Quién es el “cuevero” ruso acusado de una ciberestafa de $300 millones que agredió a un fiscal

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Ivan Materov tras ser detenido por la Policía de la Ciudad y la Policía Bonaerese

Ivan Materov no estaba feliz cuando la Bonaerense y la Policía de la Ciudad rompieron la puerta de su cueva financiera en el barrio de Belgrano ayer por la mañana. No solo por el daño de la puerta en sí, sino por los supuestos secretos que habría olvidado borrar.

La Justicia de San Isidro lo acusaba de ser una parte clave en la ruta del dinero de una de las mayores ciberestafas de la historia reciente: $300 millones robados a empresas desde fines de 2024 a través del célebre virus troyano Mekotio. Materov, oriundo de Rusia, fue señalado por el fiscal Musso por supuestamente lavar el dinero convirtiéndolo a la criptomoneda Tron, que cuadruplicó su valor en un fuerte pico a comienzos de este año para luego desinflarse en minutos.

Su cueva, llamada “Dólar Belgrano”, por otra parte, operaba como muchas otras en la ciudad de Buenos Aires: como un canal privado de Telegram, esta vez frecuentado por otros rusos. El número y las cuentas de ese canal, descubrió Musso, estaban ligados a Materov.

Más de 25 mil dólares cripto incautados a un sospechoso venezolano

Y allí estaban Ivan y el fiscal que lo acusaba, en la cueva, ubicada en la calle Moldes, que es a su vez su domicilo, con todo el fastidio posible. Musso tomó el teléfono de Materov para ingresar a sus contenidos, recuperar posibles criptoactivos. Pidió que Materov lo abra con su huella digital. Pero el financista, según fuentes del caso, enloqueció: se abalanzó sobre el fiscal jefe de la UFEIC, le arrebató el aparato e intentó destruirlo.

Hicieron falta cinco policías para reducirlo: Materov mide cerca de 1,90 metros y pesa más de 120 kilos.

Entonces, se lo llevaron detenido. El “cuevero cripto” deberá responder no solo por su presunta parte en la estafa, sino también por los delitos de atentado y resistencia a la autoridad y el intento de destrucción de la prueba. Materov, según descubrió Infobae en las páginas del Boletín Oficial, había conformado una empresa dedicada al trading en 2024 junto a otros ciudadanos rusos. Los libros de esta empresa, de acuerdo a la investigación del fiscal Musso, están en blanco.

Materov no fue el único allanado. Otras 15 redadas a sospechosos de ser parte de la megaestafa fueron llevadas a cabo por la DDI de San Isidro y divisiones especiales de la fuerza porteña. Se secuestraron 37 teléfonos, 12 computadoras y armas. También, se recuperaron activos cripto por 150 mil dólares, así más de 31 mil dólares en efectivo. Una parte del dinero también fue enmascarado en fondos fiduciarios, los que Musso logró detectar mediante informes FIAT.

Cómo se conforma la banda, sin embargo, es lo más curioso de todo.

Pistola Glock 9 milímetros incautada en uno de los procedimientos

Los procedimientos ocurrieron a lo largo del mapa del alma. Mientras caía Materov, la Bonaerense allanaba en Núñez a un joven de 30 años, trabajador de mensajería, cubierto por la obra social de los padres; tropas de asalto irrumpían también en un domicilio en la Villa Carlos Gardel. En territorio porteño, un hombre oriundo de Venezuela fue un poco más colaborativo: puso su huella para que le incautan 25 mil dólares cripto en la wallet de su teléfono.

El troyano Mekotio, que Musso ya había investigado en una causa previa, opera a través de un falso mail. La causa comenzó, literalmente, en una carnicería.

 “El 7 de mayo de 2024, mientras el señor C. V., se encontraba en el comercio de rubro carnicería, del cual resulta ser dueño, situado en la localidad de Pilar, Provincia de Buenos Aires, advirtió la recepción sucesiva de correos electrónicos remitidos por su banco que daban cuenta de múltiples transferencias ejecutadas desde su cuenta, las cuales desconocía y no había autorizado, por el monto total de $29.400.000 pesos”, asegura el expediente. El hombre de Pilar es mucho más que un carnicero: con domicilio fiscal porteño, integra una empresa mayorista del rubro.

Así, las “cuentas mulas” se volvieron una clave para hilar el rosario clandestino de la banda: el dinero del empresario de la carne fue desviado, según pudo determinar Musso, a otros cinco sospechosos. La cadena luego seguía en un conocido exchange de criptomonedas: el joven mensajero de Núñez fue parte de este paso.

Al final del arco iris, en su cueva, se encontraba Materov, para supuestamente transformar el dinero en el activo Tron.

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