes en cuestión de instantes. De acuerdo con los fabricantes, Pryntec y Fareco, estos dispositivos resultan imposibles de engañar, ya que operan incluso si los cristales están tintados y son capaces de examinar coches en movimiento a velocidades de hasta 130 km/h (81 mph).
Para maximizar su eficacia, la instalación de estos radares se realiza a la altura del parabrisas, permitiendo un escaneo directo y detallado del habitáculo correspondiente al carril exclusivo para vehículos compartidos. El margen de error declarado se sitúa por debajo del 1%, lo que garantiza una precisión elevada en la identificación de infracciones.
Tras casi dos meses de operativo, el sistema evidencia tanto la efectividad de los radares como la resistencia de parte de los conductores a cumplir con la nueva normativa, ante el incremento de las sanciones emitidas. La experiencia parisina pone de relieve el papel de la tecnología en la gestión de la movilidad urbana y el control de los carriles Bus-VAO, así como las dificultades inherentes a la transición hacia modos de transporte más responsables.