A sus 77 años, Jeannie Rice no solo desafía las expectativas de la sociedad sobre el envejecimiento, sino que también está redefiniendo lo que significa estar en forma a una edad avanzada, según mencionó The Times de Londres.
Mientras muchas personas de su edad podrían sentirse satisfechas con una vida tranquila y sin grandes retos físicos, Rice ha roto todos los esquemas, estableciendo récords mundiales que dejan atrás a competidores mucho más jóvenes.
Hoy en día, es considerada una leyenda del maratón y una figura ejemplar para aquellos que creen que la edad es una barrera infranqueable.
Un comienzo tardío…
Jeannie Rice nunca fue una atleta en su juventud. De hecho, su historia en el deporte comenzó cuando tenía 35 años, un punto en la vida en que muchas personas empiezan a retirarse de la actividad física.
Fue entonces cuando, para perder algunos kilos ganados durante las vacaciones, comenzó a correr, sin imaginar que ese hobby la llevaría a conquistar la élite del atletismo.
Lo que empezó como un intento de mantenerse activa, rápidamente se transformó en una pasión. En 1984, corrió su primer maratón en Cleveland con un tiempo de 3:45, y al año siguiente, en 1985, ya estaba participando en el Maratón de Boston, donde logró completar la carrera en menos de 3:20.
A partir de ese momento, su nombre comenzó a sonar en el mundo de los maratones, y Rice dejó claro que su potencial iba mucho más allá de ser una simple corredora aficionada.
Lo realmente impresionante de Jeannie Rice no son solo sus victorias en maratones, sino su habilidad para superar a corredores mucho más jóvenes, incluso a aquellos de la categoría masculina.
Un estudio que deja sorprendidos a los científicos
El secreto detrás de la increíble forma física de Jeannie Rice ha despertado la curiosidad de científicos de todo el mundo.
En un estudio realizado en la Universidad de Loughborough, Rice fue sometida a una serie de pruebas para medir su VO₂ máx (volumen máximo de Oxigeno), una de las principales métricas utilizadas para evaluar la capacidad aeróbica de un corredor.
Los resultados fueron sorprendentes: su VO₂ máx estaba a la altura de una mujer joven de 19 años, lo que la sitúa dentro del 10% superior de las mujeres en sus 20 años. Este nivel de rendimiento es extremadamente raro en mujeres mayores de 75 años, lo que ha dejado a los expertos en fisiología deportiva desconcertados.
La filosofía de Jeannie: no dejarse atrapada por la edad
Cuando se le pregunta sobre su enfoque para mantenerse en forma, Jeannie Rice es clara: “La edad no debería ser una excusa. Todos envejecemos, pero eso no significa que debamos dejar de mejorar”.
Su consejo para las personas mayores es que establezcan metas personales, sin compararse con otros ni tratar de batir récords ajenos. Rice cree que lo más importante es tener un objetivo que motive a seguir adelante, y a lo largo de su vida ha usado su amor por correr como el motor que la ha impulsado.
Su determinación es un reflejo de la manera en que vive su vida: con una actitud positiva hacia el envejecimiento y con la intención de seguir mejorando, independientemente de los años que pasen. No se trata de ser la más rápida del mundo, sino de seguir siendo mejor que ayer. Para ella, no existe la palabra “retiro” en su vocabulario.
Además de su entrenamiento, Jeannie Rice sigue una rutina estricta que incluye 80 kilómetros de carrera por semana y pesas para fortalecer los brazos tres veces a la semana.
Su alimentación es fundamental para mantener un rendimiento óptimo: es pescetariana, consume principalmente ensaladas, verduras, arroz, pescado y frutos secos, y evita los dulces. Solo se permite un poco de champán como recompensa después de una carrera exitosa.
El hecho de que Rice pueda seguir corriendo maratones con la misma intensidad a los 77 años ha hecho que algunos científicos comparen su longevidad física con la de un atleta de élite de 40 años, desafiando las convenciones sobre lo que se espera del cuerpo humano en la vejez.
Hoy, a sus 77 años, Jeannie Rice no solo ha establecido nuevos récords, sino que también ha cambiado nuestra percepción sobre el envejecimiento, mostrando que, mientras tengamos un propósito y estemos dispuestos a esforzarnos, la edad solo es un número.